martes, 29 de julio de 2014

El plan sigue según lo previsto...


“¡El Lord ha muerto! ¿Qué va a ser ahora de nosotros? ¡Tenemos derecho a que nos digan que pasa!” Eran los gritos más oídos entre la multitud asustada que se agolpaba ante las puertas de la fortaleza de la Mota Verde.

Un cuerno de guerra resonó por toda la colina, e instantes después, las puertas de la fortaleza se abrieron y por ellas surgió un torrente de hombres armados, cabalgando con rapidez y siguiendo el nuevo pendón del feudo: una flor sobre un fondo verde y negro. La multitud se apartó rauda, y hubo gritos de miedo, pero los jinetes ignoraron a los campesinos y se dirigieron al trote hacia la barbicana de salida.

-¿Adonde van los soldados?

-Les dirigían la capitana de la guardia y Sir Brannus...

-Eran casi todos los guardias

-¿Qué está pasando?

La gente estaba nerviosa y asustada, pero pronto apareció el senescal Fridbal Anhuire, un anciano semi-elfo de regio porte. Le acompañaban los sacerdotes locales de Chauntea y Tymora y el sargento Gormus, un veterano de la guardia de la baronía, que había servido durante años y era muy conocido por todos los habitantes.

Buenas gentes de Darkplains! – gritó con su bien modulada voz el senescal – No tenéis porqué preocuparos. Lord Hook se encuentra sano y salvo

Eso es imposible! – contestó a gritos un carpintero – Yo le vi meterse en el cobertizo ese, y un rato después el edificio explotó en una cascada de magia extraña… Tal y como quedó el pobre cobertizo, nadie hubiese salido vivo de allí.

-Os digo que Lord Hook está sano y salvo. La explosión que devasto el cobertizo no fue tal, si no los efectos residuales de un experimento de magia de transporte que utilizó Lord Hook para viajar a tierras lejanas. Os lo aseguro. Tanto el Padre Tomasus como el Cura Fortunato han consultado a Chauntea y Tymora y ambas diosas confirman que Hook se encuentra sano y salvo. Sin ninguna duda no tardará en volver al castillo

La gente comentaba, unos aliviados y otros escépticos, la información que a gritos suministraba el senescal y los llamamientos a la tranquilidad.

-¿Habéis oído? Lord Hook esta a salvo. No nos hemos quedado de nuevo sin barón, menos mal… ¿Qué sería de nosotros?

-¿Y quien dice eso? ¿Nos dirían si ha muerto…? – contestó dubitativo un enorme herrero.

-Pero los sacerdotes han dicho que sus dioses confirman que sigue vivo.

El herrero gruño aliviado. Era un hombre piadoso, y si el padre Tomasus afirmaba que Lord Hook estaba vivo, tendría que creerlo; aunque viendo el granero lo dudase en el fondo de su alma.

-A mi que esos sacerdotes de falsos ídolos digan lo que quieran, pero nadie habría sobrevivido a esa explosión – comentó un individuo mal vestido a otros que se encontraban junto a el.
Era uno de los nuevos colonos, y que pertenecía a un culto que dudaba de la bondad de los otros dioses, afirmando que solo su señor se preocupaba por los humanos. No eran muy apreciados entre el resto de la población.

-Oiga, usted. Que no crea en la amable Chauntea no le da derecho insultar a la fe de los demás – comentó en voz amenazadora el herrero. Varios de sus amigos asintieron y juntaron filas detrás suyo.

-Perdone, amigo. No pretendía ofenderle, solo decía que me parece imposible que nadie sobreviviese a esa cosa que le paso al granero, por mucho que lo diga quien sea – se disculpó educadamente en individuo.

-Está bien, no pasa nada.

Cada grupo volvió a sus cotilleos, como si nada hubiese pasado. Sin embargo, momentos  después se oyó un comentario en voz alta y que parecía provenir del escéptico, y el cual sonaba como su voz.

