lunes, 29 de octubre de 2012

EL RESCATE DE UN ENEMIGO


Un estrecho sendero de cabras, en un paisaje helado, está todo nevado y a penas se ve un árbol de vez en cuando. Una figura encorvada avanza con dificultad por el sendero, apoyándose en un largo bastón. Lleva una raída y vieja capa de color grisáceo, la capucha sobre la cabeza evita que se distingan sus rasgos, tan sólo asoman unos cuantos pelos canosos. La figura cruza un pequeño pueblo de casas alargadas, está atardeciendo, y no hay nadie por la calle, un perro ladra en la lejanía.
Finalmente la pequeña figura se acerca a una construcción como las anteriores, alargada, aunque de mayor tamaño, con la parte baja construida en piedra y las ventanas fuertemente enrejadas. Dos enormes humanos, rubios, apoyados en sus lanzas y con espadas anchas al cinto la miran desde lejos con desconfianza, llevan poca ropa a pesar del frío, nieva y sopla bastante viento. La anciana se acerca a los dos guardias, despacio.
Uno de ellos habla:

- ¡Anciana! ¿Qué haces a la intemperie a estas horas? busca refugio en alguna de las casas del pueblo, o al llegar la noche morirás de frío.-

La anciana responde despacio y sigue acercándose:

- Jovrmm...-

Su voz se pierde en el viento, parece debilitada por el frío. A unos pocos metros de los guardias se desploma sobre la nieve.

- Maldita sea, y ahora ¿nos tendremos que encargar de esa anciana loca? No podemos abandonar nuestros puestos, las brujas nos castrarán como poco...-

- Mmm, está bien, iré a echar un vistazo, veré si puedo meterla en alguna casa cercana, tu no te muevas de aquí.-

El último en hablar se acerca a la anciana, la recoge sin delicadezas y se encamina hacia el pueblo que está a pocos metros. Avanza despacio por la nevada y el viento, su compañero pronto lo pierde de vista. La anciana se abraza tiritando al cuello del fuerte hombre y le susurra con suave voz:

- Hoooolaaaa fortachooooón, gracias por el paseo, pero ahora tengo que hablar con tu compañeeerooo.-

Sin dejarle responder le hunde una daga con enorme precisión en el cuello. El enorme guerrero se desploma en la nieve en silencio, su sangre tiñe la nieve y humea.

La supuesta anciana se echa a un lado, y dando un rodeo se encamina de nuevo hacia la casa de ventanas enrejadas. Es prácticamente de noche cuando ve al otro guardia algo adormilado. Levanta una larga cerbatana y sopla con fuerza, lo siguiente que se oye es un ligero quejido, y el segundo guardia se desploma.

La pequeña figura piensa:

- Bueeeenooo, dos menos, me encanta mi trabajo...espero que no haya muchos ahí dentro, si no Monty no podrá volver a casa.-

Salinna empieza a escudriñar con sumo cuidado las ventanas y las puertas de la gran construcción, hasta que se para en una ventana. Saca unas extrañas y pequeñas herramientas y con un pequeño pincel barre las junturas de la ventana, acto seguido la abre en silencio absoluto y se cuela dentro. Está en una gran habitación, encadenado a una pared se encuentra Montorus, con la cara amoratada, la nariz rota y medio congelado por estar desnudo. A su lado una mujer rubia, enmascarada le hace preguntas sin cesar. Salinna desaparece en las sombras de la habitación, y en un instante está detrás de la enmascarada. Con una enorme velocidad, levanta la cara de la mujer con una mano, mientras con la otra la degüella, y por si no fuera suficiente, acto seguido la apuñala repetidas veces en la espalda y el cuello. La pobre mujer no tiene tiempo ni de gemir.

- Vayaaaaa, pero si es mi viejo amigo Monty, y veo que han montado una fiestecita sin mi, veo que os habéis divertido muchooo.-

Montorus intenta centrar sus hinchados ojos en la mujer que tiene delante, esboza una patética sonrisa con sus amoratados labios...

