martes, 18 de diciembre de 2012

BANDO

Bando de los Lores de Waterdeep
 
A la atención de los ciudadanos de la ciudad de Waterdeep:
 
Estimados ciudadanos, me complace informaros que a finales del mes de Uktar, antes de la temporada de nieves, se celebrará en nuestra noble ciudad una importante conferencia a la cual asistirán delegaciones de numerosos miembros de la Alianza de los Lores, así como otros estados amigos, incluidos representantes de los estados elfos de Evermeet y Evereska, de los enanos de la Ciudadela de Adbar y otras muchas comunidades. Las reuniones trataran sobre temas de suma importancia para todas las gentes del Norte.
El Consejo solicita la máxima cooperación de todos los habitantes de la ciudad con el fin de garantizar la seguridad y el orden en nuestra gran urbe durante las fechas en que dure la conferencia, y se realiza un llamamiento a la población a la comprensión y amabilidad con los representantes y sus sequitos, recordando que muchos proceden de sociedades o culturas que difieren de las de nuestra noble ciudad.
Con el fin de celebrar tan importante evento, se decretaran distintos festejos y eventos, cuando el clima lo permita, incluyendo torneos de diversa índole. La asistencia a estos será gratuita y sus gastos correrán a cargo del erario de la ciudad. Así mismo, diez ciudadanos tomados del censo mediante sorteo serán invitados a las cenas dadas en honor de las delegaciones en Palacio, con el fin de que representen a la población general de nuestra ciudad en dichos eventos. Se ruega de dichos ciudadanos pulcritud y buenos modales.
 
Lord Piergeiron, Lord Descubierto, en nombre del Consejo de la Ciudad de Waterdeep

LA VIDA DE UN PAJE ES DURA

Gleyburn contempló encandilado como las dos estudiosas aventureras salían de las salas de archivos y rememoró de nuevo el tacto de la suave túnica que llevaba la mujer y el calor corporal que se adivinaba bajo ella, el aroma que desprendía, y su contoneante movimiento al andar. Las dos mujeres eran preciosas, en su opinión. Tanto la exótica elfa de piel dorada como la encantadora humana de pelo plateado, pero el joven se inclinaba mas por la humana. Parecía más simpática que la arrogante elfa. Y probablemente más accesible, incluso a los avances de un simple paje, con algo de suerte... Durante sus periplos acompañando a la hermosa sacerdotisa por los archivos había aprovechado para tener las manos mas largas de lo debido, y la mujer no le había partido la cara, ni insultado, ni nada por el estilo. Eso, según su escasa experiencia era toda una invitación al cortejo.
 
La vida de un paje-ayudante en Candlekeep no era difícil, pero si podía llegar a  ser dura. Eran necesarios años de entrenamiento para ir adquiriendo los conocimientos imprescindibles solo para moverse por los inmensos archivos de la fortaleza, no ya para buscar los tomos o pergaminos que solicitaban los visitantes. Existía toda una jerarquía dentro de los pajes según sus conocimientos, capacidades y experiencia.
Gleyburn no estaba muy alto en esa jerarquía.
Con casi veinte años, ya debería haber ascendido a ayudante de bibliotecario, pero el pobre chaval no estaba especialmente dotado. Era un buen trabajador y "un buen chico" como decía su jefe, el Maestro Secretario del Norte, pero luego añadía que era descuidado, carecía de la concentración necesaria y necesitaba más entrenamiento. Y ahí continuaba, como paje-ayudante.
El problema de Gleyburn es que no tenía clara su vocación. Candlekeep estaba al cargo de una orden monacal conocida como "los Admitidos" (por cuanto que tenían acceso a todo el archivo, al contrario que los ocasionales visitantes del mundo exterior), y como todas las ordenes de monjes, tenían sus restricciones y votos. No todos los que residían en la fortaleza pertenecían a la orden, pero si muchos de ellos, y la verdad es que todos aquellos que querían trabajar en serio en los archivos acababan ingresando.
Sin embargo, el joven estaba aún demasiado anclado al mundo material como para tomar los votos y centrarse en sus deberes. Le gustaban otras cosas aparte de sumergirse y perderse en los archivos. Le encantaba el juego, beber algo fuerte de cuando en cuando y, desde hacía algún tiempo, le atraían enormemente las mujeres. Y de esas no había demasiadas en Candlekeep, y las que habia aparentemente no estaban demasiado interesadas en el.
De ahi que siguiese abstraídamente a las exóticas visitantes mientras salían del archivo y su mente navegase por fantasias que poco tenían que ver con los pergaminos.
 
-¡Ay! - exclamó cuando un capón lo sacó bruscamente de su mundo de ensueños carnales. Se giró y vio a su compañero Arcadio, que le miraba con una mezcla de sorna y preocupación. Arcadio era casi cinco años más joven que él, pero mucho mas avanzado en sus estudios.
 
-¿Soñando despierto de nuevo, Gleyburn? Si te pilla el Maestro papando moscas de esa manera te vas a tirar limpiando las baldas toda la vida.
 
-Perdona, Arcadio, es que estaba, hmmmm....
 
-No tienes que pedirme perdon, Gleyburn. Es normal que te asombren nuestras dos visitantes. Son fascinantes ¿no crees? Son famosas aventureras. Si yo te contase las hazañas que han llevado a cabo y lo que se dice sobre ellas... La elfa, Lady Jhaelryna Viconia, tiene hasta un par de panfletos escritos por bardos meto-mentodo que han intentando narrar su historia. Me parecen que son más una colección de rumores y habladurías que un estudio serio, pero aún así, eso ya da idea de lo famosas que son. Ojala pudiese realizar yo un estudio en firme sobre ella y escribir algo que le hiciese justicia. Pero me temo es bastante reservada y no suelta prenda. ¡Como se enfadó cuando le pregunte sobre algunos detalles! Para sonsacarle los datos necesarios tendría que mantenerme en contacto con ella y trabajármela durante bastante tiempo, y no creo que al Maestro le hiciese gracia que abandonase mis deberes. 
 
Gleyburn pensó que a él también le gustaría mantener el contacto durante bastante tiempo con ellas – con cualquiera de ellas – y más aún trabajárselas, pero no precisamente para escribir un libro; aunque de eso nada dijo a su entusiasta compañero.
 
-Bueno, ¿que es lo que querían? - preguntó con interés el joven estudioso, sacándolo nuevamente de sus fantasías y comenzando a caminar ociosamente por los jardines que rodeaban el archivo.
 
Ninguno de los dos se fijó que un jardinero que desempeñaba sus labores bastante cerca de ellos y que se dedicaba rastrillar el camino entre los setos con bastante desgana.
 
-¿Eh? hmmm, pues se pusieron a mirar los tomos de criptografía e historia, y luego andaban preguntando si conocía algún estudioso Halfling. Ya ves. No es que tengamos muchos por aquí ¿verdad? ¿Tú conoces alguno, Arcadio?
 
-Bueno, pueeessss... Si, de hecho si. Tenemos al genealogista, el señor Cañada. Últimamente suele rondar las criptas, ya que anda trabajando en un estudio sobre los sabios de antaño enterrados ahí abajo - contesto con premura el joven. No solo conocía a todos los sabios de la ciudadela o los estudiosos visitantes, si no que solía estar al tanto de sus proyectos.
 
¡Genial! Voy a buscarle. Gracias. Nos vemos luego en la sala común y te cuento. 
 
Arcadio contempló como su compañero salía corriendo desmañadamente hacía los panteones.
Pobre Gleyburn, pensó tristemente, no creo que tengas muchas oportunidades con ninguna de las dos, y la verdad es que fuiste afortunado que Lady Mara no te arrancase la cabeza de cuajo por esas manos tan largas tuyas. Pero bueno, al menos esa esperanza te incitará a hacer un buen trabajo, y puede que el Maestro lo aprecie.
Girándose comenzó a andar distraídamente hacia las salas de los estudiantes, con tan mala fortuna que tropezó aparatosamente con un rastrillo que estaba tirado descuidadamente en su camino.
 
-¡Arg! ¿Pero quien demonios ha dejado aquí esto?
 
Un rato después, Gleyburn salía tan contento de las criptas. Había conseguido que el excéntrico señor Cañada accediese a hablar con las dos visitantes, pero tendrían que ir a verle a las criptas, ya que el Halfling afirmaba estar demasiado ocupado como para perder el tiempo abandonado sus investigaciones. En cualquier caso, seguro que estarían contentas de que hubiese encontrado lo que le habían solicitado.
Tan distraído estaba que tropezó aparatosamente con una mujer que justamente entraba en las criptas, ésta, perdiendo el equilibrio se agarró a él desesperada, y le clavo dolorosamente las uñas en el antebrazo, pero aún así acabó en el suelo.
 
-¡Ay! – chilló, y luego viendo a la mujer levantándose a sus pies se precipitó a ayudarla – Oh, lo siento, señora, perdonadme, no os vi entrar
 
-No os preocupéis, joven. No me he hecho daño. Al contrario, soy yo quien os pido disculpas, la entrada a estos subterráneos es estrecha y peligrosa, y yo iba distraida. ¡Oh! Os he hecho sangre, permitidme que os cure.
 
Y rebuscando en una bolsa que llevaba prendida, sacó un paño y una botella de licor, con los que procedió a limpiar el arañazo que le había hecho. Ardía y picaba, pero el joven aguantó estoicamente mientras miraba a la mujer. No es que fuese muy llamativa, y de hecho creía no haberla visto nunca por la fortaleza, pero recordaba mal a la gente, y tenía algo curioso, un aire de fría eficiencia y distanciamiento que la hacía extrañamente atractiva.
 
-Disculpadme señora, pero ¿bajáis a las criptas a menudo con botellas de licor? – inquirió sonriente. La mujer le devolvió la sonrisa, y rió quedamente.
 
-Mi  tío está enterrado ahí abajo. Cada vez que vengo a Candlekeep visitó su tumba y le abro una botella de su licor favorito, como homenaje, podríamos decir. Pero me parece que en esta ocasión se va a quedar sin ella – dijo mirando la botella abierta
 
-Vaya, cuanto lo siento
 
-No es culpa vuestra joven. Y nuevamente os pido perdón por el arañazo. Perdí el equilibrio, me asusté y me agarré con demasiada fuerza. Mirad, como compensación, os regalo lo que queda de licor. Así podréis brindar con vuestros compañeros a la salud de mi tío. Supongo que eso también le hubiese gustado…
 
De modo que Gleyburn volvió a las salas de los pajes con una invitación para sus visitantes, un arañazo que le ardía como los mil infiernos y una botella abierta de un exótico licor en el bolsillo. Además, se sentía raro, como febril. Debía estar incubando algo.
La vida de un paje es dura, pero en ocasiones también es extraña, meditó mientras se secaba el sudor de la frente.
 
