Un jinete y su montura avanzaba a buen paso
hacia la ciudad de Waterdeep, cabalgando en la noche. Una mujer con una
armadura que montaba un magnifico unicornio. Sus alforjas tintineaban pesadas.
Llevaban en camino durante muchas horas, pero la mujer no había pronunciado
palabra alguna desde que salieron del pueblo, y el unicornio se preocupaba. No
era típico de ella.
-¿Te encuentras bien, Aura? – preguntó
finalmente.
La mujer habló con ira apenas contenida.
-No, Karar. No estoy nada bien.
-Supongo que ver la corrupción de una criatura
antaño tan gloriosa puede afectarle a uno.
-Es verdad, pero no es solo eso, Karar. No
pude detenerlo. Lo intente y no pude…
-Es normal, pero esa gente es escurridiza y
está llena de trucos, y si se ha pasado al otro bando, pues son capaces de
hacer un gran mal, y además disfrutará haciéndolo. Ten cuidado con lo que te
dijese o hiciese, Aura, todo ello estaba encaminado a hacerte dudar de ti misma
y en definitiva destruirte.
“Por lo que me contaste utilizó una trampa
mágica que te atrapó, permitiéndole huir. Pues bien, nadie podría haberlo
evitado. No te mortifiques por ello.
-No es eso, Karar. Bueno, miento. Es verdad
que me afectó el verme atrapada en esa jaula, indefensa, mientras esa criatura
se regodeaba y soltaba educadas frases grandilocuentes. – Sonrió irónica, una
sonrisa que no tenía nada de felicidad – Malos recuerdos, supongo.
-Ya.
-No fue nada agradable, puedes creerme.
Sentirse atrapada viendo como ese ladrón se daba a la fuga y que además te
despreciase. Porque para el solo era un juego, Karar. No me tomó en serio en
ningún momento. ¡Si hasta dejo parte de su botín al escapar como una especie de
limosna burlona! “Por mis esfuerzos” dijo. Me humilló…
-Ya me lo figuro, pero no es para ponerse así,
recuerda que la humildad…
La mujer se tensó en su silla, y pareció
irritarse aún más.
-Me has malinterpretado, Karar. El hecho de
que me humillase no me causa ira. No. Lo que me enfurece y me lleva royendo es
el hecho de que esa criatura asesinase a sangre fría… - la paladina emitió un
ligero sollozo.
-¡Los asesinó, Karar! Asesinó a esas dos
pobres personas, y se regodeo con ello. Al leñador lo mató con su propio hacha,
y al carnicero lo colgó de sus ganchos de fiambres… ¿Y sabes porqué lo hizo?
Porque podía. Bueno, eso y porque creo que así esperaba distraerme; supongo que
pensó que podría entretenerme buscando a esos dos pobres hombres como los
principales sospechosos mientras el huía. Pero igualmente podría haberlos
paralizado, o dejado inconscientes y ocultos, o encantado para que huyesen;
pero los mató. Los mato por que disfruta haciéndolo.
“Y fue por mi culpa.
-Pero… Si disfruta matando ¿Que culpa tienes
tu? fue él.
-No. Karar. Fue por mi culpa. Me creí muy
inteligente con mi investigación, siguiendo la pista del ladrón, identificando
a los tres principales sospechosos… Incluso disfruté con el reto y la
persecución. Pero cuando llegué a la posada tal vez tendría que haberme dejado
de diplomacias y haberles detenido a los tres. Luego, una vez asegurados, hubiese
identificado al responsable. No. Pequé de civismo, y esos dos pobres hombres
están muertos por mi soberbia.
"Pero pagara por ello, Karar. Te lo
aseguro.
Aura lloró en silencio mientras la pareja se
acercaba a las puertas de la ciudad. Amanecía un nuevo día.
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