- Fi, ja, ja, ja, fi Falinna, nof hemof divertido mucho, pero te afeguro que no he dicho nada, por favor, libérame.-

La pequeña psicópata parece dudar unos segundos, y finalmente comienza a desatar al hechicero:

- Da gracias a que la Vieja te quiere vivo Monty, y a que no había demasiados guardias, si hubiera habido más, tendría que haberte liberado de...digamos otra forma.-

- Grafiaf Falinna, no olvidaré efto, te lo juro.-

- ¿Siiii?, ja, ja, ja, qué divertido Monty, bien, yo no olvidaré que tú no olvidarás, así que podemos decir que me debes una, y una importante.-

La pequeña mujer sujeta al hechicero, a pesar de lo pequeña que es, no parece costarle demasiado. Le quita la túnica al cadáver y se la echa a Montorus.

- Pooonteee esto, te sentará muy bien.- Salinna sonríe con maldad.

El hechicero la mira con odio, pero no dice nada y se viste con la túnica de la mujer. Acto seguido ambos se acercan a la ventana y salen con gran sigilo.

- No hagas ruido Moooontyyy, debemos alejarnos un poco de aquí antes de poder usar medios mágicos para largarnos. Esta zona está vigilada por las hechiceras, y seguro que fuertemente protegida contra teleportaciones. Sígueme, y no te quedes atrás, no pienso llevarte de la mano como a un niño pequeño, que quede claro.-

- Camina mujer y mete efa lengua viperina en fu fitio, no me quedaré atráf.-

Las dos peculiares figuras avanzan todo lo rápido que pueden, y se pierden en medio de una gran tormenta de nieve, parecen dos ancianos desarrapados en mitad de una ventisca.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Las Dos Caras de la Moneda

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA.. .
 
-Amplentur tenebrus! – Convocó una profunda voz en tonos estentoreos, utilizando la arcana legua de Netheril, olvidada eones ha, salvo por unos pocos iniciados.
-Amplentur tenebrus!- Contesto el coro como un solo individuo. Su respuesta produjo extraordinarios ecos en la subterránea sala. Los doce encapuchados se movieron inquietos y observaron la colosal caverna, con sus columnas basalticas y las fallas naturales que conducían a abismos insondables, de las cuales manaban malsanas bocanadas de nocivos gases y azufre, y ocasionalmente, llamas.
- Amplentur tenebrus. Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! - invocó el encapuchado presidente del aquelarre. Portaba una máscara que simbolizaba un cráneo de macho cabrío, adornada con runas y glifos, representativos de un mal absoluto y primigenio.
- Amplentur tenebrus. Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! –contesto nuevamente el coro. El presidente agarró un retorcido cuchillo de bronce y se inclinó sobre un altar, donde una figura se retorcía aterrorizada.
-Amplentur tenebrus! Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! Daemonius convoco, ad abiecto sanguinus sacrificium in terram, aperio portam dimensionalis ad reapse!- exclamó triunfal en enmascarado.
-Amplentur tenebrus! Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! Daemonius convoco, ad abiecto sanguinus sacrificium in terram, aperio portam dimensionalis ad reapse! – con esta contestación, el brujo hundió brutalmente el cuchillo en la víctima y rajo buena parte del torso. La sangre corrió con rapidez sobrenatural por los canalillos del altar, goteando sobre un brasero de hierro negro; al caer sobre las llamas, estas adquirieron un tono mas rojo aún, y dieron una sensación de corrupción y viscosidad. Una espesa columna de humo se elevó del brasero.
-¡Ah!
Con un suspiro de exaltación, los cultistas se acercaron lentamente al brasero, observando detenidamente los extraños vapores que se elevaban de forma poco natural; todos menos el brujo, que movió imperceptiblemente la cabeza para mirar el brasero, y no la columna de humo.
 
