Una fuerte patrulla cabalga con decisión por un húmedo
camino, salpicando barro en todas direcciones. Son un fuerte contingente de
caballeros, al frente se distingue un apuesto caballero que porta un gran
estandarte, sobre el que ondea un largo pendón, con un simple pero claro
símbolo: un martillo plateado. Junto al portaestandarte cabalga una enorme
mujer enfundada en una coraza, con un masivo martillo de dos manos a la
espalda. Está anocheciendo cuando alcanzan una aldea, y se detienen ante la
admiración de sus pobladores. La mujer habla con potente voz:
- Aldeanos, pertenecemos a la Orden del Martillo, fieles
siervos de Torm, y necesitamos refugio por esta noche, por supuesto pagaremos
por un lugar caliente para dormir y algo de comer.-
Los caballeros desmontan, y se dispersan bajo el cuidado de
los aldeanos, la mujer con algunos hombres entra en la modesta posada, pronto
están ante un guiso caliente. Hablan entre ellos, hasta que la mujer hace un
gesto a una joven camarera, que se acerca con timidez.
- Mi Señora, ¿en qué puedo serviros?-
- Muchacha, por favor, prepárame una habitación, y si puedes
enséñame cuál, estoy cansada de un largo viaje. Caballeros, descansad,
partiremos al alba.-
Los caballeros asienten sin muchas palabras, y la enorme
pelirroja es guiada por la joven camarera hasta una pequeña pero confortable
habitación, cierra la puerta y se gira hacia la sirvienta.
- ¿Y bien?-
- Mi señora, seguí al predicador hasta esta aldea, dio
algunas charlas en la plaza, y varios aldeanos parecieron convencidos de seguir
a ese extraño culto, sobre todo tras el milagro.-
- ¿Milagro? Habla.-
- El predicador dijo que juntaran varias mesas largas en la
plaza, los aldeanos algo inseguros le hicieron caso, entonces rezó un canto a
ese Sol Negro, y aparecieron multitud de alimentos sobre las mesas.-
- Interesante. ¿Dónde está ese predicador ahora?-
- Mi Señora, lo seguí durante días haciéndome pasar por una
simple campesina, y la verdad es que fue por varias granjas, en todas ellas su
palabra calaba. Finalmente se internó en el bosque al norte de aquí, a pesar de
las advertencias de los aldeanos sobre extrañas bestias y sucesos, pero dijo
que lo guiaba su fe y que nada malo le pasaría. Lo seguí con cautela, entre las
sombras del bosque, y llegó a un pequeño claro, en el que había una enorme
piedra, mi Señora ¡desapareció en la roca!-
- No te preocupes muchacha, hay mucha magia en este mundo
capaz de algo así. ¿Crees que podrás guiarnos mañana hasta ese lugar?-
- Bueno, mi Señora, creo que si, más o menos, aunque tengo
algunas dudas, no me gusta mucho ese bosque...-
- No tienes nada que temer, somos una fuerte escolta, nada
te pasará, eso te lo garantizo.-
La muchacha parece algo más tranquila.
- Mi Señora, creo que recordaré el camino, o al menos lo
intentaré.-
- Bien, ahora, baja y continúa con tus labores, no quiero
despertar sospechas.-
- Buenas noches.-
La joven camarera, cierra la puerta, y baja a la zona común,
sirve algunas mesas más, bebidas, atiza el fuego, recoge mesas, barre. Hasta
que finalmente no queda nadie en la posada. Entonces cierra las puertas, y se
acerca a las brasas, mirando a todos lados. Mira con fijeza los rescoldos, y
lanza sobre ellos una pequeña gema, sus ojos se vuelven de un color rojo
sangre, su voz cambia a un tono más grave:
- Kashiir...Kashiir, ¿estás ahí?-
Una extraña voz surge del fuego, que se ha tornado de un
color verdoso.
- Mmmmm, ¿quién? ah, eres tu muchacho, bien supongo que
tienes algo que contarme si has usado esa gema...-
- Si Kashiir, es importante, un grupo de caballeros guiados
por una enorme mujer pelirroja merodean cerca de la entrada al almacén, mañana
los guiaré, y llegarán a ti, será mejor que estés preparado para darles una
cortés bienvenida...espera un momento alguien se acerca.-
La joven camarera se levanta y sus dos ojos rojos llamean
buscando en la oscuridad de la posada, un posadero regordete aparece entre las
sombras sonriendo.
- Hermano, ¡eres tu!, menudo susto me has dado, ven estoy
hablando con Kashiir.-
- Ja, ja, ja, susto te he dado, no te preocupes, los
caballeros duermen como lirones en invierno. Kashiir, ¿cómo estás?-
- Veo que estáis los dos, bien, bien. No os preocupéis,
traedlos aquí, y continuad con lo vuestro, no saldrán del almacén, y siempre
son bienvenidos algunos nuevos adoradores.-
En las llamas verdes aparecen dos ojos rojos, brillantes,
las brasas dibujan una sonrisa, tras lo cuál el fuego se apaga como si le
hubieran echado un cubo de agua.
- Bueno hermano, parece que Kashiir se encarga de esta
pequeña molestia que nos ha salido.-
- Poco tiempo de pequeña molestia, pero ¿crees que Kashiir
podrá con la pelirroja? Es una poderosa sierva de Torm, y además porta potentes
objetos mágicos.-
- Tranquilo hermanito, Kashiir es bastante competente, pero
a parte en el almacén hay otras guardas, si, estoy convencido de que estos
caballeros verán el almacén, pero no podrán contárselo a nadie.-
- Bien, pues descansemos un poco, mañana tengo que guiar a
estos nobles caballeros-
- Y yo estaré cerca hermano, por si hubiera algún problema.-
El posadero y la muchacha, terminan de recoger la posada y
finalmente se retiran sonrientes.