Que diablos! Pueden decir lo que quieran estos rústicos mea-pilas y sus abominables ídolos paganos, que por mucho que sacrifiquen cabras o la dudosa virginidad de sus mujerzuelas a esos turbios poderes, no me trago sus predicciones

El herrero y sus colegas se giraron como rayos.

-¡¿Cómo?!

El harapiento individuo y sus compañeros también se giraron, aparentemente aturdidos por la voz que había provenido de entre sus filas

-¿Qué.. qué pasa?

Pasa mi puño en tu cara! – Gritó el herrero, haciendo realidad su amenaza.

El escéptico rodó por los suelos, gimiendo, y sus colegas se abalanzaron sobre el herrero intentando detenerle, pero los compañeros del herrero intervinieron y en breves momentos se formó un importante tumulto que comenzó a extenderse por la multitud.

Hereje!

Asesino!

Los insultos y los puñetazos, patadas y hasta mordiscos llovían por doquier.

-¿Qué diablos pasa? – gritaba el senescal frenético - ¡Lo que nos faltaba! ¡Sargento Gormus! Detenga a esa multitud y hágales callar de inmediato. ¡Disuelva el tumulto!

Solo faltaba que este griterío llegase a oídos de los Trolls. Entonces si que tendrían un problema.

El sargento y dos de sus guardias intentaron abrirse paso hasta el centro del tumulto, pero la pelea se había extendido ya por toda la multitud, y la gente rodaba por el suelo enzarzada, las mujeres gritaban y corrían o sacudían por la espalda a los agresores de sus parientes – o a los propios parientes – y los niños jaleaban desde los bordes del tumulto, lanzando piedras o barro a los contendientes.

Mas hombres, que vengan más hombres! – gritaba el sargento, repartiendo golpes a diestro y siniestro con una pesada porra.
Al lado suyo, uno de sus hombres luchaba a brazo partido con dos robustos ganaderos, ebrios de vino y violencia, mientras que el segundo guardia forcejeaba con una mujer frenética y soportaba a una anciana subida a sus espaldas que le golpeaba con un rodillo en el yelmo y maldecía a su familia con unas blasfemias tan horribles que un orco hubiese palidecido de envidia ante su maestría.

Con tal tumulto, nadie se fijó en un hombre bajo e insignificante, vestido como un jornalero, que se escabulló de la trifulca por una de las calles. Andando a buen paso se encaminó hacia las puertas de la ciudadela, y viendo subir a toda prisa a dos guardias les gritó aterrado.

Se han vuelto todos locos! ¡Se están asesinando ahí arriba! ¡Socorro!

Los guardias corrieron hacia el distante griterío, y uno de ellos hizo sonar un cuerno de alarma.

-Vaya panda de memos. El plan se desarrolla según lo previsto; continuad - susurró al aire.

El pequeño individuo pareció escuchar algo en el sonido del viento, soltó una risita maliciosa y se perdió entre las sombras.


lunes, 21 de julio de 2014

Banderas hacia el Sur


El griterío penetraba hasta el interior de la masiva fortaleza. Lo hacía de forma amortiguada, y lo que clamaba la muchedumbre asustada no era audible para los reunidos en una sombría sala, pero no hacía falta escucharles para saber porqué gritaban. Sin embargo, los presentes en la habitación ignoraban los gritos, fijando su mirada en dos robustos individuos que murmuraban y hacían aspavientos sobre trozos de hueso profusamente labrados y palanganas con agua humeante.

-Nunca he tenido demasiada paciencia para todos estos sortilegios – tronó un masivo guerrero en lo que sin ninguna duda consideraba como un tono de voz bajo.

Chist! Bajad el tono, Sir Bronne, o haréis que pierdan la concentración y habrán de comenzar de nuevo – susurro un avejentado semi-elfo con las libreas de senescal.