-Chicos os traigo un obsequio de una dama – proclamó al entrar en las habitaciones, agitando la botella. Los otros pajes le aclamaron, y entre todos dieron buena cuenta del licor.
 
-Vaya gusto raro que tenía ese licor. Eso si, fuerte si que era. Se me va la cabeza.
 
-Creo que era un licor del norte, Zzar o así se llama.
 
-A mi me ha gustado, pero madre mía, siento todo el cuerpo como si estuviese en llamas…
 
Gleyburn se sentó pesadamente en su catre. Sentía el cuerpo acalorado y la cabeza extrañamente pesada y espesa, como si tuviese gripe. Además, le irritaba todo el bullicio que montaban sus compañeros. De repente constato con horror que había cerrado los puños y estaba considerando seriamente meterle un puñetazo a varios de ellos.
 
Justo en ese momento entró Arcadio, y contempló asombrado el panorama.
 
Por Oghma! Vaya juerga que os habéis metido. Apesta a alcohol desde el pasillo, y esos gritos… Será mejor que salgáis a pasear y despejaros un rato, porque como los maestros os encuentren así os pondrán a limpiar los establos como poco.
‘Gleyburn, ¿no tienes que acompañar a Lady Viconia y Lady Mara a hablar con el halfling en un rato? Anda, despéjate tú también. Además, a esas horas ya habrán cerrado la cripta, y el Señor Cañada no va a subir a abriros, así que no te olvides de pasarte por el cuerpo de guardia y que te den las llaves.
 
El resto de pajes salió murmurando y tambaleándose al fresco atardecer, y parecieron acompañar a Gleyburn hacia el cuerpo de guardia. Arcadio les miró con bastante asombro, y luego cogió la botella de licor que rodaba abandonada por el suelo de la habitación.
¿Todos así con una única botella de este tamaño?
 
Mientras tanto, Gleyburn avanzaba a buen paso hacia el cuerpo de guardia, aturdido y algo desorientado.
Tengo que llevar a las dos visitantes a las criptas. Tengo que llevar a las dos visitantes a las criptas. Por los dioses, que sitio siniestro. Tendré que protegerlas. Creo que me haré con una daga en la guardia. Si. Buena idea. No queremos entrar allí abajo desarmados ¿no? Que calor hace… Tengo que llevar a las dos visitantes a las criptas… Se repetía una y otra vez como una cantinela. Las criptas y las dos aventureras le esperaban. En especial la preciosa Mara.
Seguro que se alegraría de verle.
El la protegería…

martes, 4 de diciembre de 2012

Se aproxima el invierno. Un mal invierno...

Anochecía en la Ciudad de los Esplendores, y si el día había sido frio, ventoso y con fuertes chaparrones de agua-nieve, la noche en absoluto auguraba un clima mejor.

William Tums, conocido como "El Palas" en bastantes tabernas, andaba ruidosamente entre los panteones y monumentos de la Ciudad de los Muertos, con la herramienta que le daba el mote en ristre sobre el hombro izquierdo y una lámpara de aceite cubierta en la mano derecha. Su progreso se podía seguir fácilmente, no solo por el ruido que hacia al chapotear con sus pesadas botas impermeables, si no por el sonido monocorde de sus gruñidos y maldiciones, intercaladas con algún sonoro estornudo. No fue ninguna sorpresa por lo tanto que la patrulla compuesta por cuatro aburridos miembros de la guarida de la ciudad, que siempre estaban vigilando el cementerio por la noche para prevenir vandalismos o robos en las tumbas, fuesen raudos a comprobar el origen del tumulto. Se le oía bien, pese al viento y la lluvia.

- Vaya, Palas. ¿Que haces por aquí tan tarde? ¿No sabes que ya han cerrado las puertas del cementerio? - preguntó el cabo al cargo de la patrulla.

- Jajaja. Seguro que se quedo dormido agarrado a una botella de Zsar en algún mausoleo bien resguardado - comentó jocoso otro de los guardias

- Arg - gruño el enterrador, escupiendo una pesada flema - Como si no supiese que hora es. Pero hay trabajo acumulado, listillo. Varias tumbas nuevas, y aún me queda por tomar las medidas a varios nuevos clientes que ingresaron a última hora. El hecho de que vosotros holgazaneeis por los parques durante toda la noche blandiendo neciamente vuestras armas y jugando a los soldaditos no quiere decir que los pobres trabajadores no se deslomen de verdad por la ciudad...

Los miembros de la guardia encogieron los hombros y se despidieron precipitadamente de El Palas. La noche era larga, y no era cuestión de hacerla más larga aún escuchando las interminables quejas del grosero individuo.

- Jóvenes impertinentes y mal educados - gruñó el enterrador mientras se hurgaba la oreja, para acabar con un sonoro estornudo y un nuevo escupitajo. Y continuó su pesado andar con maldiciones redobladas – Vaya tiempecito. Nada normal para estas fechas. Se nota que se aproxima el invierno. Un mal invierno…

Finalmente, su camino le llevo a un edificio de ladrillo, bajo y anodino, localizado no lejos de las puertas del cementerio. Varios carros aparcados en las cercanías y un gastado letrero sobre su puerta lo identificaban como la morgue de Waterdeep. No había luces en su interior, y dentro hacia solo un poco menos de frío que en el exterior, lo que significaba que era un sitio bastante desapacible, pero El Palas ya estaba acostumbrado. Entró ruidosamente, con ruido de candados y puertas abiertas sin contemplaciones, pisotones y blasfemias varias, y pronto estuvo en la sala de preparación.
En ella reposaban cinco ataúdes de madera barata sobre otras tantas mesas de piedra. Palas blasfemo, pero respetuosamente se abstuvo de escupir. Había estado presente cuando la guardia había traído los ataúdes, y sabia que las victimas procedían del brote de cólera que se había declarado en la zona baja de la ciudad. Oficialmente el brote estaba controlado, pero había al menos veinte victimas y dos miserables callejuelas aún cerradas por las autoridades.
Normalmente, el brutal enterrador no dudaba en abrir algunos ataúdes a ver si podía aliviar a los difuntos de algunas posesiones que no hubiesen reclamado sus dolidos deudos o la propia guardia. Algún anillo por aquí o por allá, pendientes, pequeños amuletos, o si se terciaba incluso el ocasional diente de oro. Todo desaparecía rápidamente en sus bolsillos y el ataúd era cerrado nuevamente y como nuevo. La paga de enterrador no era muy elevada, y El Palas era dado a beber en exceso. Después de todo no hacia mal a nadie ¿verdad que no?
Sin embargo, ni el curtido individuo estaba tan loco como para abrir ataúdes con victimas del cólera dentro. Estos se irían al hoyo tal cual.

-Una pena, una auténtica pena. Que desperdicio. Aunque bien mirado, viniendo de esos barrios, no creo que llevasen mucho encima - murmuraba filosóficamente mientras medía los ataúdes con un cordel.

La labor de Tums le llevó finalmente al cuarto ataúd, pero cuando comenzó a medirlo contempló asombrado que la tapa estaba suelta y desclavada. Y el recordaba que todos habían llegado bien cerrados y con precintos de la Guardia. ¿Quién habría sido tan loco de abrir la caja de un apestado? Solo se le ocurría un posible culpable, su colega de profesión y hurtos a los muertos, Hon Woods.

-¡Hon! – susurró – Se que andas por ahí. ¿Cómo se te ocurre abrir el ataúd de estos? ¿No estabas cuando los trajeron? ¡Murieron de peste! ¿Estas chiflado o tan mal andas de pasta?

Comenzó a moverse con cuidado por la habitación, pero tropezó con algo tirado en el suelo que tintineo pesadamente: una palanca. La palanca de Hon. De acero forjado, pesada y fiable, bien la conocía él. Con ella y con su pala, él y su compadre se habían cargado a un necrófago hacía ya tiempo en el viejo panteón de los Tamish. Hon la quería como a una hija, y no la hubiese dejado tirada por ahí así como así.

-¿Hon?

Preparando la pala con ambas manos, tras dejar la lámpara sobre una de las mesas, y con un sentimiento de fatalidad, dio la vuelta al último pedestal, y ahí estaba Hon, tirado sobre el frío suelo. El Palas se precipitó sobre su compinche, y comprobó que aún vivía. Sin embargo, su aspecto no era muy saludable. Respiraba con dificultad y de forma jadeante, y sus manos se crispaban cada poco, como si sufriese dolorosos espasmos. Un poco de baba se filtraba por la comisura de sus labios, y sus ojos permanecían fuertemente cerrados. Sin ninguna duda sufría algún tipo de ataque.

-¡Resiste compadre! Voy a buscar ayuda – exclamó El Palas.

Se giró para ir hacia la puerta, pero luego lo medito “El ataúd. No lo puede encontrar abierto, o estaremos en un buen lío. Un par de martillazos y arreglado”

Acercándose al féretro comenzó a mover la tapa para ajustarla, pero entonces vio el cuerpo que guardaba; y éste le devolvió la mirada.
A lo largo de los años El Palas había visto bastante: zombis, esqueletos, el ocasional necrófago y en una ocasión hasta el afamado fantasma de Lady Debournhe. Después de todo, es lo que tenía trabajar en un cementerio; que los no-muertos formaban parte del lote. Pero jamás había visto nada como lo que le miraba fijamente a él. Los ojos de la criatura eran de un azul cobalto, como metal líquido, y brillaban con una fuerte luminiscencia, como si un fuego frío ardiese en el interior del cráneo del cuerpo. Sus pulsos eran casi hipnóticos, y el enterrador comenzó a retroceder cuando el ser se incorporó parcialmente y sacó el torso del ataúd.

Entonces sonrió. La cosa sonrió.

Tums comenzó a chillar como un poseso, a la máxima capacidad de su cascada garganta.

Nadie oyó sus gritos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

LA VÍBORA SIGUE A SU PRESA


Un gran despacho, lleno de todo tipo de escritos, pergaminos, candelabros. Una chimenea crepita, prácticamente apagada. En una pared destaca un cuadro del Rey Azoun IV y otro de Vangerdahast su principal consejero. Sobre una mesa llena de manuscritos una vela ilumina tenuemente una grotesca escena. Un humano con túnica morada y el símbolo de los magos de guerra de Cormyr está postrado sobre la mesa, la cabeza apoyada sobre unos pergaminos, sangra ligeramente por una herida en la parte posterior de la cabeza. Todo el despacho está revuelto, con todo tipo de objetos tirados por el suelo. Una pequeña figura alza un pequeño pedazo de pergamino:

- Ahhhhyyyy, aquí estaaaa. Mmmm, veaaaamooosss.-

La pequeña figura lee con atención y rapidez la carta. Parece conversar con la figura inconsciente del mago.