Súbitamente, con un destello, el humo se abrió para mostrar una imagen de locura, donde ángulos geométricos imposibles se alternaban con cascadas de colores nauseabundos, mostrando una imagen de un paisaje de perdición tal que dos de los cultistas cayeron desmayados, y otro más perdió de tal manera el juicio que, profiriendo aullidos lastimeros y arañándose los ojos, se arrojó a una de las ardientes simas. El resto apartó raudo la mirada, con lo que no pudieron percibir en toda su gloria la grotesca y difusa sombra que cruzó rauda la apertura y se instaló en la oscuridad al otro lado del altar. La sala se llenó de su maligna presencia, y todos sintieron el equivalente a arañazos en sus psiques, mientras la demoniaca entidad tanteaba sus mentes y sus almas.
-¡Mi señor!- Exclamo sorprendido el brujo. Jamás antes entidad alguna había cruzado el portal, conformándose sus oscuros amos con arrebatar el alma y la fuerza vital de los sacrificios a través de la fisura.
La demoniaca presencia fijó en el su atención, y durante un momento algo repugnante y opresivo inundó su mente, aplastándola hasta el punto que creyó morir. Afortunadamente, la criatura percibió el daño que causaba y se retiró apresuradamente, sí bien con cierta reticencia. Dos infernales puntos de luz brillaron en las tinieblas, y un tenue resplandor ilumino lo que bien podría ser una monstruosa dentadura sonriente, con colmillos del tamaño de dagas. La mirada del ser se fijó en el cadáver del altar durante un momento, y este emitió un gorgoteo nauseabundo, abrió la boca y articuló sonidos, como si intentase hablar, pese a que la puñalada le había afectado, sin duda alguna, los pulmones.
 
-Utilizaré el sacrificio para comunicarme- barbotó el cuerpo, arrojando esputos de sangre- Los mortales no estáis mentalmente capacitados para una satisfactoria transferencia mental.
-¡Mi señor, cuanto honor! ¿A que debo la augusta presencia de su excelencia?- balbució el brujo. Le inquietaba la presencia del ser, con lo que demostraba un notable sentido común que solía estar ausente en los típicos cultistas.
-He entrado en este nauseabundo plano existencial cumpliendo los requisitos de NUESTRO SEÑOR – comunico con voz nasal el cadáver. – Desea algo de este mundo, y tu lo obtendrás para nosotros. Durante mucho tiempo te has beneficiado de los dones y enseñanzas de NUESTRO SEÑOR, así como del poder que te otorga, incrementando tus insignificantes capacidades mágicas hasta cotas que jamás habrías podido soñar... Ahora habrás de prestar algo más que los acostumbrados sacrificios... Pero no te inquietes, si cumples, tu recompensa será grande. NUESTRO SEÑOR es generoso con los que le sirven bien... ¡Pero no soporta el fracaso!
-Claro, claro..- tartamudeó el asombrado brujo- ¿y que desea el Exaltado?
Cuatro gemas levitaron fuera de la oscuridad y adoptaron una forma vagamente cuadrilátera. Con un destello una imagen se mostró entre las gemas: unas pequeñas figuras se movían en ella. La visión amplió una por una las figuras de la imagen, y se desvaneció.
- Habrás de encontrar a estos individuos – anuncio la desagradable voz del cadáver – y traerlos a mi presencia. Preferentemente vivos. Ellos tienen una deuda con NUESTRO SEÑOR. Y EL no olvida sus deudas. Jamás.
El brujo reprimió una creciente sensación de triunfo.
-Será difícil encontrarlos Señor, solo con la descripción de esas difusas imágenes.
Los ojos del engendro se posaron pensativos en el brujo, y este se tambaleó repentinamente, agobiado y torturado, sintiendo como su psique era violada de forma brutal, y una mente fría y poderosa la analizaba capa por capa.
¿Crees que no puedo sondear tu mente y pelarla como si fuera una cebolla?, patético mortal. Noto tu euforia, y tus insignificantes  pensamientos centrándose ya en la recompensa a tu triunfo... No creo que te cueste tanto encontrarlos. Pero me hace gracia tu codicia y materialismo, por eso me olvidare tus patéticos intentos de engaño. Tráeme a esos individuos y tu recompensa será grande. Fracasa, y desearas la muerte durante mil años; te lo aseguro.
El brujo calló de hinojos, temblando y babeando. Los malignos orbes se posaron en él con gozo.
-Te daré una ayuda para tu búsqueda – anunció la voz estropajosa del cadáver. Si fuese posible, el brujo hubiese jurado que con un tono burlón. – Así mismo te será un recordatorio de la urgencia de tu misión.
Una figura fantasmagórica surgió del portal y se precipitó sobre el cadáver, introduciéndose en él. Durante un momento, la piel se cuarteó, la carne se pudrió a un ritmo grotesco, y el cuerpo entero se hinchó y burbujeo, como si fuese incapaz de contener lo que había entrado en él y fuese a reventar. Pero fue solo un momento. Acto seguido sus heridas se cerraron, la sangre desapareció, y se levantó con un aspecto inquietantemente saludable. Solo su fría y burlona mirada denotaba que había algo antinatural en él.
Llevateló. Esta a tu servicio. Utilízalo como veas apropiado para encontrarlos. Date prisa. Parte ya. Ah, yo permaneceré aquí, en compañía de estos alegres muchachos que has reunido para tu aquelarre. Creo que me divertiré un rato enseñándoles la sabiduría de los inmortales... Y haciéndoles más aptos para mi servicio.
 