El caballero se atusó un canoso y poblado bigote.

Que Torm nos libre! Ya llevamos aquí casi una hora… Espero que acaben pronto.

-Ya hemos terminado, mi buen Sir Bronne – exclamó el más orondo y mayor de los sacerdotes, mientras se ajustaba el sencillo cinturón de cuerda que sujetaba su modesta túnica parda y su no tan modesta panza. Portaba bien visible el símbolo de Chauntea.

Aja! Hablad pues, os lo rogamos, hermano Tomasus. ¿Qué es lo que manifiesta Chauntea a nuestras preguntas? – inquirió el semi-elfo.

-Chauntea no tiene constancia de que Lord Hook haya pasado al ultra-mundo, Fridbal. Pero esa afirmación tampoco tiene una seguridad total, ya que Lord Hook no es seguidor de nuestra señora de las cosechas

-Si alguien tan importante como Lord Hook hubiese fallecido, sin ninguna duda la noticia se hubiese extendido en todos los mundos del mas allá ¿no es así, clérigo? – Manifestó de forma brusca una mujer rubia y armada hasta los dientes.

El sacerdote de Chauntea miró paternalmente a la guerrera.

-Hmmm. Mi señora Brunilda, los dioses no son comadres que se reúnen alrededor de una chimenea tomando jarras de cerveza y compartiendo cotilleos y rumores sobre este y aquel mortal

Brunilda resopló y se encogió de hombros, indicando su desacuerdo ante la afirmación del hermano Tomasus.

-Bueno, bueno. ¿Y qué es lo que dice la señora Tymora? ¿Cura Fortunato? – Intervino rápidamente el senescal Fridbal. Lo último que necesitaban en esos momentos era una discusión teológica.

El aludido se echó al coleto un trago de vino y suspiró agotado.

-Lady Tymora suele ser oscura en cuanto a sus respuestas en este tipo de adivinaciones, pero tuve la fortuna de contactar con uno de sus siervos que parece estar bien dispuesto hacia Lord Hook, y sus respuestas fueron menos crípticas que de costumbre. Puedo afirmar que en esto la señora de la suerte nos sonrió, porque si supieseis con qué criaturas hay que lidiar en estos casos

Al grano, hombre, al grano! ¡Dejad esas anécdotas para vuestros sermones semanales, que estamos en mitad de una crisis! – exclamó el veterano Sir Bronne golpeando la mesa con fuerza. Brunilda asintió, haciendo crujir sus guanteletes metálicos. Tampoco estaba para muchas tonterías.

-Ah si, disculpad, caballero. El siervo de mi señora fue categórico. Lord Hook se encuentra vivo y en buen estado de salud, pero no esta en estas tierras, si no en un lugar muy lejano. Hubo varias respuestas crípticas acerca de galeotes, calidad del rancho de a bordo y otros temas de navegación varios, de los cuales reconozco no saber demasiado, pese a que he realizado prolongados viajes a lo largo del Mar de las Estrellas Fugaces y… ¡Uy perdón! Si es que hablo por los codos… bueno, por donde iba, ah, si, en resumen: el siervo de mi señora manifestó que Lord Hook goza de buena salud y se encuentra realizando un viaje por muy lejanos mares.

-Entonces la explosión que devastó el cobertizo no acabó con Lord Hook. Tenemos suerte, nadie hubiese sobrevivido a esa hecatombe. He contemplado edificios despanzurrados por piedras de catapultas, o incinerados por magia de fuego, pero lo que le pasó a ese edificio… - Se estremeció Sir Bronne.

-Por lo que se ha dicho, colijo que no fue una explosión arcana, mi buen Bronne. Creo que hubo magia de traslocación involucrada. Lo que le sucedió al cobertizo fue sencillamente un efecto colateral a la magia que transportó a Lord Hook – comentó pensativo el senescal.