- Vayaaa, vayaaa, que interesante ¿verdad?, así que la amiga y protectora de nuestra amiga es más lista de lo que parece, lo esconde en es halo de inocencia y de no haber roto un plato en su vida, ja, ja, ja. Así que soy una loca peligrosa, con sangre drow, y uso medios mágicos para seguir a mi amiga Eliara. No vas mal, no vas mal, perrilla, pero yo no estoy loca. Fíjate amigo mío...-

Salinna mira al inconsciente mago sangrando, sonríe:

- Parece que nuestras amigas se dirigen a la 'Noble Ciudad', interesante, así que un contacto en esa elegante posada, mmmm, seguro que hay elfos guapos por allí. ¿Cómo nos íbamos a perder tan glorioso encuentro entre padre e hija? Jajajajaja. Un buen padre mandará escoltas, y ¿por qué no, un regalo?. Querido amigo, seguro que se teleportan, se van a poner gorditas con tan poco caminar, ¿no crees?-

El hechicero se mueve ligeramente, -mmmmhhhh...queee´?-

Recibe otro ligero golpe en la cabeza, que vuelve a tumbarlo contra los pergaminos.

- Tssss, queridoooo, escuuuuchaaaa. Estos hombres, no saben escuchar. Así que la noble Aura Stronghand ¿juró porteger a mi amiga Eliara? Interesante, e inconveniente, esa perra es poderosa, pero los poderosos también tienen puntos débiles, en algún momento bajaréis la guardia mi querida Aura, seguro que siiiiii, de hecho debo agradeceros este estupendo informe de lo que pensáis hacer...Bueno echaremos un vistazo a esa posada a ver cómo es. Me temo que si entra en la Noble Ciudad no podremossss conocernoooos del todo Eliara. Pero no entraréis, o ¿quizás si? Con los pies por delante, si puede que así, si...-

La pequeña figura deja el pergamino en el suelo, mira a su víctima con una sonrisa.

- Ahhhy, lástima que esta tierra esté tan vigilada por esos dragoncitos morados, si no cómo nos lo habríamos pasado tu y yo. En fin, tengo prisa, y me has dado lo que necesitaba, así que vivirás un poco más, suerte que no me has visto, si no, no podrías seguir respirando...¿verdad?-

Salinna sale con suavidad del despacho, por una ventana entreabierta, sin el menor ruido y por medio de un cordel cierra la ventana desde el exterior, y desaparece como un gato en la noche.

LOS MALOS TAMBIÉN SE ENAMORAN


Un corpulento humano se arrodilla dentro de un círculo hecho con velas negras y lo que parece ser sangre trazando unos extraños símbolos. Sus dos ojos llenos de un extraño fulgor verde se elevan y miran con atención una figura azulada que se forma frente a ellos:

- Milady, os he dado el tiempo solicitado, los Purple Dragons fueron distraídos por grandes manadas de lobos, y vuestras dos amigas distraídas por una pequeña tribu de gigantes. Esa pequeña psicópata que va tras la elfa me desagrada profundamente, y os pediría que no me mezclaseis en más negocios con ella, creo que podemos terminar mal. Si no es mucha molestia...desearía recibir mi estipendio cuanto antes.-

La figura azulada frente a él sonríe, es una anciana, con varios tatuajes por la cara, y responde con voz muy calmada:

- Por supuesto jovencito, aquí tenéis...-

Se forma un óvalo plateado, y una bolsa cae a los pies del corpulento hombre, con un suave tintineo.

- Pero contadme, qué ocurrió, estaba pendiente de la familia del caballero y no vi vuestras nobles acciones.-

- Milady, les preparé una pequeña sorpresa, era únicamente cosa de hacer tiempo, como señalastéis, esos Purple Dragons son problemáticos, me costó un considerable esfuerzo distraerlos con esos lobos. Milady, esa guerrera sagrada...-

- ¿Qué joven Yojar?, has hecho un buen trabajo, ¿pero que ocurre con ella?-

- Milady, es una joya, una flor sin igual, a la que no deseo lastimar.-

- Ahhhy...la juventud, esos sofocos, esos buenos momentos...os entiendo, hace tiempo que no siento esa pasión, mas recordad que nunca os he pedido que la lastiméis, tan sólo que la entretengáis, mi sobrino necesitaba algo de tiempo. No le deseo ningún mal a Lady Stronghand.-

Al tiempo que pronuncia estas palabras la anciana Cospedaar esboza una imperceptible y ligerísima sonrisa. La voz grave de Yojar continúa:

- Mmmm, bien Milady, trataré de entretenerla, pero sin dañarla, recordadlo, nuestro acuerdo es firme, no dañaré semejante flor. Y si esa estúpida que usáis como solucionadora de problemas se vuelve a interponer o vuelve a intentar darme órdenes,...bueno tendré una conversación con ella que no olvidará.-

- Bien, bien, un trato es un trato. Cuidad de vuestra flor y tendréis oro suficiente para agasajarla hasta la vejez. En cuanto a la pequeña Salinna, no os preocupéis, ella sólo persigue a la elfa, para ella es una cuestión de honor, y no creo que deje su presa, no está en mis  viejas manos, pero procuraré que no os encontréis de nuevo. Espero que eso os sea suficiente.-

- Milady, en ese caso, no tenéis de que preocuparos, cuidaré de mi flor, vos cuidad de mi oro, y de que llegue puntualmente.-

El corpulento humano hace una suave reverencia. La imagen de la anciana sonríe, y se desvanece. Yojar se levanta ágilmente, y deja la pequeña habitación con rapidez, pensando:

- No os preocupéis mi flor, pronto estaremos juntos de nuevo, y aprenderéis a amarme...-

domingo, 11 de noviembre de 2012

Carta de Aura Stronghand a Eliandor Moonfist


Como está visto que la psicótica asesina Salinna es realmente una oponente de armas tomar y es muy escurridiza, Aura no está segura de poder atraparla y de proteger debidamente a Eliara, así que en algún momento escribirá esta corta misiva y pagará a algún mago para que la transmita al padre de Eliara:

Carta de Aura Stronghand a Eliandor Moonfist

Al honorable Eliandor Moonfist, capitán en la guardia de Evereska.

Poderoso señor, probablemente no halláis oído hablar siquiera de mí. Mi nombre es Aura Stronghand, servidora del dios de la justicia Tyr y nativa de la ciudad de Waterdeep. Tengo el honor de llamar a vuestra hija amiga, y juntas hemos realizado bastantes viajes y nos hemos enfrentado a múltiples peligros. Hace algún tiempo, vuestra hija consideró conveniente abandonar Evereska por motivos personales, y compartiendo conmigo algunos temores con respecto a su seguridad y relativos a ciertos enemigos, tuve a bien realizar un voto de mantenerla a salvo en la medida de mis limitadas capacidades; máxime dado su estado de avanzada gestación.
El caso es que vuestra hija ha sido tomada como objetivo por una peligrosísima asesina que responde al nombre de “la víbora negra”. Una extraña semi-elfa de piel grisácea que creo probable que posea algo de sangre drow, si bien tampoco puedo asegurarlo. Esta asesina ya ha atentado dos veces contra la vida de Eliara, y si bien en ambas ocasiones logré intervenir para ayudar a vuestra hija, temo no poder anticiparme a los nuevos intentos que realice esa malvada en el futuro, ya que es muy habilidosa, persistente y además está completamente loca. También es una experta en el empleo de exóticos venenos y drogas.
Dada la situación, si no lograse capturar a esa criminal con un plan que ando fraguando, estoy pensando en llevar a vuestra hija a Evereska, donde si bien es verdad que no podré protegerla personalmente (dadas las prohibiciones relativas a la entrada en la ciudad), creo que se encontrará bastante más segura que viajando por los Reinos o siendo mi huésped en Waterdeep.
La Vivora Negra parece capaz de rastrear de algún modo la localización de vuestra hija y viajar rapidamente hasta allí, probablemente por medios mágicos, de modo que pienso que Eliara estaría más segura en una ciudad donde generalmente se prohíbe la entrada a aquellos que no pertenecen al pueblo élfico y además, si los rumores son ciertos, existen poderosas salvaguardias mágicas contra el espionaje y los métodos de viaje mágicos.
Es por ello que os informo de todo esto, de modo que si nos presentásemos en las puertas de Evereska (en la población abierta de Halfway Inn), os ruego que tuvieseis a bien venir a recoger a Eliara y escoltarla hasta la ciudad, y si fuese necesario ayudarnos a convencerla de que es el método más seguro para garantizar su protección hasta que esa asesina pueda ser arrestada. Perdonad mi atrevimiento, pero vuestra hija puede llegar a ser muy obstinada; no obstante creo que atendería a razones si vos secundaseis nuestra propuesta.

Humildemente vuestra

Aura Stronghand

CARTA DE JHAELRYNA A LA APA


A la noble APA y a los padres de los alumnos desaparecidos,

Estimados señores,

Lamento profundamente los recientes hechos acaecidos en la universidad, y procuraré que en el futuro no se repitan, aunque deben comprender que la universidad es una zona muy grande y difícil de controlar. Por supuesto se pondrá una escolta especial a sus hijos, si deciden regresar a los estudios. Les he enviado de nuevo a sus casas, junto con sus padres, esperando que se recuperen de los terribles hechos que han vivido.

Como responsable de la universidad, sin duda tengo parte de culpa, y les pido mis más sinceras disculpas, tanto a ustedes, sus familias y a los alumnos implicados. Tan solo puedo prometerles que velaré por la futura seguridad de sus hijos en la medida de mis posibilidades, e intentaré aumentar el número de guardias en el campus. Por supuesto si desean poner escoltas a sus hijos, lo entenderé, y no habrá problemas para acomodarlos en el campus.

Repito, mis más sinceras disculpas, y me alegro de que todos sus hijos estén sanos y salvos,

Espero que deseen continuar sus estudios,

Reciban un cordial saludo,

Jhaelryna Viconia.

La carta va acompañada de un reembolso de la matricula pagada por ese año.

viernes, 2 de noviembre de 2012

MISIVA DE JHAELRYNA A LA IGLESIA DE ANGHARRADH


A la noble ciudad de Taltempla, al Hall of Trifold Harmony, Evermeet. Misiva personal para el Triunvirato de la noble Iglesia de Angharradh.

Por la fertilidad, la siembra, los nacimientos, la defensa, la sabiduría, venerando a la Unión de Tres, por la Reina de Arvandor.

Mis estimadas señoras Faranni Omberdawn, Blythswana Iliathor y Renestrae Narbleth,

Me dirijo a ustedes por un importante hallazgo que he hecho hace un tiempo con unos leales amigos, no todos ellos elfos, pero han sido discretos por el momento. Tengo el inmenso placer de comunicarles que hemos hallado la antigua Torre de las Tres Diosas en Una, de los antiguos tiempos de las Guerras de la Corona. Dentro de la enorme construcción encontramos criaturas terribles, entre ellas un Demonio de gran poder al que derrotamos con sumo esfuerzo y varios fantasmas de nuestros antepasados aún atrapados allí, a los cuales no sé cómo liberar de su maldición.

