jueves, 19 de junio de 2014

Confesiones en el camino


Un jinete y su montura avanzaba a buen paso hacia la ciudad de Waterdeep, cabalgando en la noche. Una mujer con una armadura que montaba un magnifico unicornio. Sus alforjas tintineaban pesadas. Llevaban en camino durante muchas horas, pero la mujer no había pronunciado palabra alguna desde que salieron del pueblo, y el unicornio se preocupaba. No era típico de ella.

-¿Te encuentras bien, Aura? – preguntó finalmente.

La mujer habló con ira apenas contenida.

-No, Karar. No estoy nada bien.

-Supongo que ver la corrupción de una criatura antaño tan gloriosa puede afectarle a uno.

-Es verdad, pero no es solo eso, Karar. No pude detenerlo. Lo intente y no pude…

-Es normal, pero esa gente es escurridiza y está llena de trucos, y si se ha pasado al otro bando, pues son capaces de hacer un gran mal, y además disfrutará haciéndolo. Ten cuidado con lo que te dijese o hiciese, Aura, todo ello estaba encaminado a hacerte dudar de ti misma y en definitiva destruirte.
“Por lo que me contaste utilizó una trampa mágica que te atrapó, permitiéndole huir. Pues bien, nadie podría haberlo evitado. No te mortifiques por ello.

-No es eso, Karar. Bueno, miento. Es verdad que me afectó el verme atrapada en esa jaula, indefensa, mientras esa criatura se regodeaba y soltaba educadas frases grandilocuentes. – Sonrió irónica, una sonrisa que no tenía nada de felicidad – Malos recuerdos, supongo.

-Ya.

-No fue nada agradable, puedes creerme. Sentirse atrapada viendo como ese ladrón se daba a la fuga y que además te despreciase. Porque para el solo era un juego, Karar. No me tomó en serio en ningún momento. ¡Si hasta dejo parte de su botín al escapar como una especie de limosna burlona! “Por mis esfuerzos” dijo. Me humilló…

-Ya me lo figuro, pero no es para ponerse así, recuerda que la humildad…

La mujer se tensó en su silla, y pareció irritarse aún más.

-Me has malinterpretado, Karar. El hecho de que me humillase no me causa ira. No. Lo que me enfurece y me lleva royendo es el hecho de que esa criatura asesinase a sangre fría… - la paladina emitió un ligero sollozo.

-¡Los asesinó, Karar! Asesinó a esas dos pobres personas, y se regodeo con ello. Al leñador lo mató con su propio hacha, y al carnicero lo colgó de sus ganchos de fiambres… ¿Y sabes porqué lo hizo? Porque podía. Bueno, eso y porque creo que así esperaba distraerme; supongo que pensó que podría entretenerme buscando a esos dos pobres hombres como los principales sospechosos mientras el huía. Pero igualmente podría haberlos paralizado, o dejado inconscientes y ocultos, o encantado para que huyesen; pero los mató. Los mato por que disfruta haciéndolo.
“Y fue por mi culpa.

-Pero… Si disfruta matando ¿Que culpa tienes tu? fue él.

-No. Karar. Fue por mi culpa. Me creí muy inteligente con mi investigación, siguiendo la pista del ladrón, identificando a los tres principales sospechosos… Incluso disfruté con el reto y la persecución. Pero cuando llegué a la posada tal vez tendría que haberme dejado de diplomacias y haberles detenido a los tres. Luego, una vez asegurados, hubiese identificado al responsable. No. Pequé de civismo, y esos dos pobres hombres están muertos por mi soberbia.
"Pero pagara por ello, Karar. Te lo aseguro.


Aura lloró en silencio mientras la pareja se acercaba a las puertas de la ciudad. Amanecía un nuevo día.

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