-Lo que sea; aunque a un edificio torturado de esa forma y con los cimientos en el tejado no lo llamaría yo “efecto colateral”. Menos mal que no había nadie más cerca, o de lo contrarío tendríamos todo un fenómeno entre manos, con orejas en las manos y ojos en los pies o algo asi. Y a todo esto ¿qué hemos hecho con el maldito objeto ese?

-Mis hombres lo han movido fuera de la fortaleza, al viejo granero de Roblegordo. – contestó Brunilda – Lo tenemos allí custodiado y lejos de cualquier persona.

Sería mejor destruirlo! O al menos arrojarlo a lo más hondo de un profundo pozo. Nada bueno puede provenir de ese timo de hechicerías¡Y menos si hay gnomos involucrados!

Nadie va a tocar esa cosa! Lord Hook declaró que era de su propiedad y aquí permanecerá hasta que regrese – grito Brunilda furiosa, y más por cuanto que a ella misma nada le hubiese gustado más que arrojar esa cosa a un pozo bien hondo, pero no sin antes haberla desmontado a hachazos.

-Jovencita, no sabéis a lo que nos enfrentamos, así que guardad la compostura – bramó a su vez Sir Bronne

Guardad vos vuestra lengua, vejestorio!

-Maldita niñata, tenéis suerte de que sea un caballero, si no os pondría sobre mis rodillas y os daría una azotaina por insolente

Eso me gustaría verlo, ruina decrépita! Además, en cuanto a títulos, ahora que lo pienso yo también poseo un torreón, así que no olvidéis añadir mi título cuando os dirijáis a mí.

-El hecho de que Lord Hook os cediese el viejo torreón de los Pinewood no os convierte en caballero ni en nada por el estilo, aunque vayáis cabalgando por los campos embutida en esa armadura y acompañada por esos matones del arroyo que os siguen, Lady Bandolera

Los dos guerreros se enfrenaron, con los ojos echando chispas y con las manos sobre las armas. La situación era peliaguda y los sacerdotes y el senescal retrocedieron. No sabían que hacer ni decir sin desatar un infierno en la sala.
Justo en ese momento se abrió la puerta y entro con urgencia un joven caballero, el cual miró sorprendido la situación y procedió a imponerse sobre las dos bestias de la guerra que se miraban con rabia asesina. Todo lo cual no dejaba de ser grotesco, ya que el recién llegado apenas superaba la veintena, no era muy alto y tiraba más bien a escuálido de constitución; tampoco poseía grandes dotes de oratoria, ya que tartamudeaba en los momentos de nerviosismo. Para más befa se llamaba Crispin Ironchest.
Pese a lo que dijesen algunos, los dioses si tenían sentido del humor…

-Ca…caballero y, y, y dama… compor… ¡comportensé! Ca… casi tenemos un, un, un motín ahí fuera y, y, y otros pro.. pro.. problemas más graves… ¡Y, y, y uste… ustedes aquí dentro pe, pe, peleándose! Va… vaya manera de, de, de guardar el feudo de, de, del señór

Los dos guerreros se le miraron avergonzados.

-Tenéis razón, joven Crispin. Os ruego a todos me disculpéis, mi frustración me ha llevado a hablar inapropiadamente – se disculpó Sir Bronne.

-Yo últimamente he tenido muchas cosas en la cabeza y estoy de mal humor – dijo sencillamente Brunilda, sin llegar a disculparse.

-Bien, bien, todo arreglado. – exclamó rápidamente el senescal, derivando la conversación hacia otros temas – Sir Crispín, os veo sofocado. ¿Traéis alguna noticia importante?

T…T…Trolls mi se, se, señor senescal!

-¿¡Trolls!?

-S..s..si. Han si, si, sido visto a cinco le, le, leguas de aquí. ¡Eran mu, mu, muchos!

-¿A plena luz del día? ¡Imposible! – gritó Brunilda.