Me dirijo a ustedes en busca de consejo, si tienen a bien formalizar una reunión para discutir qué hacer con tan fabuloso descubrimiento se lo agradecería enormemente. No creo que dado el emplazamiento pueda mantenerlo oculto por mucho tiempo. Quisiera saber la opinión de la Iglesia de Angharradh al respecto, si deberíamos desenterrar todas las construcciones, pues están a muchos metros bajo tierra, o por el contrario mantenerlas a salvo de miradas indiscretas.

Su emplazamiento exacto está en el campus de la Universidad del Cisne Plateado, muy cerca de la ciudad conocida como Waterdeep, concretamente en las inmediaciones del lago, les adjunto las coordenadas exactas y un mapa del campus para que lo localicen con facilidad.

Por supuesto lo que la noble Iglesia de Angarradh decida al respecto, me parecerá correcto y oportuno, no discutiré sus decisiones, al tratarse de un Santuario de tanta importancia.

En nuestra exploración, también debo comunicarles, que conseguí neutralizar el antiguo Mythal del Templo, que aún emanaba ciertos poderes, pero estaba corrompido.

Espero que este descubrimiento les alegre tanto como a mi, y por supuesto les invito a visitarlo cuando lo deseen, no está completamente 'limpio', pues no lo exploramos totalmente, y aún hay fantasmas residentes, y creo que muchas cámaras por limpiar e investigar.

Siento mucho no haber comunicado esta importante noticia antes, pero he tenido un largo período con muchos problemas que solucionar, espero que lo comprendan.

Espero noticias suyas,

Reciban mis más cordiales saludos,

Jhaelryna Viconia

lunes, 29 de octubre de 2012

EL RESCATE DE UN ENEMIGO


Un estrecho sendero de cabras, en un paisaje helado, está todo nevado y a penas se ve un árbol de vez en cuando. Una figura encorvada avanza con dificultad por el sendero, apoyándose en un largo bastón. Lleva una raída y vieja capa de color grisáceo, la capucha sobre la cabeza evita que se distingan sus rasgos, tan sólo asoman unos cuantos pelos canosos. La figura cruza un pequeño pueblo de casas alargadas, está atardeciendo, y no hay nadie por la calle, un perro ladra en la lejanía.
Finalmente la pequeña figura se acerca a una construcción como las anteriores, alargada, aunque de mayor tamaño, con la parte baja construida en piedra y las ventanas fuertemente enrejadas. Dos enormes humanos, rubios, apoyados en sus lanzas y con espadas anchas al cinto la miran desde lejos con desconfianza, llevan poca ropa a pesar del frío, nieva y sopla bastante viento. La anciana se acerca a los dos guardias, despacio.
Uno de ellos habla:

- ¡Anciana! ¿Qué haces a la intemperie a estas horas? busca refugio en alguna de las casas del pueblo, o al llegar la noche morirás de frío.-

La anciana responde despacio y sigue acercándose:

- Jovrmm...-

Su voz se pierde en el viento, parece debilitada por el frío. A unos pocos metros de los guardias se desploma sobre la nieve.

- Maldita sea, y ahora ¿nos tendremos que encargar de esa anciana loca? No podemos abandonar nuestros puestos, las brujas nos castrarán como poco...-

- Mmm, está bien, iré a echar un vistazo, veré si puedo meterla en alguna casa cercana, tu no te muevas de aquí.-

El último en hablar se acerca a la anciana, la recoge sin delicadezas y se encamina hacia el pueblo que está a pocos metros. Avanza despacio por la nevada y el viento, su compañero pronto lo pierde de vista. La anciana se abraza tiritando al cuello del fuerte hombre y le susurra con suave voz:

- Hoooolaaaa fortachooooón, gracias por el paseo, pero ahora tengo que hablar con tu compañeeerooo.-

Sin dejarle responder le hunde una daga con enorme precisión en el cuello. El enorme guerrero se desploma en la nieve en silencio, su sangre tiñe la nieve y humea.

La supuesta anciana se echa a un lado, y dando un rodeo se encamina de nuevo hacia la casa de ventanas enrejadas. Es prácticamente de noche cuando ve al otro guardia algo adormilado. Levanta una larga cerbatana y sopla con fuerza, lo siguiente que se oye es un ligero quejido, y el segundo guardia se desploma.

La pequeña figura piensa:

- Bueeeenooo, dos menos, me encanta mi trabajo...espero que no haya muchos ahí dentro, si no Monty no podrá volver a casa.-

Salinna empieza a escudriñar con sumo cuidado las ventanas y las puertas de la gran construcción, hasta que se para en una ventana. Saca unas extrañas y pequeñas herramientas y con un pequeño pincel barre las junturas de la ventana, acto seguido la abre en silencio absoluto y se cuela dentro. Está en una gran habitación, encadenado a una pared se encuentra Montorus, con la cara amoratada, la nariz rota y medio congelado por estar desnudo. A su lado una mujer rubia, enmascarada le hace preguntas sin cesar. Salinna desaparece en las sombras de la habitación, y en un instante está detrás de la enmascarada. Con una enorme velocidad, levanta la cara de la mujer con una mano, mientras con la otra la degüella, y por si no fuera suficiente, acto seguido la apuñala repetidas veces en la espalda y el cuello. La pobre mujer no tiene tiempo ni de gemir.

- Vayaaaaa, pero si es mi viejo amigo Monty, y veo que han montado una fiestecita sin mi, veo que os habéis divertido muchooo.-

Montorus intenta centrar sus hinchados ojos en la mujer que tiene delante, esboza una patética sonrisa con sus amoratados labios...

- Fi, ja, ja, ja, fi Falinna, nof hemof divertido mucho, pero te afeguro que no he dicho nada, por favor, libérame.-

La pequeña psicópata parece dudar unos segundos, y finalmente comienza a desatar al hechicero:

- Da gracias a que la Vieja te quiere vivo Monty, y a que no había demasiados guardias, si hubiera habido más, tendría que haberte liberado de...digamos otra forma.-

- Grafiaf Falinna, no olvidaré efto, te lo juro.-

- ¿Siiii?, ja, ja, ja, qué divertido Monty, bien, yo no olvidaré que tú no olvidarás, así que podemos decir que me debes una, y una importante.-

La pequeña mujer sujeta al hechicero, a pesar de lo pequeña que es, no parece costarle demasiado. Le quita la túnica al cadáver y se la echa a Montorus.

- Pooonteee esto, te sentará muy bien.- Salinna sonríe con maldad.

El hechicero la mira con odio, pero no dice nada y se viste con la túnica de la mujer. Acto seguido ambos se acercan a la ventana y salen con gran sigilo.

- No hagas ruido Moooontyyy, debemos alejarnos un poco de aquí antes de poder usar medios mágicos para largarnos. Esta zona está vigilada por las hechiceras, y seguro que fuertemente protegida contra teleportaciones. Sígueme, y no te quedes atrás, no pienso llevarte de la mano como a un niño pequeño, que quede claro.-

- Camina mujer y mete efa lengua viperina en fu fitio, no me quedaré atráf.-

Las dos peculiares figuras avanzan todo lo rápido que pueden, y se pierden en medio de una gran tormenta de nieve, parecen dos ancianos desarrapados en mitad de una ventisca.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Las Dos Caras de la Moneda

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA.. .
 
-Amplentur tenebrus! – Convocó una profunda voz en tonos estentoreos, utilizando la arcana legua de Netheril, olvidada eones ha, salvo por unos pocos iniciados.
-Amplentur tenebrus!- Contesto el coro como un solo individuo. Su respuesta produjo extraordinarios ecos en la subterránea sala. Los doce encapuchados se movieron inquietos y observaron la colosal caverna, con sus columnas basalticas y las fallas naturales que conducían a abismos insondables, de las cuales manaban malsanas bocanadas de nocivos gases y azufre, y ocasionalmente, llamas.
- Amplentur tenebrus. Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! - invocó el encapuchado presidente del aquelarre. Portaba una máscara que simbolizaba un cráneo de macho cabrío, adornada con runas y glifos, representativos de un mal absoluto y primigenio.
- Amplentur tenebrus. Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! –contesto nuevamente el coro. El presidente agarró un retorcido cuchillo de bronce y se inclinó sobre un altar, donde una figura se retorcía aterrorizada.
-Amplentur tenebrus! Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! Daemonius convoco, ad abiecto sanguinus sacrificium in terram, aperio portam dimensionalis ad reapse!- exclamó triunfal en enmascarado.
-Amplentur tenebrus! Execratio bonus, execratio vita, execratio deii! Daemonius convoco, ad abiecto sanguinus sacrificium in terram, aperio portam dimensionalis ad reapse! – con esta contestación, el brujo hundió brutalmente el cuchillo en la víctima y rajo buena parte del torso. La sangre corrió con rapidez sobrenatural por los canalillos del altar, goteando sobre un brasero de hierro negro; al caer sobre las llamas, estas adquirieron un tono mas rojo aún, y dieron una sensación de corrupción y viscosidad. Una espesa columna de humo se elevó del brasero.
-¡Ah!
Con un suspiro de exaltación, los cultistas se acercaron lentamente al brasero, observando detenidamente los extraños vapores que se elevaban de forma poco natural; todos menos el brujo, que movió imperceptiblemente la cabeza para mirar el brasero, y no la columna de humo.
 
Súbitamente, con un destello, el humo se abrió para mostrar una imagen de locura, donde ángulos geométricos imposibles se alternaban con cascadas de colores nauseabundos, mostrando una imagen de un paisaje de perdición tal que dos de los cultistas cayeron desmayados, y otro más perdió de tal manera el juicio que, profiriendo aullidos lastimeros y arañándose los ojos, se arrojó a una de las ardientes simas. El resto apartó raudo la mirada, con lo que no pudieron percibir en toda su gloria la grotesca y difusa sombra que cruzó rauda la apertura y se instaló en la oscuridad al otro lado del altar. La sala se llenó de su maligna presencia, y todos sintieron el equivalente a arañazos en sus psiques, mientras la demoniaca entidad tanteaba sus mentes y sus almas.
-¡Mi señor!- Exclamo sorprendido el brujo. Jamás antes entidad alguna había cruzado el portal, conformándose sus oscuros amos con arrebatar el alma y la fuerza vital de los sacrificios a través de la fisura.
La demoniaca presencia fijó en el su atención, y durante un momento algo repugnante y opresivo inundó su mente, aplastándola hasta el punto que creyó morir. Afortunadamente, la criatura percibió el daño que causaba y se retiró apresuradamente, sí bien con cierta reticencia. Dos infernales puntos de luz brillaron en las tinieblas, y un tenue resplandor ilumino lo que bien podría ser una monstruosa dentadura sonriente, con colmillos del tamaño de dagas. La mirada del ser se fijó en el cadáver del altar durante un momento, y este emitió un gorgoteo nauseabundo, abrió la boca y articuló sonidos, como si intentase hablar, pese a que la puñalada le había afectado, sin duda alguna, los pulmones.
 
