miércoles, 24 de julio de 2013

LA GACETA DEL CISNE COMIENZA SU ANDADURA

La nueva gaceta impulsada por un grupo de alumnos aventajados ha publicado su primer número, con el beneplácito de las autoridades universitarias. Su principal impulsora es una alumna metida en todo tipo de embrollos y que normalmente se entera de todo lo que pasa en el Campus: Gustavina Anaar.





Gustavina promente nuevas entregas de la Gaceta con jugosas e interesantes noticias, en próximos números.

domingo, 14 de julio de 2013

Rintrah en la universidad de Silver Swan

- Una vez más, con sentimiento...
- ¿Sentimiento?  ¡Siento esto, elfo enclenque!

Rintrah cargó agachando la cabeza y vio con el rabillo del ojo como el elfo se disponía a fintar de nuevo.  Parándose en seco, pivotó sobre su eje y apuntando al elfo, dejó caer su hacha y terminó el conjuro que había estado musitando mientras, como si se tratase de un prestigitador, hacía aparecer un pequeño hueso en su mano.

- ¡Bu! - Exclamó Rintrah mientras concluía el hechizo.

El elfo se estremeció momentáneamente y tras recuperar el equilibrio continuó con la finta, terminando el movimiento con una patada en la espalda de su oponente.

- ¡Caramba! Estás lleno de sorpresas y algunas de ellas son desagradables.  ¡Muy hábil! - alabó, sin embargo, el instructor.
- Me disculpo si mi treta os ha decepcionado.  Es obvio que tengo aún mucho que aprender.
- Sí, Rintrah.  Para empezar, que los conjuros de alteran la percepción no funcionan igual de bien con los elfos que con los humanos, y además tengo mucho recorrido y he visto lo suficiente como para no dejarme asustar.  Eso sí, con otro enemigo habría funcionado, seguramente.  Y para continuar, tienes que prever que las cosas pueden no ir siempre bien con tu táctica.  Te has visto obligado a soltar tu arma para esta treta y no ha funcionado.  ¿Qué planeabas hacer después?  ¿Seguir embistiendo?
- Sí, señor.  Creo que mi anatomía puede soportar un poco de castigo a cambio de una posición tácticamente ventajosa.  Además, si me agacho así - Rintrah hincó la rodilla en el suelo recogiendo su hacha - tendríais que rodearme o exponeros a una cornada.  Y si huís, en mi postura puedo dar un salto para atraparos.
- No, si aún haremos de ti un estratega...

Así eran las clases con los instructores de la universidad Silver Swan.  El nombre le parecía a Rintrah una cursilada que sólo se le podía haber ocurrido a uno de esos elfos.  Por su formación, Rintrah sabía que estos elfos no eran ni por asomo parecidos a los que él conocía en la Oscuridad.  Aquí, en la superficie, los elfos eran gente a menudo reservada y en ocasiones distante, pero bien intencionados.  Nada que ver con la legendaria crueldad de los drow y su repugnante devoción a la Araña.

"Estratega..."  Los pensamientos de Rintrah vagaron un poco más, recordando a la inestable y misteriosa drow que le acompañaba semanas atrás. Había desaparecido en el follón del ataque.  La vergüenza afloró a la conciencia del minotauro.  Si hubiese avisado antes de las intenciones de la drow, quizás habría muerto menos gente.

Pero Rintrah tampoco se torturaba demasiado.  La culpable de aquellas muertes seguía siendo ella y no él.  Pero algo le decía que no era todo tan simple.  ¿Qué era aquella historia de que los waterdavians le habían robado? ¿Sería cierto que había muerto y vuelto a la vida o sería una exageración literaria?  Al fin y al cabo, él mismo había estado a las puertas de la muerte aquella noche.  Afortunadamente, a ninguno de aquellos humanos se la había ocurrido cauterizar el muñón de su brazo con fuego como era costumbre en la superficie.  Su habilidad regenerativa fue, poco a poco, devolviendo la movilidad a su brazo una vez éste quedó nuevamente soldado en su sitio.  Habían sido días de un dolor que le atormentó, pero si algo había aprendido en Shaum antes de su huída es que el dolor es una de las sensaciones que más te hacen aprender.  Él no volvería a cometer el error de atacar ciegamente.