-El día esta nublado… Si tienen mucho hambre podrían arriesgarse - murmuró pensativo Sir Bronne.

-¿Cómo han llegado hasta tan cerca sin que ninguna patrulla les viese? – gritó alarmado el senescal.

-El campo es amplio, y nuestros hombres pocos. Ya lo veremos después, ¡ahora tenemos que interceptarlos antes de que lleguen a la fortaleza y los campos colindantes! Si huelen a toda la gente y el ganado que hay por aquí, se volverán locos – exclamó Sir Bronne - ¡Llamad a todos los hombres de armas! ¡Mandad mensajeros a Sir Valerius, a Sir Mandred y a sir Rufus! No llegaran a tiempo para ayudarnos, pero si para reforzar las defensas si fracasamos. Brunilda ¿tenéis por aquí a muchos de esos rufianes montados que llamáis soldados?

-Los mejores cortacuellos a este lado del Mar de las Estrellas Fugaces, ¡ojo! Tengo unos quince a mano ahora mismo – comentó la aludida, relamiéndose ante la perspectiva de batalla.

-Yo tengo a cinco hombres aquí ¿y vos Sir Crispin?

-He..he… he venido con… con… tres hombres.

-Tendremos que salir con lo que tenemos. Lo principal son tropas de caballería; también nos llevaremos a cuantos arqueros e infantería que podamos montar a caballo para que nos sigan rápidamente. ¡Quemaran los trolls que tumbemos!

-¿Y la fortaleza? – preguntó Fridbal

-Os dejaremos diez hombres de armas y los ballesteros – contestó Brunilda

-Tendréis que calmar al populacho y encerrarlos en casa o en la fortaleza. Solo nos faltaba esto para que desatase el pánico más absoluto – gruñó el caballero.

-Me encargaré de ello. Que los dioses os acompañen.


Minutos después, entre gritos y toques de trompeta, el ejército de Darkplains salió de la mota, siguiendo el pendón de la flor negra. Detrás dejaron la fortaleza sumida en un caos de gritos y chillidos que el viento arrastró fuera de los muros de adobe y madera, hacia oídos que los escucharon con atención…

jueves, 3 de julio de 2014

LOS CUATRO

Cuatro figuras caminan por oscuras callejuelas, por todas partes hay restos de hombres-pez muertos y signos de encarnizadas luchas recientes. Un anciano se acerca apoyado en un bastón.

- Señores, demen argo, los demonios del mar mataron a mis hijos y...-

La figura más alta se acerca, su parda capa ondea ligeramente, soltando restos de polvo.

- Aparta viejo, tenemos prisa.-

- Pero señor, sólo unos cobres...-

Se escucha un fuerte crujido, el anciano cae inerte al suelo con un golpe seco, las tres figuras que quedaron unos pasos por detrás ríen. La más alta se gira.

- Vamos-

Continúan andando con tranquilidad por pequeñas y oscuras callejuelas.

--------------------------------------------------------------------------------

Una pequeña y mal iluminada taberna, un humano delgado, desaliñado se encuentra sentado en una oscura esquina, bebe con tranquilidad, cuando tres tipos que no han dejado de mirarle desde que se sentó, se le acercan. Uno de ellos toma su vaso y bebe, después sonríe:

- Buenas noches caballero, gracias por la copa. No hemos podido evitar apreciar que pagáis con buen oro y portáis una bolsa bien llena. Aquí mis colegas y yo nos preguntábamos si nos invitaría a unas rondas.-

El pequeño y delgado humano mira a los ojos a su interlocutor y sonríe:

- Tommy 'El educado', es un honor conocerte, aunque tu alma está podrida, muy podrida. Y tus amigos, mmm, si, sin duda son Lemar 'El puñales' experto en las certeras puñaladas por la espalda y Gorkur el afamado semiorco, fuerte e intimidante. Se supone que os debo temer ¿no?-

Los tres retorcidos personajes parecen desconcertados, se miran entre sí y llevan sus manos a las empuñaduras de sus armas con desconfianza.