-Utilizaré el sacrificio para comunicarme- barbotó el cuerpo, arrojando esputos de sangre- Los mortales no estáis mentalmente capacitados para una satisfactoria transferencia mental.
-¡Mi señor, cuanto honor! ¿A que debo la augusta presencia de su excelencia?- balbució el brujo. Le inquietaba la presencia del ser, con lo que demostraba un notable sentido común que solía estar ausente en los típicos cultistas.
-He entrado en este nauseabundo plano existencial cumpliendo los requisitos de NUESTRO SEÑOR – comunico con voz nasal el cadáver. – Desea algo de este mundo, y tu lo obtendrás para nosotros. Durante mucho tiempo te has beneficiado de los dones y enseñanzas de NUESTRO SEÑOR, así como del poder que te otorga, incrementando tus insignificantes capacidades mágicas hasta cotas que jamás habrías podido soñar... Ahora habrás de prestar algo más que los acostumbrados sacrificios... Pero no te inquietes, si cumples, tu recompensa será grande. NUESTRO SEÑOR es generoso con los que le sirven bien... ¡Pero no soporta el fracaso!
-Claro, claro..- tartamudeó el asombrado brujo- ¿y que desea el Exaltado?
Cuatro gemas levitaron fuera de la oscuridad y adoptaron una forma vagamente cuadrilátera. Con un destello una imagen se mostró entre las gemas: unas pequeñas figuras se movían en ella. La visión amplió una por una las figuras de la imagen, y se desvaneció.
- Habrás de encontrar a estos individuos – anuncio la desagradable voz del cadáver – y traerlos a mi presencia. Preferentemente vivos. Ellos tienen una deuda con NUESTRO SEÑOR. Y EL no olvida sus deudas. Jamás.
El brujo reprimió una creciente sensación de triunfo.
-Será difícil encontrarlos Señor, solo con la descripción de esas difusas imágenes.
Los ojos del engendro se posaron pensativos en el brujo, y este se tambaleó repentinamente, agobiado y torturado, sintiendo como su psique era violada de forma brutal, y una mente fría y poderosa la analizaba capa por capa.
¿Crees que no puedo sondear tu mente y pelarla como si fuera una cebolla?, patético mortal. Noto tu euforia, y tus insignificantes  pensamientos centrándose ya en la recompensa a tu triunfo... No creo que te cueste tanto encontrarlos. Pero me hace gracia tu codicia y materialismo, por eso me olvidare tus patéticos intentos de engaño. Tráeme a esos individuos y tu recompensa será grande. Fracasa, y desearas la muerte durante mil años; te lo aseguro.
El brujo calló de hinojos, temblando y babeando. Los malignos orbes se posaron en él con gozo.
-Te daré una ayuda para tu búsqueda – anunció la voz estropajosa del cadáver. Si fuese posible, el brujo hubiese jurado que con un tono burlón. – Así mismo te será un recordatorio de la urgencia de tu misión.
Una figura fantasmagórica surgió del portal y se precipitó sobre el cadáver, introduciéndose en él. Durante un momento, la piel se cuarteó, la carne se pudrió a un ritmo grotesco, y el cuerpo entero se hinchó y burbujeo, como si fuese incapaz de contener lo que había entrado en él y fuese a reventar. Pero fue solo un momento. Acto seguido sus heridas se cerraron, la sangre desapareció, y se levantó con un aspecto inquietantemente saludable. Solo su fría y burlona mirada denotaba que había algo antinatural en él.
Llevateló. Esta a tu servicio. Utilízalo como veas apropiado para encontrarlos. Date prisa. Parte ya. Ah, yo permaneceré aquí, en compañía de estos alegres muchachos que has reunido para tu aquelarre. Creo que me divertiré un rato enseñándoles la sabiduría de los inmortales... Y haciéndoles más aptos para mi servicio.
 
Con un estremecimiento y una reverencia el brujo se acercó al reanimado, y tocándole, musitó una palabra. Instantes después ya no estaba en una caverna, sino en una habitación elegantemente amueblada. Despojándose de su vestimenta ritual y poniéndose en su lugar elegantes ropas que llevaban bordadas un escudo bastante conocido, el individuo sonrió. Se acercó al aparador, y revolviendo entre los pergaminos, sacó uno en el que figuraba un retrato, una somera descripción, un nombre y varias indicaciones más.
- No. No creo que me sea muy difícil dar con ellos. Al menos con algunos...

domingo, 7 de octubre de 2012

Miedo a la oscuridad

"Andar en la oscuridad es complicado y peligroso pero no por ello hay que quedarse quieto"
La vieja mujer hablaba para ella misma, caminando a paso lento pero constante por el sendero que conducía a la antigua abadía.

Sus pasos cansados llegaron hasta los pies de la colina donde hacía tantos años se erigía el convento de Nuestro Señor de la Piedad.  Una joven se había sentado en uno de los semiderruídos muros y comía alegremente una manzana cuando reparó en ella.

"Señora...  Venga, siéntese aquí.  ¿Le apetece una manzana?  Las acabo de coger, están frescas."

La anciana siguió la voz y se abrió paso por el viejo sendero hasta la joven.

"Gracias, amable muchacha.  Mi nombre es Kim Laverne."
"Lo sé. Lo sé todo sobre ti, Kim.  Sé que la caída del monasterio te pilló con pocos años, unos quince.  Sé que decidiste seguir con tu misión de amor al prójimo con un prójimo muy concreto."
"No me juzgues, jovencita.  Yo no sabía nada de quién era ni lo que haría después.  Es más, mientras estuvo conmigo me trató con dignidad y respeto.  Por supuesto no coincidíamos en nuestra visión del mundo, pero yo siempre pensé que podría hacerle cambiar de opinión."
"Pues te equivocaste..."
"Sí, pero no me arrepiento.  Los años con Jack fueron los mejores de mi vida.  Cuando se fue yo estaba ya encinta.  La noticia de su muerte me la comunicaron tras el nacimiento de mi pobre niño.  Casi no lo supero, pero el Señor me prestó fuerzas para sobreponerme"
"Y claro, tu hijo creció, y tuvo curiosidad."
"¿Cómo no iba a tenerla? Yo apenas le hablaba de su padre. No me dejaban. Tampoco sabía que su padre le había dejado en herencia su don y su conocimiento.  Cuando me enteré de lo que hacía ya era demasiado tarde.  Le dije que no quería verle estropear su vida como su padre"
"Irónicamente, te dejó ciega y así no tuviste que verlo"
"Siempre tuvo un sentido muy retorcido de la venganza. Incluso así lo eché de casa.  ¿Cómo podía yo saber que se convertiría en el ser que aterrorizaría la comarca?  Pobres muchachos, y pobre hijo mío"
"Pudiste denunciarlo"
"Sí, pero no lo hice. Una madre nunca denunciaría a su hijo..."
"Faltaste a tus votos"
"Sí, y mis votos me faltaron a mí, jovencita.  A mí me obligaron a tomar esos votos.  Yo nunca quise ser monja, y en la primera oportunidad que tuve los dejé y emprendí una vida distinta.  Creo que igual de piadosa y digna, pero distinta"
"Está bien, Kim. No te preocupes.  No te queda demasiado tiempo para preocuparte."
"Yo también lo noto. La vida me abandona lentamente.  Parece que has venido aquí a por algo.  ¿Qué buscas exactamente, jovencita?"
"Una historia. Tu historia.  ¿Me la contarás?"
"Si me da tiempo, sí.  Todo comenzó en los oscuros días de la guerra...  yo tenía quince años, el convento se venía abajo, y él tenía la sonrisa más maravillosa que jamás podrías imaginar..."

Horas más tarde, la joven escribiría toda la historia de memoria.  Quizás fantasearía un poco aquí y allí.  Tal vez algunos detalles serían imprecisos, pero en esencia todo estaba allí.  Había escuchado a la vieja Kim hablar durante horas, sólo interrumpiéndola para reconducirla cuando divagaba más de la cuenta.  Con esta historia se presentó en el Consejo más adelante.

"¿Qué se ha hecho de Jenna Miller?"
"¿La comadrona?  Ha sido entregada a las autoridades.  Creo que le caerán años de galeras.  No lo soportará..."
"¿Y la vieja Kim Laverne?"
"Ha muerto, señor.  Aquí traigo su historia para archivarla."
"Una vida muy larga, la de esa señora.  Algo de sangre élfica, sin duda..."
"Sí, señor.  Era una semielfa aunque apenas se hubiera dicho según actuaba y vestía"
"Una pena no haber podido involucrar a los Parker en la trama"
"No hemos podido probar nada.  Lo único que sabemos es que Karen Parker es seguidora de Loviatar, pero eso no la implica directamente en los hechos.  Por supuesto ya me he encargado de difundir algunos rumores inquietantes.  Si está implicada, mantendrá un perfil bajo el resto de sus días por temor a ser descubierta"
"Excelente, jovencita.  ¿Algo más?"
"Sí, milord.  Tengo dos preguntas.  La primera es si puedo quedarme con este caramillo que perteneció a Kim Laverne.  Es un instrumento tosco pero interensante.  Es el mismo que utilizó para atraer a aquellas aventureras al cementerio de Merryville"
"Ningún problema, quédatelo.  ¿La segunda?"
"Sí, milord. ¿Cómo pudo Kim Laverne, ciega como era, llegar hasta la antigua abadía por sus medios?"
"Creo que sabes la respuesta a esa pregunta, joven Shel"
"Tengo mis sospechas. Además del caramillo, Kim me dió este prendedor.  ¿Significa que ahora es mío también?"
"Obviamente.  Llévalo con orgullo, con discreción o como quieras llevarlo.  No olvides lo que significa."
"No lo haré, milord."
Mientras Shel Trodler guardaba el caramillo en su bolsa, su superior añadió
"... Y bienvenida a la Hermandad".

Mientras Shel se alejaba del Consejo, decidió ponerse el prendedor en la capa.  El sol del atardecer arranco algunos brillos y reflejos en la pulida superficie plateada con forma de arpa...

domingo, 30 de septiembre de 2012

SALINNA REGRESA



Una sala oscura, una anciana está ensimismada en un gran espejo ovalado, tras ella surge una pequeña silueta, grácil y silenciosa.

-Miiiiladyyy-

-Salinna, ¿eres tu? Ya he visto que por primera vez en tu larga carrera me has fallado.-

- Si Milady, he fallaaaadoooo, pero no os preocupéis, yo sigo adelante, esto no fue más que un tanteo, teníamos que conocernos, Lady Eliara y yo, fue una presentación. Os aseguro que no fue más que eso. Ahora que ya nooooos conocemos, vamos a intimar muuucho más.