Sí, sabía que gracias a su actuación el grueso de la tropa de minotauros que intentaba asaltar la fortaleza esa noche se quedó en el camino, desorientados por su magia.  También sabía que él era el blanco más apropiado para aquellas hachas y uno de los que más probabilidades tenía de salir airoso, pero su orgullo le había impedido pedir ayuda cuando aquellos cuatro "hermanos" le hubieron rodeado.  Y aquel dolor lacerante que sintió sin tregua era el recordatorio perfecto de aquel error.  Trataría de no volver a cometerlo más.

- Señor, he de irme.  Aprecio el tiempo que me dedica, pero no puedo acaparar sus atenciones por más tiempo. Además, he quedado con los pat...  con los cisnes plateados.  Por lo visto hacer la ronda con un minotauro por la escuela de aventureros tiene un efecto amedrantador en esos traviesos alumnos.  Le agradezco sus enseñanzas, y espero verle mañana.
- Hasta mañana, Rintrah.  Y no olvides pasar por la escuela de magia.  Creo que ya puedes reservar horas de investigación en el laboratorio, como querías.

Investigar en las instalaciones de la facultad de magia era un privilegio.  Eso sí, un privilegio para los que podían permitírselo.  Tras revisar el menguante dinero que le quedaba, vio que tendría que afrontar la situación cuanto antes: para quedarse en la Universidad, tendría que marcharse un tiempo a ganar dinero.

viernes, 12 de julio de 2013

LOCURA EN EL BOSQUE


La figura ascendió por la suave ladera, corriendo a la máxima velocidad que le permitían sus largas piernas, y aunque la carrera había sido larga, su respiración era agitada, pero no jadeante. Sin embargo estaba cubierta de un sudor frío, y fuertes temblores la sacudían.
Con una temerosa mirada hacia atrás, se internó entre los árboles del bosquecillo que cubría la loma, y solo entonces se detuvo, apoyándose en un árbol y haciéndose un ovillo. Hundió su cabeza entre sus manos de largos y ágiles dedos, y un sollozo jadeante escapó de ella; sin embargo lo ahogó al momento al morder con fuerza sus propios labios.
Poco a poco la figura se fue tranquilizando, y sus temblores se detuvieron, permaneciendo tan quieta como un cadáver durante un rato. Sin embargo, unos lejanos ruidos la sacaron de su ensimismamiento. Unos ojos de color azul cobalto, brillantes como orbes de electricidad, fijaron su mirada en el fondo del valle, y una risa burlona y demente resonó entre los árboles, espantando a varias alimañas.
El combate aún arreciaba en la mansión fortificada, si bien el elevado número de figuras que se retiraban a toda prisa hacia los bosques ya indicaba que el asalto había fracasado estrepitosamente. Únicamente los fanáticos minotauros persistían en su intento de tomar el complejo, y los fogonazos, las explosiones, y los mugidos de agonía demostraban que no durarían mucho. Por el contrario, las ágiles figuras de los incursores drow y la sólida línea de mercenarios duergar se retiraban sin apenas una baja.

Maya Xune, famosa guerrera drow, mercenaria, asesina de demonios, y – en su opinión (y los dioses guardasen a quien la contradijera) – exaltada poetisa, contempló la escena con un brillo de locura en sus ojos. Nuevamente rió sardónicamente y sin alegría, y con un puñetazo de frustración astilló la corteza de un álamo cercano. Era enorme para los estándares drow, pudiendo incluso pasar por humana dado su tamaño. Y su fuerza era enorme, y más cuando la alimentaba la ira y una creciente demencia.

-Malditos sean los magos y sus sucios trucos – murmuró para sí misma, lo que entre los drow hubiese pasado por un grito de ira – Y maldita sea yo misma por dejarme colar un hechizo tan… tan… ¡El hechizo del miedo! Pfff. Y justo cuando la tenía en mis manos. ¡Maldita bruja! ¡Dos veces me ha tomado el pelo! Me he vuelto blanda, si. Tendría que haberla reducido a lonchas palpitantes en cuanto la tuve enfrente, y no intentar hablar y luego atraparla. Blanda, débil, y tonta ¡Tonta, tonta, tonta!