- Tranquilos, tranquilos muchachos, no pertenezco a la guardia, sentaos y bebed conmigo, tengo algo interesante que proponer, a gente inteligente y con ganas de ganar, como dijisteis, si, 'buen oro'.-

El enjuto humano acompaña sus palabras tirando una bolsa sobre la pequeña mesa, que tintinea, la codicia se refleja en los ojos de los tres matones, que se sientan intrigados, sin soltar sus armas. El enorme semiorco comienza a contar monedas, despacio. El humano de pelo rizado comienza a hablar, parece tranquilo, pero se adivina su desconfianza:

- Bueno caballero, veo que ahora hablamos el mismo idioma, pero estoy intrigado ¿cómo nos conocéis?-

- Bueno he preguntado por ahí, por personas discretas y eficaces, y vuestros nombres surgieron...-

- ¿Y en qué podemos serviros caballero?-

La pequeña figura se recuesta con tranquilidad, cruzando los brazos:

- Bueno, es un trabajo muy sencillo y bien remunerado Tommy, digamos 500 piezas para cada uno de vosotros, con la mitad por adelantado, por supuesto.-

Los tres matones se miran entre sí, la codicia está escrita en sus ojos, es mucho oro. Habla Gorkur:

- ...dieciséis, diecisiete...¿500?- Sonríe y deja las monedas que estaba contando.

- ¿Y de qué se trata caballero? Nadie paga tanto por un trabajo sencillo.-

- Bueno es sencillo, pero puede traer algunos problemas, de ahí la suma. Mi Señor necesita estropear un poco la fama de cierta reputada heroína, tan solo debéis tomar estas libreas e intimidar a ciertas personas, cobrando por su protección...-

- No parece complicado, ¿qué pensáis muchachos?-

- Gorkur no fía de pequeño humano misterioso ¿por qué no le atizamos y nos llevamos su oro  ahora?-

El pequeño humano deja el modesto vaso en la mesa, y se incorpora mirando fijamente a la enorme criatura. Sus ojos se tornan por un momento de un fuerte color azul.

- Bueno...si podríais joven Gorkur, pero para eso tendrías que poder moverte y ¿no puedes moverte verdad?-

El semiorco empalidece y se queda como una estatua, babea ligeramente y sus ojos reflejan rabia. El hombre de los rizos parece inquieto y desenvaina una espada corta con rapidez:

- Milord, os ruego que liberéis a mi amigo, o me veré obligado a haceros una nueva sonrisa.-

- Puedes intentarlo muchacho, pero así no cobraréis una bonita suma, con el consiguiente riesgo de salir vivos o no de este tugurio.-

- Veo que empleáis magia, pero somos dos ¿cómo nos pararéis a los dos?-

- Yo no os pararé, desde luego no soy rival para vosotros, ellos lo harán...-

La pequeña figura hace un ligero gesto hacia la barra, cuatro enormes figuras se levantan despacio, dejando sus bebidas. Totalmente cubiertos por unas largas capas pardas de viaje, llenas de polvo. Tommy valora la situación, no le gustan los encapuchados ni su tamaño, no le gusta el tipo que tiene delante, pero un sexto sentido le dice que es mejor aceptar el oro, se vuelve a sentar riendo y enfundando su espada rápidamente.

- Caballero, sólo era una pequeña hipótesis, mis disculpas, no pretendíamos robaros, creo que bien mirado aceptaremos ese oro, ¿verdad muchachos?-

Su compañero asiente y el semiorco queda liberado sujetándose la garganta.