- Salinna querida, nunca he dudado de tus grandes dotes, pero hay que saber cuando a uno le han derrotado, y esta vez nos hemos encontrado con rivales  que merecen la pena, y no hablo por el señor Hook, ya he visto que es un tipejo de recursos, y ahora entiendo mejor porque se ofrece esa recompensa, hablo de todo ese grupo que...-

- Milady, disculpad la interrupción, pero como os he dicho no fue más que una presentación. Lady Eliara y yo nos estábamos conociendooo cuando la guerrera sagrada nos interrumpió en nuestra amable conversacioooooón.-

- Eres joven e impetuosa, hay que darse un poco de tiempo para meditar y...-

- Milady, disculpad la interrupción  de nuevo, pero yo jamás fallo cuando tengo un 'amigo/a' entre manos. Lady Eliara y yo aún tenemos un pequeño asunto pendiente, además ese oro...lo necesito para ciertos asuntos.-

- Pequeña el oro es un instrumento, sin más, no tiene ninguna importancia, más que para servicios...-

- Claro Milady, yo sólo necesito modestas sumas para mis pequeños juegos, pero como comprenderéis, mi reputación no puede quedar nublada, porque una presa escapó. No Milady, Lady Eliara debe reunirse con sus ancestros, además, me sentiría muy mal si el gasto que habéis hecho en esas flores de 'campanillas' no quedaran en la bella tumba de Lady Eliara.-

- Bueno, bueno, ahora pienso en otras cosas, pero es cierto que no puedo soltar al sabueso y negarle la liebre. Haz como quieras, pero no tardes, aún debemos arreglar ciertos asuntos en Thay.-

- Milady, será cosa de unos meses, debo partir hacia Waterdeep, pues como insinuasteis, la famosa Elfa se refugiará con la poderosa guerrera, tan sólo necesito un pequeño tiempo, para presentarle mis respetos. Os aseguro que Lady Eliara no recordará cómo llegó a las tierras de Corellon.-

- Querida, no metas a los Dioses en esto, ya es una cuestión personal para ti, y no hay necesidad de llamar la atención de personalidades tan importantes. Bien, parte para esas tierras del oeste, si no puedes soportar un fracaso, pero no llames la atención sobre la Orden. Y recuerda Monty ha sido capturado por las Harpías enmascaradas, y eso es un problema grave, tiene mucha información delicada.-

- Milady, ya sabéis que no puedo dejaros a medias. Intentaré liberar a Monty, vivo, oooo... buenoooo si no pudieraaaa ser, liberarle de un duro castigo, pero no permitiré que os deje en mal lugar, u os condene.-

- Pequeña, veo que me lees la mente, je, je, je. Sea como sea, Monty no debe estar mucho tiempo prisionero. Libéralo, como más te plazca, pero no le dejes mucho tiempo en manos de las enmascaradas, o nos causará problemas.-

- No os preocupéis Milady, yo me encargo, no hablará, o no hablará mucho, pero en cuanto me encargue de Monty, debo partir al Oeste...-

- Preferiría que te quedaras en el consejo, pero veo que es un asunto personal, termina cuanto antes, y el oro será tuyo por supuesto, ya sabes que yo siempre cumplo lo estipulado, aunque ya tengo poco interés en enterrar a Lady Eliara.-

- Lo sé Miiiiiladyyy, pero ya sabéis que no puedo dejar trabajos a medias, luego empiezan los rumores, que si la Víbora Negra no es lo que era, que si se hace mayor, que ya perdona a algunos...-

- Está bien, está bien, termina, y después vuelve con rapidez, tengo algunos asuntos que plantear al consejo en los que preferiría que estés presente.

- Así será Milady, dadme unos meses, en cuanto el invierno termine estaré de vuelta.-

La pequeña semielfa, de extraño peinado se retira con una suave reverencia. La anciana Cospedaar, vuelve a sus espejos, meditando:

"Pequeña, pequeña, tienes tanto que aprender aún. Espero que libere a Monty, no nos podemos permitir que hable. En cuanto a esa elfa, la compadezco, me hubiera gustado capturarla con vida, pero en fin, tendré que soltar esas diezmil..."

EL CONSEJO


Una cara arrugada, una cara llena de viejos tatuajes alargados por la edad, unos ojos se encienden con un odio digno de los 7 infiernos...la anciana sigue los acontecimientos en un gran espejo ovalado.

- Malditos sean, lo han logrado, me han costado una fortuna en constructos, en asesinos, en componentes, pero dejémosles que se confíen, demos tiempo al tiempo, relajaros mis jóvenes enemigos, esto acaba de empezar. Creéis que me habéis derrotado, ji, ji, ji...Salinna vuelve a casa, y Monty...bueno nunca tuvo  muchas luces, pero no dejaremos que hable.  Bueno me habéis estropeado un pequeño plan, pero pronto sabréis que hay enemigos que no se pueden superar...-

La anciana despeja su mente, cuando un joven aprendiz con la cara deformada por hechizos interrumpe sus cavilaciones:

- Mi, mi, mi, señora, el consejo os espera, como ordenasteis, están todos en el gran salón...-

- Bien, bien, pequeño, ¿qué tal van las quemaduras? ¿Están mejor?-

- Si Milady, comprendí, que no era cosa mía, solamente..., era cosa de todos, y...-

- Basta jovencito, ayuda a esta pobre anciana a ocupar su vieja silla...-

El joven de rasgos destrozados por algo similar a un ácido guía a la anciana sin pronunciar más palabras...hasta que alcanzan una gran sala, oscura, fría, pero con una ligera iluminación, muy tenue. La anciana ocupa una desgastada silla...el joven se retira.

- Buenas tardes señores, les agradezco su deferencia al acudir a mi pronta llamada. Como ya saben un pequeño grupo de héroes ha estropeado nuestro pequeño plan.  Nos ha costado mucho oro y esfuerzos así que tengo algo interesante que proponer.-

La sala antes silenciosa, cobra vida, varias figuras sentadas en desgastadas sillas como la de la anciana murmuran entre sí. Una enorme silueta humanoide se pone en pie y con voz muy grave toma la palabra:

- Milady, los ahora conocidos como Héroes de Rashemen nos han hecho un gran daño, he perdido una fortuna en género para nuestra tierra, y ahora ¿qué? Además han capturado a nuestro honorable tesorero, esto nos puede acarrear serios problemas.-

- Lord Rajek, os agradezco vuestra noble intervención, y tenéis razón, han echado por tierra todos nuestros pequeños asuntos en Rashemen. Pero debemos pensar en el futuro de Thay, lo hecho, hecho está, y de nada sirve lamentar los fracasos. Debemos sentar un ejemplo, ahora que el grupo de honorables 'héroes' han adquirido notable fama  en los Reinos por acabar con Los Colmillos de Talos, debemos enseñar que aquellos que interfieren en los planes de Thay no viven mucho tiempo para alardear de ello.-

Un humano, delgado, y muy alto, toma la palabra:

- Señores..., Milady..., creo que estáis en lo cierto Lady Cospedaar, he investigado a los 'héroes del oeste', antes de su intervención en nuestros asuntos, son unos rivales a tener en cuenta, poderosos, famosos y muy peligrosos, además son amistades del 'Elfo' al que llaman Hook, no debemos dejar que sus acciones sienten precedentes.-

La anciana, toma un sorbo de una pequeña copa que han dejado ante ella, y toma la palabra de nuevo:

- Como bien expone Lord Txalintaar, no podemos permitir que se ponga en duda el poder de los magos rojos, y de Thay. Han frustrado nuestros pequeños planes, si, pero 'La Orden de la Salamandra Negra' no se deja vencer fácilmente. Señores, propongo que persigamos y sobre todo, logremos menospreciar las hazañas de los supuestos héroes.-

El enorme semiorco se levanta de nuevo para hablar:

- Y...¿cómo proponen los Lores que hagamos eso? ¿contratando bardos?, en combate ya han demostrado varias veces que no son fáciles de vencer.-

Vuelven a surgir rumores, la anciana levanta una arrugada mano, la sala queda en silencio, y continúa:

- Mis señores, la idea de Lord Rajek no es mala, de hecho ya hay una joven bardesa que nos está adelantando el trabajo en el Mar Interior. Fue menospreciada por el elfo, y...bueno digamos que nos está allanando el camino. Si Lord Rajek, contrataremos bardos para 'asegurar' que las hazañas de los héroes no fueron como se cuentan. Lady Salinna ha partido para recuperar a nuestro querido tesorero vivo o muerto y después se encargará de Lady Eliara, esa que parece ser la esposa del elfo Hook. A parte de estos pequeños planes propongo enviar agentes de cierta inteligencia que socaven las posiciones de los héroes, digamos..., algunos agentes que sepan tergiversar noticias. Llevémosles a un terreno en el que no puedan defenderse con las armas, debemos ir a por sus seres queridos, siervos, cocineros e incluso sus monturas, son héroes del bien, con principios, con honor, que se sacrifican por seres queridos, por débiles, son estupideces para nosotros, pero ellos lo valoran por encima de sus vidas. No debemos matarlos, debemos hundirlos en la miseria más absoluta, debemos acabar con su honor y su fama.-

Toda una serie de figuras se ponen en pie, en la gran sala en penumbra, y aplauden mirando con admiración a la anciana. Los aplausos cesan al cabo de unos minutos y todo el grupo de siniestras figuras saludan con reverencias a la anciana, uno por uno, sin excepción, un humano alto, delgado toma la palabra de nuevo:

- Milady Cospedaar, siempre os he admirado, siempre he creído en vuestra guía, pero hoy me habéis confirmado que sigo a una líder de alcurnia. Tenéis una mente privilegiada, a la que admiro, sigo y quiero alcanzar, sois mi guía en la oscuridad...-

- Je, je, je, querido Txalintaar, siempre tan adulador, tan cariñoso. Os agradezco los cumplidos, pero ya sabéis que todo lo que hace la 'Orden' es por el bien de Thay, que unos mequetrefes de cierto poder, que creen haber terminado con nuestras aspiraciones hayan arruinado nuestros planes, no significa que hayan terminado con nosotros. Seguiremos adelante, y demostraremos que aquellos que se enfrentan a los magos rojos o a Thay caerán ante terribles maldiciones, muertes prematuras o simplemente no llegan a su hogar para contarlo. Thay pervive, Thay es una nación fuerte, y nosotros estamos por encima de esas 'discusiones' de los Zulkires, ya sabéis Lores, nosotros luchamos por nuestra nación. Rojo, Tatuaje azul y la Salamandra negra, nosotros perduraremos cuando los Zulkires se hayan exterminado entre ellos.