Con un ataque de furia, comenzó a repartir frenéticos golpes entre los árboles cercanos durante un buen rato, hasta que con una patada especialmente violenta destrozó un joven pimpollo. Ese acto de destrucción pareció devolver la cordura a la mujer, la cual se derrumbó de rodillas y manoseo desconsolada el caído árbol.

-Oh, no. ¿Qué he hecho? ¡Pobre criatura! ¡Que desperdicio! Ya no podrá crecer fuerte y alto y dar hermosa madera – sollozaba desconsolada, mientras gruesos lagrimones recorrían sus mejillas.

La demente drow dio vía libre a su rabia y frustración durante un buen rato, mientras rememoraba los recientes acontecimientos.
Embarcada en su búsqueda de justicia contra los cobardes magos que la habían asesinado a traición y despojado de sus apreciadas armas, había seguido la pista de una de ellas hasta la fortaleza del valle. Sin embargo, a partir de ahí las cosas habían comenzado a torcerse. En lugar de lograr reclutar a un pequeño grupo de mercenarios y aventureros conocidos que la ayudasen, su reputación había terminado por atraer a nutridos grupos de mercenarios que pensaban que si alguien de su fama buscaba entrar en la fortaleza es que allí dentro habría grandes tesoros de valor inimaginable.
El tener que aguantar a esos petimetres inútiles, con sus aires de poder y sus risibles pretensiones de maldad (¡Que sabrían ellos de maldad, los muy payasos!), ya había sido difícil. Y también el no reírse abiertamente ante sus torpezas o descabezar a un par de ellos a causa de estas. Pero el evitar que se embarcasen en una orgía de asesinatos por todo aquel que pasase o viviese en las inmediaciones del campamento había sido agotador.

Maya  creía tener sobrados motivos para odiar a los habitantes de la superficie, en especial a los procedentes de la gran ciudad de Waterdeep, pero no lograba reconciliarse con la idea de matar a todo aquel que se cruzase en su camino. Le producía una desazón considerable.
“Conciencia”, lo habían llamado las sacerdotisas de la diosa bailarina Eilistraee que había conocido hacía ya muchos años en su lejana ciudad natal. Y si bien habían sido ellas las que habían avivado el deseo de viajar y salir a la agradable noche exterior e incluso tratar con las extrañas gentes que allí habitaban, Maya también las maldecía amargamente por ello. ¿Acaso no hubiese sido más feliz siguiendo los dictados de la despiadada Reina Araña en la previsible Sub-oscuridad que siendo atormentada por esa tal Conciencia en la confusa superficie?
Además, siempre le habían hecho gracia los exóticos habitantes de la superficie, pero recientemente le habían demostrado no ser mejores que los malvados y traicioneros habitantes de Abajo. No obstante, se resistía a matarlos como las viles alimañas que habían sido.

En cualquier caso, se las había arreglado bien. Incluso se había introducido astutamente disfrazada en la fortaleza, con una coartada tan perfecta que pensó que los dioses debían apoyarla en sus designios de obtener venganza.
Y entonces todo se había ido al infierno.

La fortaleza no estaba ocupada por los guardias y sirvientes de la maga que buscaba, si no por montones y montones de esos jovenzuelos torpes y alegres que eran los estudiantes de la escuela de esa perra traidora de Jhaelryna Viconia. Y aunque Maya le guardase una a esa estirada de la elfa dorada, la pesada esa de “Conciencia” le impedía hacer daño a esos inútiles y encantadores jovenzuelos que ya había salvado en una ocasión de las garras de la muerte.
Eso excluía el asalto por parte de los mercenarios, lo que la privaba de la obvia ventaja de avasallar a la maga con los números superiores. Había tenido que ir ella en solitario y como un ladrón en la noche a por esa bruja, y, nuevamente acuciada por “Conciencia” (en mala hora se había fijado en ella ese espíritu, divinidad, o lo que fuese), no la había despachado al instante, dándole tiempo a recurrir a su magia para escapar como la vil cobarde que era. Encima había activado sus defensas, y lo único que había sacado en claro Maya eran las costillas magulladas por los puñetazos de un golem, un chichón en la cabeza, y la frustración de ver como uno de sus objetos – que creía haber recuperado – desaparecía en los bolsillos de uno de esos memos de los estudiantes.