- Ugh, si buen negocio.-

- Bien muchachos, ahora aclarados estos asuntos, dejadme por favor, he de hablar con esos caballeros.-

Los tres matones salen con prisas del pequeño tugurio. Las cuatro figuras encapuchadas se acercan despacio a la pequeña mesa, quedando de pie delante, en silencio. El más alto, bajo la capucha se ven unos viejos bigotes, se adelanta un paso. En la oscuridad de la taberna sólo se aprecia su mentón, mal afeitado, con algunas canas. Una voz grave, que parece enfriar el ambiente surge bajo la capucha:

- ¿En qué podemos ayudar Milord?-

- Señores, cuanto tiempo sin veros, veo que mantenéis la vieja indumentaria. Bueno, se trata de un trabajo delicado, seguid a esos tres, no los perdáis, cuando comiencen a visitar ciertas casas y comercios con las libreas que les acabo de dar, entrad tras ellos, con las mismas libreas y requisad cualquier cosa, por la fuerza de la intimidación, todo lo que requiséis debéis dejarlo aquí.-

Un suave pergamino queda extendido sobre la mesa. Las cuatro figuras miran con atención y asienten.-

- ¿Y después?-

- ¿Después? Si, haced lo que mejor hacéis, pero dejad que llegue la guardia primero, cuando se lleven a unos cuantos para interrogarlos, entonces podéis divertiros un poco allí, sed rápidos, en poco tiempo tenéis que salir de allí, ¿entendido?-

Las cuatro figuras se miran entre si, sonríen, aunque parecen algo decepcionadas.

- Si, lamento que sea menos de lo que esperabais, pero hacedlo así, ya habrá mejores momentos, descuidad.-

- ¿Y la mujer?-

El pequeño humano sonríe:

- La mujer puede suponer un problema serio, haced lo que os he dicho, después dadle mis recuerdos.-

Las cuatro figuras sonríen satisfechas.

- Milord, la gente poderosa confía demasiado en sus capacidades, dejadlo de nuestra cuenta. ¿La queréis viva?-

La pequeña figura parece meditar un instante, da un largo trago y levanta la vista, sus ojos son de un azul sobrenatural, parecen dos topacios recién pulidos.

- Dejadla con vida si es posible, tan sólo debe recibir el mensaje, dejadla claro que la liebre que persigue no merece la pena.-

- ¿Y si insiste o dice que no dejará la persecución?-

- Hacédselo entender a vuestra manera.-

Los cuatro mentones sonríen, se retiran sin hacer a penas ruido. La pequeña taberna queda vacía salvo por el pequeño humano que sonríe ligeramente.


- Bueno muchachita, espero que esto te aclare que hay presas que es mejor dejar escapar.-

miércoles, 2 de julio de 2014

CONFABULACIONES

Un pequeño salón, ricamente decorado, alfombras, tapices, candelabros de plata, estatuas. En el centro una mesa de caoba, varias figuras se sientan a su alrededor, juegan a las cartas, como excusa para hablar.

- Lady Gordinfler, me alegra que hayáis retomado nuestras partidas de bridge, ¿el té está a vuestro gusto?-

- Si Lord Tolben, está perfecto. Estoy algo alterada viejos amigos, desde esos robos por el vecindario, estamos algo intranquilos.-

Una joven con mirada altiva deja una carta.

- Milady, es una terrible experiencia por la que habéis pasado, con toda esa chusma entrando y saliendo de vuestra casa, no quiero ni pensarlo, seguro que os han dejado todo lleno de porquería. Escuché que la famosa Lady Stronghand recuperó gran parte de vuestras posesiones.-

- Si querida Melissa, así es, gracias a Lady Stronghand recuperamos parte de nuestro modesto patrimonio, pero sigo intranquila, con todos los medios que puse y aún así, lograron entrar en mi dormitorio, y a pesar de mi ligerísimo sueño, no me enteré de nada.-

Las elegantes personas sentadas a la mesa están muy serias, preocupadas, repentinamente una mujer entrada en años, elegante, rompe el silencio:

- Lady Gordinfler, espero que estéis más tranquila por la acción de Lady Stronghand, he oído rumores interesantes...-

Toda la mesa queda expectante mirándola.