Un gran coro de voces se eleva en la gran sala en penumbra al tiempo que golpean la mesa con los puños:

- ¡¡¡Thay perdura, Thay es fuerte, Thay Imperio, Thay, Thay, Thay!!!-

EL SOBRINO


Una imponente figura empuja a dos escuchimizados magos rojos y abre unas enormes puertas de bronce. Una trampa de fuego estalla a sus pies, Lord Nestor sonríe, sin una quemadura, sigue adelante por un gran pasillo, en el que las paredes cambian de aspecto a cada paso. Empuja otras puertas de hierro llenas de runas, pero esta vez murmura algo antes de abrirlas. Las puertas se abren, y el imponente humano se encuentra con una anciana, su cara arrugada con algunos tatuajes se ilumina y sonríe, mostrando algunas arrugas de más:

- Sobrino, querido...veo que  las palabras 'no me molesten' te siguen importando mucho cuando las pronuncia una pobre anciana...-

- Tía, querida, lo siento, pero me han llegado rumores, mis pequeñas criaturas no sirvieron de gran cosa ante los supuestos héroes. Además el elfo se os escapó...y consiguieron acabar con los Colmillos de Talos. Tía, habéis fracasado me pedisteis...-

El imponente humano no logra terminar la frase, dos enormes figuras, encapuchadas, envueltas en enormes capas rojas surgen a su espalda, le sujetan los hombros, y le obligan a arrodillarse de un fuerte empujón...La anciana habla entonces con suavidad:

- Querido. Mmmmm, no debes olvidar una cosa muy importante, el respeto a los mayores, es algo que consideras nimio, lo sé, pero soy tu tía, y aún merezco una pequeña consideración.-

El enorme humano intenta incorporarse sin éxito. Espera unos momentos, tenso, y reconsidera su posición:

- Mi queridísima tía, lamento haberos interrumpido en vuestros asuntos, pero necesito hablar urgentemente con vos.-

- Izquierdo..., Derecho..., dejad al joven Nestor, ha recapacitado, y ya puede hablar conmigo con calma, ¿verdad?-

Las dos enormes figuras sueltan al hombre, y se difuminan a su espalda. El enorme humano se incorpora, sus ojos miran con odio y respeto a la anciana:

- Tía, perdona mi ímpetu, me puse nervioso y...-

- Claro Nestor, claro, no pasa nada, pero no olvides que tu anciana tía aún guarda ases en la manga, je, je, je. Y ahora que nos hemos tranquilizado un poco, ¿qué?-

- Tía, me han llegado rumores de que Montorus ha caído, que esos puercos del Oeste han terminado con los Colmillos de Talos, y no me dejaste arreglar ciertos asuntos con esa zorra de Tyr...-

- Calma querido, calma, respira..., uno, dos, uno dos, ¿recuerdas? Veamos, ¿quieres arreglar esos asuntos con la dichosa paladina, verdad?-

- Si tía, deseo verla sufrir, ninguna mujer salvo vos, me puede plantar cara.-

- Bien, empiezas a hablar con algo de cordura querido. Este asunto es sencillo. Es una rival muy poderosa, y no perdió su espada, un arma bendita, será una dura rival para cualquiera, pero...-

- Si, tía, ¿pero?-

- He vislumbrado recientemente algún punto débil, sin necesidad de que arriesgues la vida, sé que la derrotarías en combate singular, pero por una vez, me harás caso, y serás un poco más sutil. Irás tras los pasos de la casa Wyvernspur de Cormyr, ahí no necesitas sutilezas, pero ándate con ojo con los Purple Dragons, son un ejército poderoso, con muchos magos.-

- Ja, Cormyr, ¿esa nación de...creídos? Déjalo de mi cuenta, sabrán que se pueden crear infiernos en la Tierra...-

- Si Nestor, sé que eres capaz de arrasar medio Faerûn tu solito, estoy segura, pero esta vez tienes que ir con más tiento. Causarás daño a los Wyvernspur, pero con agentes, mientras tu viajarás más lejos, a unas tierras al sur de Waterdeep, en la costa de la Espada...-

- ¿Tía? ¿Qué tripa se me ha roto en la Costa de la Espada?-

- Escucha jovencito..., no me obligues a llamar a Izquierdo y Derecho de nuevo. En esas tierras tiene la paladina que tanto aprecias un pequeño fortín, parece que intenta crear una orden de caballeros que protejan toda esa zona...-

- Ja, tía, como siempre debo escucharte, empiezo a comprender, ya sabes que mi mente no te alcanza, ¿llego al fortín y hago lo que mejor se hacer?-

- No querido, eso llamaría mucho la atención y podrías hacer que la noble paladina acudiera con rapidez. Causarás daños en las tierras que protege esa orden, no me mires con esa cara, disfrutarás y te daré buenos planos, sus caballeros saldrán a investigar que ocurre. Eso te permitirá enfrentarte a ellos en pequeños grupos, a los cuales aplastarás con facilidad. Una vez que hayas eliminado a un número suficiente, podrás entrar en el castillo con facilidad y no dejarás piedra sobre piedra, a tu estilo...-

El enorme humano se acerca a la anciana, y con gran suavidad la besa la frente:

- Tía, no sé que haría sin vos, os adoro. Cada vez me alegra más ser familia vuestra, y por favor perdonad mi ímpetu inicial en esta entrevista, estaba algo nervioso por nuestras pérdidas. Y ¿si la paladina aparece en su fuerte? ¿Podré enfrentarme a ella?.-

- No querido, debe vivir, tengo otros planes para ella. Pero no te preocupes, no llegará para molestarte, yo me ocuparé de ello. Tu simplemente haz lo que te he indicado y disfruta, si te ves en apuros ya sabes, usa esas pequeñas runas que inscribí en tu armadura...-

- Si tía, fue un bonito regalo, de hecho en mi encuentro con la paladina tuve que empelar alguna. Se hará como dices, para cuando esa perra, ¿Aura dijisteis que se llamaba no?, bueno no importa, para cuando vuelva a su querida orden sólo encontrará brasas y cadáveres.-

- Je, je, je, Nestor, Nestor, siempre sabes alegrar el viejo corazón de tu pobre tía. Bien, te adelantaré con tus hombres con un simple portal, debes partir de inmediato, llámalos, nos encontramos en la vieja piedra.-

- Tía, de inmediato.-

El enorme humano agacha levemente la cabeza y se gira de manera marcial, su capa ondea tras él, al tiempo que se pierde a grandes zancadas en el largo pasillo.
RISAS EN LA PENUMBRA

Anochecía en los Claros de Plata, con una leve claridad que daba a los centenarios árboles un curioso tinte: rojo por un lado y plateado por el otro. La mezcla de tonalidades resultaba exótica, pero no más que las hermosas flores que adornaban muchos de los árboles. Una luna llena, de un tamaño inusitado y un resplandor impropio de la hora, dominaba el cielo.

Dos figuras se deslizaban por el profundo bosque sin hacer el más leve ruido al moverse, pese a que se podía descubrir su posición por la animada conversación que mantenían. Una de las voces era chillona, aguda y hablaba excitadamente, con ese tono de voz que podría hacer saltar los tímpanos al mas pintado. La otra voz era más suave, sosegada y melosa, pero con una nota que irritaría a cualquier persona, probablemente debida a una tonalidad en constante mutación; o tal vez por el leve tono sardónico que impregnaba cada una de las frases, y que hacia pensar a todo aquel que le escuchase con atención que lo que te decía no tenía ya un doble sentido, si no que directamente contenía más facetas que una gema tallada.

-No me parece una feliz idea, Iles - se quejo la voz chirriante -. No solo no le caes bien a ella, si no que si el jefazo se llega a enterar de todo esto probablemente te tire de cabeza monte abajo. Tan abajo que podrás verle los pololos a Shar desde una ventajosa posición.

El otro interlocutor se rió ante la ocurrencia de su acompañante.

-¡Eso si seria una visión interesante, Sombra! Algún día tendremos que hacerlo. Pero no te preocupes, no será hoy. En cuanto a la idea, a mi me parece una ocurrencia genial. Ahora, chitón; estamos ya cerca, y la señora tiene buen oído.

El llamado Sombra dejo de hablar, pero no de mascullar para si mismo.

En un claro cercano, una preciosa elfa contemplaba la luna llena con serena concentración. Sus pies, desnudos, estaban sumergidos en una pequeña poza que reflejaba la luna, iluminando aún más el calvero. La mujer elfa era verdaderamente una gloriosa visión: de elevada estatura, tenía un cabello de color platino, ojos del color de la plata recién forjada y la piel de un blanco cremoso parecida al marfil pulido. Vestía con sobriedad, una túnica larga plateada que no ocultaba lo mas mínimo sus encantos, si no que mas bien los realzaba con elegante desparpajo. Las únicas joyas que portaba eran un par de pendientes de mithrill tallados en forma de luna creciente y descendiente y un anillo de oro blanco. Junto a ella, reposando contra las piedras que bordeaban la poza, descansaba un hermoso instrumento: un arpa de corte de más de un metro de altura y decenas de cuerdas.

La concentración de la elfa se desvaneció en un instante, cuando sus ojos se fijaron en un lado del claro. Relampaguearon durante un momento con algo parecido a la ira, pero al instante volvieron a la normalidad. La mujer suspiró resignadamente.

-Adelante, pasa sin dudarlo. No te quedes merodeando entre los árboles. Y trae a tu acompañante contigo - Su voz poseía una resonancia única; suave y seductora, pero a la vez severa y dominante, parecía como si tres mujeres de tonalidades diferentes hubiesen acoplado sus voces tan perfectamente como para crear una única cadencia musical.

Dos seres se hicieron visibles inmediatamente en el borde del calvero.

Uno de ellos era, a primera vista, un elfo. Grácil, de movimientos fluidos, a duras penas llegaba a los cinco pies de altura, y vestía unas gastadas prendas de viaje de cuero y tela ennegrecida por tanto trajín. Portaba una baqueteada espada corta en su cadera izquierda, y un voluminoso macuto a sus espaldas, cargado con todo tipo de utensilios y cachivaches, pero que no producía ningún ruido al moverse, salvo el ocasional e inevitable "clonc" cuando la prominente sartén de bronce que sobresalía de la parte trasera se balanceaba lo suficiente para golpear un cazo de latón que colgaba negligentemente en un costado. Sin embargo, dicho sonido solo se producía en los momentos cómicamente apropiados, lo que daba que pensar acerca de la intencionalidad de este. Por lo demás, el elfo era de lo más anodino imaginable, con unos rasgos faciales suaves y totalmente vulgares, si bien esta fachada de normalidad se caía por su propio peso ante dos rasgos inusuales: sus ojos parecían contener miles de estrellas en constante movimiento; además su boca era exageradamente grande, y más aún cuando sonreía – que era casi siempre – momento en el cual parecía estirarse de oreja a oreja.

