domingo, 2 de julio de 2023

MANEJANDO LOS HILOS

Una bella sala decorada con frescos de papiros y escenas de todo tipo de la vida cotidiana de Mulhorand, una figura delgada, calva con tres circulos azules en la frente estudia una serie de papiros sobre una gran mesa, las puertas se abren de golpe, y entra una bella mujer mulhorana con el mismo aspecto que el estudioso, no parece contenta a pesar de disimularlo con buenos modales:

- Su eminencia Imteb, deseaba hablar con vos...-

- Su eminencia Liseth, que honor honrarme con tan pronta visita, ¿a qué debo...?-

 La mujer interrumpe.

- Dejad el almíbar para otros eminencia, ese movimiento no fue especialmente sutil, y pusistéis en peligro la misión y a los jóvenes sacerdotes, no creo que fuera la mejor de las ideas enviar esos trolls para hacer nuevas amistades...-

- Ah, es por eso, bueno no os preocupéis, estaba todo controlado, era una cuestión de tiempos, era necesario unir a nuestra pequeña delegación a los enanos, y que confiaran en ellos de manera rápida y efectiva, y funcionó ¿no creéis?-

- Funcionó si, pero arriesgastéis las vidas de los jóvenes, no dudo que la bestia de Neith puede con un par de trolls, pero los muchachos...-

- Bueno, bueno, no os sulfuréis mi querida Liseth, en caso de que hubieran corrido algún peligro los trolls habrían huído sorpresivamente...-

- No dudo de las dotes que os confiere el gran Thot, pero fue una jugada arriesgada.-

- El tiempo no juega en nuestro favor, hasta que no sepamos que traman esos malditos magos rojos, seguro que nada bueno para ir tan lejos tras unos enanos desarrapados...-

- En eso estamos de acuerdo. Bueno, sea como sea, vuestra jugada ha resultado, y ya están con los enanos, dejemos que su eminencia Neith se encargue del resto, afortunadamente lleva a los jóvenes para que haya un poco de cabezas pensantes...-

- Desde luego, los seguidores de Anhur no se caracterizan por su intelecto y sutileza, nuestros muchachos se encargarán de eso, y por cierto se han unido a una vieja conocida, esa hechicera bérbara que logró hacerse con nuestros preciados secretos en la magia...-

-Mmmm, Jess de Arabel, la recuerdo si, nunca me ha gustado ese trato de favor que se le ha dado.-

- A mi tampoco, pero ya le he dicho al joven Sesostris que mantenga los ojos bien abiertos, y si se entera del uso incorrecto o peor aún, que los conjuros puedan caer en más manos nos informe de inmediato.-

- Me parece bien, le enviaré un mensaje similar a la joven Ank-Sil, cuatro ojos siempre van mejor que dos.-

- Me parece estupendo, no me parece buena idea que una extranjera tenga acceso a nuestros secretos.-

- Y ahora que todo está tranquilo, ¿un té querida?-

- ¿Por qué no?-

Ambos sacerdotes inician una amigable discusión sobre teología, sin más roces tomando un delicioso té con dátiles.

------------------------------------------------------------------------------

Una lujosa habitación en una lujosa posada, se oye lejana una agradable musiquilla, una imponente figura femenina pasea por la habitación de manera nerviosa, ensimismada en sus oscuros pensamientos. Es una bella mujer de grandes ojos almendrados, la cabeza afeitada y dos pequeños tatuajes bajo los ojos.

- Maldita, maldita sea, y ahora a ver qué le cuento a la Vieja, y lo peor de todo ya sabrá casi todo, como casi siempre, la que me espera...bueno no demoremos lo inevitable...-

Con sumo cuidado enciende una vela negra sobre una elegante mesa, realiza un ligero gesto y la llama se vuelve azul, sumiendo la habitación en el silencio, la musiquilla lejana se deja de escuchar. Saca un pequeño espejo, que tras otro rápido encantamiento se vuelve enorme, del tamaño de una persona. La bella mujer, realiza otros complicados gestos con sus bellas manos, y lanza un polvo brillante sobre el espejo, en el que inmediatamente se va formando una imagen. Es una anciana, de penetrantes ojos, y un elegante y sencillo tatuaje le cruza su ojo derecho, está fumando una larga y seguro que cara pipa de marfil, y mira directamente a la bella mujer a través del espejo, que está postrada sobre una alfombra con la frente en el suelo.

- Maestra...-

- Ah, joven Cayetanax de la casa Alvaar, esperaba que contactaras, y me da que no me vas a dar buenas noticias, cuando empiezas con tanta ceremonia...¿y bien?-

La mujer se incorpora, y con suma cautela y voz dulce comienza a hablar:

- Maestra, temo que he encontrado más problemas de los esperados, como dijistéis los enanos llegaron a la ciudad y después fueron al campus de la Universidad del Cisne Plateado, por los Dioses esa elfa regordeta qué nombres usa más rebuscados...-

- Déjate de rodeos...-

- Si Maestra, el caso es que los enanos son acompañados por tres sacerdotes de Mulhorand, y han contactado con una poderosa hechicera de estas tierras, una tal Jess de Arabel es su nombre...

