Un estrecho sendero de cabras, en un paisaje helado, está
todo nevado y a penas se ve un árbol de vez en cuando. Una figura encorvada
avanza con dificultad por el sendero, apoyándose en un largo bastón. Lleva una
raída y vieja capa de color grisáceo, la capucha sobre la cabeza evita que se
distingan sus rasgos, tan sólo asoman unos cuantos pelos canosos. La figura
cruza un pequeño pueblo de casas alargadas, está atardeciendo, y no hay nadie
por la calle, un perro ladra en la lejanía.
Finalmente la pequeña figura se acerca a una construcción
como las anteriores, alargada, aunque de mayor tamaño, con la parte baja
construida en piedra y las ventanas fuertemente enrejadas. Dos enormes humanos,
rubios, apoyados en sus lanzas y con espadas anchas al cinto la miran desde
lejos con desconfianza, llevan poca ropa a pesar del frío, nieva y sopla
bastante viento. La anciana se acerca a los dos guardias, despacio.
Uno de ellos habla:
- ¡Anciana! ¿Qué haces a la intemperie a estas horas? busca refugio
en alguna de las casas del pueblo, o al llegar la noche morirás de frío.-
La anciana responde despacio y sigue acercándose:
- Jovrmm...-
Su voz se pierde en el viento, parece debilitada por el
frío. A unos pocos metros de los guardias se desploma sobre la nieve.
- Maldita sea, y ahora ¿nos tendremos que encargar de esa
anciana loca? No podemos abandonar nuestros puestos, las brujas nos castrarán
como poco...-
- Mmm, está bien, iré a echar un vistazo, veré si puedo
meterla en alguna casa cercana, tu no te muevas de aquí.-
El último en hablar se acerca a la anciana, la recoge sin
delicadezas y se encamina hacia el pueblo que está a pocos metros. Avanza despacio
por la nevada y el viento, su compañero pronto lo pierde de vista. La anciana
se abraza tiritando al cuello del fuerte hombre y le susurra con suave voz:
- Hoooolaaaa fortachooooón, gracias por el paseo, pero ahora
tengo que hablar con tu compañeeerooo.-
Sin dejarle responder le hunde una daga con enorme precisión
en el cuello. El enorme guerrero se desploma en la nieve en silencio, su sangre
tiñe la nieve y humea.
La supuesta anciana se echa a un lado, y dando un rodeo se
encamina de nuevo hacia la casa de ventanas enrejadas. Es prácticamente de
noche cuando ve al otro guardia algo adormilado. Levanta una larga cerbatana y
sopla con fuerza, lo siguiente que se oye es un ligero quejido, y el segundo
guardia se desploma.
La pequeña figura piensa:
- Bueeeenooo, dos menos, me encanta mi trabajo...espero que no haya muchos ahí
dentro, si no Monty no podrá volver a casa.-
Salinna empieza a escudriñar con sumo cuidado las ventanas y
las puertas de la gran construcción, hasta que se para en una ventana. Saca
unas extrañas y pequeñas herramientas y con un pequeño pincel barre las
junturas de la ventana, acto seguido la abre en silencio absoluto y se cuela
dentro. Está en una gran habitación, encadenado a una pared se encuentra
Montorus, con la cara amoratada, la nariz rota y medio congelado por estar
desnudo. A su lado una mujer rubia, enmascarada le hace preguntas sin cesar.
Salinna desaparece en las sombras de la habitación, y en un instante está
detrás de la enmascarada. Con una enorme velocidad, levanta la cara de la mujer
con una mano, mientras con la otra la degüella, y por si no fuera suficiente,
acto seguido la apuñala repetidas veces en la espalda y el cuello. La pobre
mujer no tiene tiempo ni de gemir.
- Vayaaaaa, pero si es mi viejo amigo Monty, y veo que han
montado una fiestecita sin mi, veo que os habéis divertido muchooo.-
Montorus intenta centrar sus hinchados ojos en la mujer que
tiene delante, esboza una patética sonrisa con sus amoratados labios...
- Fi, ja, ja, ja, fi Falinna, nof hemof divertido mucho,
pero te afeguro que no he dicho nada, por favor, libérame.-
La pequeña psicópata parece dudar unos segundos, y
finalmente comienza a desatar al hechicero:
- Da gracias a que la Vieja te quiere vivo Monty, y a que no
había demasiados guardias, si hubiera habido más, tendría que haberte liberado
de...digamos otra forma.-
- Grafiaf Falinna, no olvidaré efto, te lo juro.-
- ¿Siiii?, ja, ja, ja, qué divertido Monty, bien, yo no
olvidaré que tú no olvidarás, así que podemos decir que me debes una, y una
importante.-
La pequeña mujer sujeta al hechicero, a pesar de lo pequeña
que es, no parece costarle demasiado. Le quita la túnica al cadáver y se la
echa a Montorus.
- Pooonteee esto, te sentará muy bien.- Salinna sonríe con
maldad.
El hechicero la mira con odio, pero no dice nada y se viste
con la túnica de la mujer. Acto seguido ambos se acercan a la ventana y salen
con gran sigilo.
- No hagas ruido Moooontyyy, debemos alejarnos un poco de
aquí antes de poder usar medios mágicos para largarnos. Esta zona está vigilada
por las hechiceras, y seguro que fuertemente protegida contra teleportaciones.
Sígueme, y no te quedes atrás, no pienso llevarte de la mano como a un niño
pequeño, que quede claro.-
- Camina mujer y mete efa lengua viperina en fu fitio, no me
quedaré atráf.-
Las dos peculiares figuras avanzan todo lo rápido que
pueden, y se pierden en medio de una gran tormenta de nieve, parecen dos
ancianos desarrapados en mitad de una ventisca.