El otro ser era una curiosa criatura de aspecto dracónico, pero de apenas dos pies de longitud, y con unas exóticas alas multicolores de aspecto reminiscente a las de una mariposa tropical. Su pequeña cabeza estaba dominada por una enorme boca dentuda que – idéntica a la de su homólogo – parecía sonreír socarronamente a todo lo que le rodeaba, y un par de enormes ojos que observaban todo lo que le rodeaba con curiosidad y algo de malicia. El dragón-mariposa estaba en constante movimiento, bien aleteando alrededor del elfo, o bien apoyándose en los hombros de este y cambiando de posición entre ellos con una rapidez inusitada.

Ambas criaturas realizaron exageradas reverencias ante la elfa según se aproximaban, hasta tal punto que hubiesen rivalizado con el mejor sicofante de los reinos. Sin embargo, la impresión que daban era de una burla no demasiado bien encubierta.

-Tenéis bastante valor para presentaros ante mi de esa guisa después de vuestra última jugarreta – proclamo solemne la elfa, con su curiosa voz.

El elfo se mostró sorprendido, y el pequeño dragón puso su mejor cara de compungido.

-¡Oh! Mi señora, podéis creernos si os decimos que no era nuestra intención causar esas molestias. La situación se nos fue de las manos y, bueno, realmente… - la elfa levantó la mano y el visitante  calló de inmediato.

-Bien, bien. Seguro que tú y tu compinche no habéis venido aquí a disculparos por pasadas fechorías. ¿Qué es lo que queréis?

El elfo volvió a hacer una profunda reverencia y una sonrisa zalamera y astuta ilumino su cara, con lo que su boca se abrió a lo ancho de toda su cara.

-Mi hermosa dama, acongojados por pasados, estoooo, errores, hemos decidido compensaros de algún modo por las molestias causadas. – El elfo se interrumpió ante la mirada desconfiada de su anfitriona.

-¿Compensarme? Y ¿como exactamente? Aún recuerdo pasadas jugarretas tuyas – y uno de los tonos, el más sensual se superpuso a los otros dos, en un tono claramente quejumbroso –. Si, como cuando mezclaste algún tinte infernal con mi maquillaje y fui con la apariencia de un mapache a la gran fiesta de los árboles cantantes.

-Bueno – comentó con desparpajo el viajero elfo acomodándose en una de las piedras que circundaban el estanque –, a decir verdad, no fue exactamente a vos a quien hice semejante fechoría. Y por otro lado, tampoco fue intencionada. Intentaba conseguir una mezcla realmente llamativa y… en fin. Reconozco que no soy un experto en alquimia.

-Bien – comentó de nuevo la elfa con ese tono triple, como reafirmándose ante ella misma -, ese tema es viejo y esta zanjado desde hace tiempo. ¿Qué quieres ahora?

-Como decía, venía a compensaros pasados errores aportándoos una información muy interesante. Veréis, ¿os acordáis de Illefarn? ¿Del hermoso santuario que poseíais en Ardeep? Esa colosal torre levantada con tanto esmero por los esforzados elfos lunares del boque de Ardeep para mayor gloria vuestra, donde se realizaban estudios y acudían estudiosos de todos los reinos elfos…

-Me acuerdo perfectamente de mi templo. Gracias – comentó la elfa con un leve tono de irritación mezclado con nostalgia –. Se elevaba hermoso como una arista triple de cristal entre los centenarios árboles del Ardeep, y estaba lleno de vida y fe. La gente viajaba de lejos para rezar en el y aprender todo tipo de conocimiento, y en el patio los guerreros y cruzados se entrenaban en la defensa de su patria. Pero todo eso se acabo. Fue destruido durante las Guerras de la Corona por esos depravados elfos dorados de los Vishan y sus descerebrados soldados de Aryvandaal. Y todos mis sabios sacerdotes, los estudiosos y los guerreros que habían protegido Illefarn durante tanto tiempo fueron vilmente asesinados utilizando la propia magia y las armas que ellos habían ayudado a crear…

La mujer se interrumpió para soltar algo parecido a un lamento sollozante, y el viajero se inclinó para darle un cariñoso apretón en un hombro.

-Bueno. Todos sufrimos durante ese oscuro periodo. Y hemos sufrido más aún con la decadencia de nuestra gente desde que la hermosa edad dorada acabó en esas guerras. No obstante, os traigo algunas buenas noticias relacionadas con vuestra torre. Una especie de compensación del destino, podría decirse…

El elfo contemplo astutamente a la mujer, y cuando vio que mostraba interés, continuó su perorata.

-Sobre el emplazamiento del templo los humanos que ahora habitan esas tierras no han construido nada, ya que siempre han sentido que ese lugar no les pertenecía. Pero ahora, una poderosa hechicera elfa ha comenzado a levantar un nuevo centro de enseñanza. No tan importante o famoso como el que antiguamente lo ocupó la Torre, para mayor gloria vuestra, naturalmente. Pero algo hermoso y significativo para los tiempos de decadencia en los que vivimos. Y lo que es más, y lo que me llamó la atención al instante, ya que me pareció una señal del destino – y aquí el zalamero elfo bajo la voz hasta un susurro – Por lo que he oído y visto a hurtadillas por allí, creo que esa elfa ha descubierto los restos de vuestro santuario y el Mythal que lo mantenía. Y tras enfrenarse al mal que estaba atrapado en el, esos viles agentes de los Vyshaan, les dio finiquito y purificó el santuario.

La elfa emitió un grito de sorpresa, y contempló asombrada a sus visitantes. Luego cayó en un profundo ensimismamiento.

-Bien, eso era todo, mi señora. Creí interesante, mejor dicho, una necesidad moral, el comunicaros semejantes nuevas. Espero que os puedan ser de utilidad. Y si me permitís un consejo, me da en mis huesos que los Tel’Quessir que residen en dicho lugar son del mayor interés para el destino de nuestra gente. Con independencia de su raza, si me permitís el atrevimiento. Creo que haríais bien en observarlos con detenimiento… Ahora, si no os importa, Sombra y yo tenemos un montón de asuntos que atender, gentes con las que hablar, y lugares que visitar.

Despidiéndose de su ensimismada anfitriona, que aparentemente no les prestó demasiada atención, las dos figuras se alejaron a buen paso del calvero.

-Iles, ¿realmente crees que…? – comenzó a preguntar el dragón-mariposa. Pero guardó silencio inmediatamente ante un gesto de su compañero elfo, que le señalo a las ramas de los árboles, donde decenas de pájaros les contemplaban con inusitado interés.

-Luego. Y en otro lugar, desde luego – murmuró el elfo.

E incrementando el paso, las dos figuras se desvanecieron en un borrón de movimiento, devorando millas de distancia a cada paso que daban. Muy pronto el paisaje que les rodeaba cambió de la hermosa y ligera foresta primaveral a un profundo bosque, poblado por árboles mucho mas viejos y maltratados, cubiertos de líquenes y con aspecto totalmente salvaje. Una vez hubieron profundizado en ese dominio, los dos viajeros redujeron su velocidad hasta detenerse.

-No creo que la buena de "Anghi" nos persiga hasta los dominios de Rillifane para oír nuestras inocentes conversaciones. No obstante… - el elfo se cubrió un su gastada capa, y alrededor suyo la penumbra se hizo algo más profunda a su alrededor. El pequeño dragón saltó excitado en su hombro.

-Iles ¿A que ha venido todo eso? ¡Te has vuelto loco! Has fijado la mirada de la Diosa Triple en la casa de Jhaelryna Viconia. ¡Como descubra lo que hizo su pareja por ahí, va a montar en furia! Te recuerdo que realmente son tres para ponerse furiosas. ¡Y los prontos de Hanali son horribles! Aún me acuerdo de los aullidos que metía con la tontería esa del rimel. No quiero ni pensar en lo que sucedería si descubren el pastel, tanto con su maridito como con la mortal doña-estirada y su dulce niñita. Y eso sin contar qué pasara si se llega a sospechar siquiera que tu estas detrás de todo esto. ¡El jefe se va a agarrar un mosqueo de mil demonios…!

El elfo rió maliciosamente

-Jajaja. No te preocupes, Sombra. Lo tengo todo bien calculado para que salgamos impunes de esta. Reconozco que cuando saqué a la niñita de la jaula de oro que le había construido papi, no lo medité a fondo, y nuestra intervención era fácil de percibir. Pero ahora he enredado tanto el asunto que eso ya carece de importancia… Aún si se descubre nuestra mano en su fuga, siempre podremos decir que ella nos pidió que la llevásemos con Jhaelryna, su amada y perdida madre, y movidos por la piedad la complacimos. Pero ahora el Viejo no podrá enfadarse demasiado, ya que ahora la mirada de su esposa esta puesta donde la jovencita anda holgazaneando con estilo y cierta opulencia (y no en menor medida gracias a nosotros). ¡Ja!

-Bueno, al menos a la joven no se la llevaran por la fuerza de vuelta a la jaula dorada si Angharrad tiene puesto un ojo sobre esas tierras. Y la capa de no-detección que la pusiste puede que la logre salvar de su mirada.

-¿Mi capa? ¿De la mirada de su ojo-luna? Esa si que es buena. La penetrará como un cuchillo caliente corta la mantequilla. Tejí esos hechizos para desorientar magia mortal, no la mirada una divinidad mayor. Y menos la de una que integra a la señora de la adivinación y la ilusión.

-Pero entonces la va a pillar de inmediato. ¿Y si se entera de quien es? Madre mía la que va a caer. ¡Y peor aun! ¡Verán quien hilvanó los hechizos de protección que rodean a la joven y vendrán a ajustarnos las cuentas a nosotros!

-Sombra, Sombra. Se me olvido comentarte que ese día se me había acabado hilo de pixie para mi magia, de modo que tuve que coger prestado algo de hilo de sol de nuestro amado jefe. ¿Y quien más salvo él usa ese componente para sus hechizos? Pues no caigo, la verdad...

El dragón miró admirado a su compañero

-Eres único enredándolo todo, Iles. Pero ¿Por qué quieres que estalle una bronca monumental entre Corellon y Angharradh? Sobre todo cuando puede afectar a los mortales involucrados, porque a nadie le hace gracia que le pongan los cuernos con una mortal… Preveo grandes problemas para Jhaelryna y su mocosa, y lo lamento por la niña, porque no me caía mal y me dio una tarta buenísima el otro día.

-No llegara la sangre al río, no te preocupes. No creo que “Anghi” haga nada demasiado desagradable con esas dos. En cuanto a las peleas conyugales, pues bueno, creo que últimamente el panteón ha estado bastante adormecido, y es hora de animar algo el cotarro ¿no crees?

Ambas criaturas se rieron maliciosamente, y sus carcajadas resonaron por toda la foresta. Un viejo zorro que pasaba por ahí, las oyó y salio corriendo en dirección opuesta con el rabo entre las patas.

-Los dioses nos amparen, el liante y su compinche draconico andan sueltos por aquí y tramando algo, es una mala noche para cazar. ¡Pobre de aquel en el que fijen su atención!