La anciana tuerce ligeramente el gesto, pero espera que la joven mujer continúe con un ligero asentimiento.

- El caso, Maestra, es que tenía que tantearlos, les lancé a todo un barrio sobre ellos, para ir viendo cómo se manejaban, los sacerdotes hay dos jóvenes que no son una gran preocupación, pero la mayor, es una sacerdote de Anhur creo, y esa si es de preocupar, además la hechicera mostró grandes habilidades, es rápida e inteligente en el modo de tocar el telar. Viendo que iban a resultar una molestia decidí eliminarlas y sustituirlas por unos convincentes dobles, pero resultó...-

- Qué no calculaste bien su grado de poder, ¿me equivoco muchacha?-

- No Maestra no os equivocais, envié el constructo metálico para acabar con ellas, pero esa maldita hechicera logró destruirlo y...-

La vieja se atraganta con el humo y tose, después grita:

- ¿CÓMO? ¿HAS PERDIDO A MI PEQUEÑO MERCURIAL? ¿SABES LO QUE CUESTA UNO DE ESOS CHISMES? ¡ME CAGO EN TODOS LOS MALDITOS MULHORANOS Y SUS AMIGUETES!-

- Maestra no pensé que pudieran terminar con el constructo, creo que tuvieron suerte y...-

La mujer está pálida ante la dura mirada de la anciana, que la mira como si mirara a una cucacaracha a la que está a punto de pisar.

- Bueno joven Cayetanax, lo hecho, hecho está y ya no tiene remedio, pero esos constructos cuestan fortunas maldita sea, no son para ser empleados a la ligera. Otra cosita, un defecto muy común en la gente bella como tu, os encanta mostraros, enseñar esas bellas caras y figuras que tenéis, la belleza es efímera joven pupila, se qué te mostraste ante ellas, un gran error por tu parte, si te envío a ti, es porque eres sutil, y sueles actuar bien a la sombra, me estás decepcionando y ya sabes lo que pasa cuando se me decepciona ¿verdad?-

La anciana levanta dos dedos con una perfecta manicura de color negro, y la joven cae sobre la alfombra retorciéndose de dolor, la anciana sonríe y mantiene el castigo hasta que la mujer suplica.

- P...p...por favooor, Maestra...yo...yo...-

La anciana baja los dedos y la mujer queda de rodillas, pálida y sudando.

- Bien muchacha, creo que ya has comprendido, este asunto es importante para mi, por eso te envié a ti. Sé más sutil, y evita enfrentamientos con esos sacerdotes y con la hechicera esa de tres al cuarto, voy a investigar un poco a ver quién es, esa tal Jess, me suena el nombre, pero no sé de qué...procura seguir a los enanos de cerca, intenta unirte a ellos si es posible y si no simplemente síguelos. Sea como sea debes llegar a su ciudad, si mis sospechas se confirman, puede que encontremos algo interesante.-

- Como ordenéis Maestra, pero en caso de problemas necesitaré algunos refuerzos, no creo que yo sola pueda con todos ellos.-

La anciana la mira con cierto desprecio pero a la vez comprensión.

- Claro, claro, lo tuyo no es el combate directo, nunca te ha gustado ¿verdad?, bueno ya te enviaré a alguien de confianza, y mientras tanto toma ésto y hazte con chsuma de la zona. Pero por el momento no hagas daño a los enanos, me interesa que lleguen de una pieza a su ciudad ¿estamos?-

- ¿Todos los enanos?-

La anciana medita unos segundos.

- Bueno, todos, todos la verdad es que me importa poco, pero el que lidera la expedición, ese tal Bondir si debe llegar de una pieza, ¿entendido?-

- Cómo el agua clara Maestra.-

La anciana lanza una bolsa a través del espejo que se estrella en el suelo con un tintineo.

- Para imprevistos, y no me hagas perder más oro, sabes que lo detesto.-

- Maestra, os haré recuperar vuestras inversiones con intereses, como siempre.-

- Espero que así sea, ahora tengo que dejarte joven Cayetanax, no más decepciones.-

El espejo se oscurece, la mujer lo vuelve a encojer y guardar, apaga la vela negra y vuelve a escucharse la sutil musiquilla de la posada.

- Dioses, ha sido mucho menos de lo que esperaba, la Vieja se las sabe todas, maldita sea. Creí que me iba a despellejar o algo peor, ha habido suerte, bien pues entonces a trabajar, esa perra hechicera chapucera ha tenido suerte, la próxima vez, ¡veremos si se puede medir a Cayetanax Alvaar! Le debo una ración de dolor que he recibido por su culpa.-

La mujer con un rápido gesto cambia su aspecto y abre la puerta, querido, un hombre joven y guapo espera en la puerta...

- ¿Chi?-

- Verás estoy agotada, me preguntaba si me ayudarías a hacer las maletas, tengo que partir mañana...-

- Claro, faltaría mach.-

El joven entra en la habitación y mientras Cayetanax se sienta en un confortable sillón comienza a doblar y empaquetar túnicas, y guardar otros utensilios bajo las directrices de la bella mujer que no deja de sonreírle.



                                                Cayetanax Alvaar