domingo, 17 de noviembre de 2013

¡Alarma, alarma!

La estancia crepitaba con la sensación de poderosas hechicerías en acción. Más que una sensación era una invasión a todos los sentidos. Todos los presentes la notaban.


El Lord Hechicero sudaba, y apretaba los dientes con visible esfuerzo.



-El tercer ritual se ha completado. Las salvaguardas mágicas de la calavera han sido abiertas. Deberíamos ser capaces de proceder con el cuarto ritual en breve. Lady Margolia, en este caso necesitaremos vuestra supremacía sobre la parca y los canales que poseeis con el plano negativo.



La figura acorazada de la aludida hizo un ligero asentimiento y permaneció inmóvil y expectante; únicamente los orbes de fuego infernal que poseía como ojos mostraron emoción alguna: un súbito resplandor que podía denotar ansiedad o ira, y que apenas duró unos segundos.



-Posteriormente necesitaremos vuestros canales de comunicación con vuestra señora, Duque, con el objeto de establecer un vínculo con su alma. Estad preparado, esos canales tendrán que soportar una gran tensión.



El Duque sonrió con suficiencia, pero contestó con cierto fastidio, como si toda la situación le fuese increíblemente tediosa.



-No os preocupeis por eso, Lord Hechicero. No es la primera vez que hago algo parecido a esto, y en todo caso, mis canales con la Señora aguantarán esa tensión y mucha más. No será la primera alma que muevo entre mundos.



Súbitamente, la conversación se vio interrumpida por una pequeña figura que entró a una velocidad inusitada.



-¡Señorseñorseñor!losintrusoslosintrusos¡alarma! – gritaba el pequeño Quickling visiblemente alterado.



-¡Maldito seas, Celeris! ¿Cómo osas irrumpir en la sala de rituales de esta manera? ¿Es que no tienes modales? Yo soy un señor comprensivo, pero cualquiera de los miembros del consejo puede decidir tomar tu cabeza por el atrevimiento ¡Y no se si me molestaré en impedirselo, miserable gusano! – bramó iracundo el Duque.



El diminuto individuo cayó de rodillas, temblando.



-Perdonperdonperdonnoblesseñores. Nopretendiainterrumpirasusexcelencias… pero… traigoimportantesnoticias. Noticiasmuygravesyurgentes…



El Lord Observador interpeló al tembloroso sujeto



-Calma, pequeñajo. Indudablemente, si has irrumpido en el consejo de esa forma algo grave vendrás a comunicar ¿no es así? Exponlo de inmediato y nosotros juzgaremos…



Celeris miro de reojo al Duque, y al ver que este asentía de mala gana, se lanzó a explicar



-Losintrusosseñores,losintrusos…



-Si no le importa, nos gustaría entender lo que dice sin que nos salten los tímpanos, señor correo – manifestó con ligereza la mujer vestida de blanco - ¿Podría intentar hablar más despacio?



-Claro. Señora. Veran. Los. Intrusos. Se. Han. Abierto. Paso. A. Través. De. Las. Patrullas! Mi. Primo. Exalación. Intentó. Deternerlos. Con. Unos. Cuantos. De. Mi. Gente. Pero. Los. Han. Asesinado. A. Todos…!



-¡Maldición! ¡Son hábiles los malditos! – Exclamo otro miembro del consejo. Un semi-elfo vestido de forma sencilla y un tanto rústica.



-No os preocupeis, Lord Piel – Susurró otra figura con una voz similar al crujido de un olmo bajo la tormenta -. Uno de los míos, Acebo, se encuentra apostado cerca de la Torre. El los interceptara y nos librara de ellos para siempre.



-No os falta razón, Lord Roble. Acebo es muy capaz y competente. El nos librará de esos molestos intrusos. – exclamo satisfecho Lord Piel.



El pequeño Quickling comenzó a saltar inquieto de un pie a otro.



-¿Qué pasa? ¡Habla! – exclamo el Duque.