Con un estremecimiento y una reverencia el brujo se acercó al reanimado, y tocándole, musitó una palabra. Instantes después ya no estaba en una caverna, sino en una habitación elegantemente amueblada. Despojándose de su vestimenta ritual y poniéndose en su lugar elegantes ropas que llevaban bordadas un escudo bastante conocido, el individuo sonrió. Se acercó al aparador, y revolviendo entre los pergaminos, sacó uno en el que figuraba un retrato, una somera descripción, un nombre y varias indicaciones más.
- No. No creo que me sea muy difícil dar con ellos. Al menos con algunos...

domingo, 7 de octubre de 2012

Miedo a la oscuridad

"Andar en la oscuridad es complicado y peligroso pero no por ello hay que quedarse quieto"
La vieja mujer hablaba para ella misma, caminando a paso lento pero constante por el sendero que conducía a la antigua abadía.

Sus pasos cansados llegaron hasta los pies de la colina donde hacía tantos años se erigía el convento de Nuestro Señor de la Piedad.  Una joven se había sentado en uno de los semiderruídos muros y comía alegremente una manzana cuando reparó en ella.

"Señora...  Venga, siéntese aquí.  ¿Le apetece una manzana?  Las acabo de coger, están frescas."

La anciana siguió la voz y se abrió paso por el viejo sendero hasta la joven.