- Por favor, Lady Sumilla, vuestra información siempre es de lo mejor que escuchamos en estas partidas, contadnos.-

- Veréis, he oído que el nuevo Lord de Darkplains anda muy corto de fondos, y dado su oscuro pasado, se dice que el estuvo detrás de esos eficaces robos, para poder pagar deudas y reconstruir esa ruina que ha comprado.-

La mesa se agita, otra mujer se abanica con nerviosismo:

- Mis señores, ese asqueroso elfo tiene una terrible reputación, pero escuché que estaba con Lady Stronghand fuera de la ciudad cuando se dieron los robos...-

- La coartada perfecta.-

Todos los asistentes asienten.

- Yo sé que ese tal 'Lord Hook' es un viejo amigo de Lady Stronghand, ¿quién nos dice que Lady Stronghand no le ha encubierto por su vieja amistad? Sólo recuperó parte del botín, puede que dejara el resto a su viejo amigo para ayudarle...-

Varios asistentes asienten, otros dudan, alguno niega con la cabeza. Los cuchicheos, hipótesis y rumores se suceden durante toda la velada. Finalmente las  visitas se despiden cordialmente. La elegante anciana sube a una calesa que parte con rapidez, hasta alcanzar una pequeña plaza, es noche cerrada. La noble dama da unos golpes en el techo.

- ¡Cochero! me bajo aquí, quiero caminar un poco.-

La calesa se para con suavidad, el cochero abre la puerta a la dama.

- ¿Echtáich chegura Milady? Ech tarde, no quichiera que och ocurriera nada malo.-

- No te preocupes Jefrey, estamos a dos pasos de casa, vete a descansar.-

La calesa se marcha por una de las calles que dan a la pequeña plaza. Una oscura niebla se arremolina cerca de la noble dama, una grave voz resuena por toda la pequeña plaza.

- Hermano, bonito traje.-

- Je, je, je, si, bueno, Lady Sumilla fue muy amable al prestármelo y quedó muy dormidita.-

- ¿Cómo ha ido?-

La elegante mujer cambia repentinamente de forma, el elegante traje queda en el suelo, una enorme figura equina queda encima.

- Bien hermanito, todo bien, parece que los nobles empiezan a sospechar del elfo, y de paso de nuestra amiga. Claro, que Lady Sumilla deje caer sus sospechas, parece que ayuda a fomentar ciertos rumores...-

- Ja, ja, ja, ¡qué bueno! Creo que arrancaremos una sonrisa a Legnar con ésto.-

- Sin duda, sin duda, pero creo que deberíamos insistir un poco en el tema, creo que aún no les hemos convencido del todo de la clarísima culpabilidad del Lord de Darkplains.-

La segunda figura esboza una sonrisa y agita ligeramente la cabeza.

- ¿Y que sugieres?-

- Bueno yo pensaba en tomar algunas cosas prestadas de algún templo, en forma de elfo, naturalmente.-

- Naturalmente, je, je, je, es una buena idea, pero quizás algo más de sutileza.-

- Ja, ja, ja, puede que tengas razón hermano.-

- ¿Y no necesitabas una alfombra?-

- ¡Ah! es cierto, la alfombra, ya lo había olvidado, pues mira aprovechando que alguien haga una donación para nuestro Señor.-

- No hermanito, 'alguien' no, tengo una idea mejor.-

- ¿En qué estás pensando?-

- Bueno, se me ha ocurrido, que como el Lord mandará a los cuatro a hacer de las suyas, podemos aprovechar el momento para requisar la alfombra de un sitio más interesante.-

- Suena bien, cuéntame, cuéntame...-


Las dos enormes figuras equinas ascienden lentamente sobre los tejados, en la oscuridad de la noche la ciudad duerme, la luna brilla. Sus cálidas voces se alejan entre risas...