-Cuandolosdeje… Perdón. Cuando. Los. Deje. Estaban. Terminando. De. Quemar. Al. Pobre. Acebo. Y. A. Los. Árboles. Que. Él. Animó…



Lord Roble comenzó a bramar con una voz cavernosa y lúgubre. El restó del consejo comenzó a gritar alarmado.



-¡Los tenemos a las puertas!



-¡Llamad a la guardia!



-¡Rápido! ¿Dónde esta mi caballo?



Un sonoro golpe del bastón del Lord Hechicero puso fin al tumulto.



-Silencio, hermanos. Esta visto que hemos subestimado las capacidades de esos malditos, aún cuando sabíamos que eran poderosos y hábiles. Un grabe error por nuestra parte. Tendrán que encargarse de ellos varios de entre los nuestros. ¿Algún voluntario?



Los miembros del consejo se miraron entre ellos dubitativos.



-Yo iré – Crujió amenazador Lord Roble.



-Y yo con vos, hermano – afirmó Lord Piel.



-Debería encargarme yo personalmente de eliminarlos – manifestó Lady Margolia con voz neutra y fría, como si hablase de ir a comprar el pan a la esquina.



-No, Lady Margolia – negó el Lord Hechicero – A vos os necesitamos para el cuarto ritual. Y también a su excelencia el Duque. Y puede que a Lady Nieve. Además. Creo que dos miembros del Consejo bastarán para ahuyentar a esos intrusos. Deben venir debilitados tras enfrentarse a las hordas Unseelie y al infortunado Acebo.



-¿Ahuyentar? Pienso fertilizar los bosques de los alrededores con sus cuerpos resecos y despedazados – manifestó con un crujido siniestro el llamado Lord Roble, mientras salía de la sala acompañado por Lord Piel.



-Esos dos no serán capaces de frenar a Jhaelryna, Mara, Hook y los posibles aliados de los que dispongan – manifestó con voz atona y fría Lady Margolia.



-En efecto. Aun suponiendo que logren emboscarlos, estimo las posibilidades de que logren expulsarlos en cuatro sobre diez. Y solo dos sobre diez para que logren matarlos – confirmó Lord Observador.



-En caso de que logren sobrepasarlos y entrar en el complejo, yo y los dos hermanos que tengo a mano nos encargaremos de ellos. – Manifestó el sujeto de aspecto desagradable, saliendo también de la estancia – Vosotros ocupaos de lo que realmente importa. ¡Completad los rituales!



-Mandaré a mi escudero, Sir Pernubal, a proteger el complejo también. Además, tiene una cuenta pendiente con esas dos… Le agradará redimir su anterior fallo.



-Como deseeis Lady Margolia.



Inadvertidos para todos, la mujer de blanco, la denominada Lady Nieve, sujetó un medallón y a través de él mando una llamada



“¿Si, mi señora?



“Los intrusos se dirigen hacia el patio de armas. Lord Roble y Lord Piel han ido a interceptarlos. Toma la varita blanca de entre mis pertenencias y asegúrate que ninguno de ellos abandona vivo el patio.



“¿Lord Roble y Lord Piel incluidos?



Lady Nieve dudó un segundo.



“Si ves que cabe la posibilidad, inclúyelos también. Pero no antes de que hayan acabado con los intrusos Y recuerda que el frío no afectará a Lord Roble.

Si nuestros colegas fuesen perdiendo el combate, ayúdales en lo que puedas y elimina a alguno de esos entrometidos. Si ves que el combate está perdido, huye y ven a informarme.



“Así se hará, mi señora.



“Que la Dama Blanca te guíe.



Lady Nieve asintió para si misma. Bien estaría que esos aventureros entrometidos acabasen con algunos de sus colegas del Consejo. Así serían menos a repartir cuando lograsen sus objetivos.



En un rincón de la estancia, Lord Observador contemplaba a Lady Nieve, y sonreía.