"Gracias, amable muchacha.  Mi nombre es Kim Laverne."
"Lo sé. Lo sé todo sobre ti, Kim.  Sé que la caída del monasterio te pilló con pocos años, unos quince.  Sé que decidiste seguir con tu misión de amor al prójimo con un prójimo muy concreto."
"No me juzgues, jovencita.  Yo no sabía nada de quién era ni lo que haría después.  Es más, mientras estuvo conmigo me trató con dignidad y respeto.  Por supuesto no coincidíamos en nuestra visión del mundo, pero yo siempre pensé que podría hacerle cambiar de opinión."
"Pues te equivocaste..."
"Sí, pero no me arrepiento.  Los años con Jack fueron los mejores de mi vida.  Cuando se fue yo estaba ya encinta.  La noticia de su muerte me la comunicaron tras el nacimiento de mi pobre niño.  Casi no lo supero, pero el Señor me prestó fuerzas para sobreponerme"
"Y claro, tu hijo creció, y tuvo curiosidad."
"¿Cómo no iba a tenerla? Yo apenas le hablaba de su padre. No me dejaban. Tampoco sabía que su padre le había dejado en herencia su don y su conocimiento.  Cuando me enteré de lo que hacía ya era demasiado tarde.  Le dije que no quería verle estropear su vida como su padre"
"Irónicamente, te dejó ciega y así no tuviste que verlo"
"Siempre tuvo un sentido muy retorcido de la venganza. Incluso así lo eché de casa.  ¿Cómo podía yo saber que se convertiría en el ser que aterrorizaría la comarca?  Pobres muchachos, y pobre hijo mío"
"Pudiste denunciarlo"
"Sí, pero no lo hice. Una madre nunca denunciaría a su hijo..."
"Faltaste a tus votos"
"Sí, y mis votos me faltaron a mí, jovencita.  A mí me obligaron a tomar esos votos.  Yo nunca quise ser monja, y en la primera oportunidad que tuve los dejé y emprendí una vida distinta.  Creo que igual de piadosa y digna, pero distinta"
"Está bien, Kim. No te preocupes.  No te queda demasiado tiempo para preocuparte."
"Yo también lo noto. La vida me abandona lentamente.  Parece que has venido aquí a por algo.  ¿Qué buscas exactamente, jovencita?"
"Una historia. Tu historia.  ¿Me la contarás?"
"Si me da tiempo, sí.  Todo comenzó en los oscuros días de la guerra...  yo tenía quince años, el convento se venía abajo, y él tenía la sonrisa más maravillosa que jamás podrías imaginar..."

Horas más tarde, la joven escribiría toda la historia de memoria.  Quizás fantasearía un poco aquí y allí.  Tal vez algunos detalles serían imprecisos, pero en esencia todo estaba allí.  Había escuchado a la vieja Kim hablar durante horas, sólo interrumpiéndola para reconducirla cuando divagaba más de la cuenta.  Con esta historia se presentó en el Consejo más adelante.

"¿Qué se ha hecho de Jenna Miller?"
"¿La comadrona?  Ha sido entregada a las autoridades.  Creo que le caerán años de galeras.  No lo soportará..."
"¿Y la vieja Kim Laverne?"
"Ha muerto, señor.  Aquí traigo su historia para archivarla."
"Una vida muy larga, la de esa señora.  Algo de sangre élfica, sin duda..."
"Sí, señor.  Era una semielfa aunque apenas se hubiera dicho según actuaba y vestía"
"Una pena no haber podido involucrar a los Parker en la trama"
"No hemos podido probar nada.  Lo único que sabemos es que Karen Parker es seguidora de Loviatar, pero eso no la implica directamente en los hechos.  Por supuesto ya me he encargado de difundir algunos rumores inquietantes.  Si está implicada, mantendrá un perfil bajo el resto de sus días por temor a ser descubierta"
"Excelente, jovencita.  ¿Algo más?"
"Sí, milord.  Tengo dos preguntas.  La primera es si puedo quedarme con este caramillo que perteneció a Kim Laverne.  Es un instrumento tosco pero interensante.  Es el mismo que utilizó para atraer a aquellas aventureras al cementerio de Merryville"
"Ningún problema, quédatelo.  ¿La segunda?"
"Sí, milord. ¿Cómo pudo Kim Laverne, ciega como era, llegar hasta la antigua abadía por sus medios?"
"Creo que sabes la respuesta a esa pregunta, joven Shel"
"Tengo mis sospechas. Además del caramillo, Kim me dió este prendedor.  ¿Significa que ahora es mío también?"
"Obviamente.  Llévalo con orgullo, con discreción o como quieras llevarlo.  No olvides lo que significa."
"No lo haré, milord."
Mientras Shel Trodler guardaba el caramillo en su bolsa, su superior añadió
"... Y bienvenida a la Hermandad".

Mientras Shel se alejaba del Consejo, decidió ponerse el prendedor en la capa.  El sol del atardecer arranco algunos brillos y reflejos en la pulida superficie plateada con forma de arpa...