La drow suspiró. Al menos había evitado que masacrasen a los jovenzuelos al convencer a los incursores Drow y Duergar que todo el asunto era una encerrona, evitando que se sumasen al asalto de esos dementes minotauros. Por lo que veía, estos no tardarín en ser destruidos, y si ya de paso moría esa bestia salvaje de su general, el señor del Ojo Rojo, el mundo no sería un lugar peor.

Los sonidos de combate cesaron en la mansión, y gritos de triunfo sonaron por todo el valle. Los guardias y los estudiantes habían derrotado a los minotauros. Pronto saldrían en su persecución, pero para entonces ya estaría lejos, y además sabía que ni la hechicera ni el pretencioso guerrero tuerto estarían en condiciones de buscarla. Tenía total confianza en despistar al resto.

Se puso de pie, y se internó en el bosque sin apenas ruido alguno. Ya volvería a recuperar su anillo y a por esa asesina de la hechicera.

Después de todo, si algo tenía un elfo – aún un Drow – era tiempo para la venganza…


jueves, 11 de julio de 2013

LOS TEMORES DE UN SIERVO

Una pequeña habitación, tiene varios espejos y tres bolas de cristal sobre sus atriles. Multitud de pergaminos, libros, y otros escritos abarrotan varias pequeñas mesas. Entre ellas se escucha un murmullo:

- Ay, ay, ay, ¿Cómo se lo digo a su magnificencia? En el momento que sepa que esos héroes le dieron una paliza gitana a su pequeño, y que sólo se llevó a uno por delante, creo que mis días terminan. ¿Y si me voy? No, no, no, muy peligroso, me encontraría enseguida. Mi Señor, no se caracteriza por la piedad, y menos cuando se le llevan malas noticias. Y encima el pequeño Morûl reapareció en el plano fuera de sí, por haber sido derrotado, y escapó. La que estará liando por el plano, no quiero ni pensarlo. Piensa Cespenar, piensa, ¿qué puedes hacer para salvar el pellejo?.-

El pequeño diablillo deambula nervioso por la habitación, pequeñas gotas de su sudor caen desde la cabeza, llegando al suelo como pequeñas llamas. Tras un largo tiempo, echa a volar y se posa sobre una cómoda percha que cuelga del techo, ha dejado de sudar y sonríe.

- ¡Lo tengo, lo tengo!, por algo he sobrevivido tantos años al servicio de mi Señor, porque no soy un descerebrado como la mayoría de sus seguidores.-

Baja rápidamente al suelo, y toca una campanilla plateada, unas puertas se abren en el otro extremo de la habitación, aparece un enorme ogro, vestido con puñetas, chaqueta verde con rombos rojos, y un enorme cetro.

- Cheñó, ¿en que puedo cherviroch? -

- Chambelán, ¿tu sabías escribir verdad? -

- Chí cheñó Cechpenar, dechpachio, pero ché.-

- Bien, bien, siéntate, empezaremos una importante carta y así, de paso vemos si tu escritura ha mejorado...-

La cara del pequeño diablillo irradia maldad, aunque muy bien disimulada. Tras unas horas agotadoras, consigue que el chambelán escriba la carta y la firme.

- Perfecto, ahora llévasela a nuestro Señor, seguro que está encantado con tus progresos en la escritura, algo muy útil para un buen chambelán.-

- ¿Uchted cree Cheñor Cechpenar?, Chi, chi, che la llevo ahora michmo.-

El ogro sale de la habitación, y Cespenar suspira con alivio:

- Uffff, menos mal, bueno, a ver si encuentro a un nuevo chambelán, creo que hará falta pronto, ji, ji, ji.-

Unas horas después, Cespenar se reúne con su amo, porta un gran número de pergaminos, y unos pequeños anteojos. Entra en una gran sala, al fondo su señor sobre un enorme trono, discute de forma tranquila con una criatura que recuerda a un troll. A sus pies descansan los restos humeantes de una chaqueta con puñetas y un báculo fundido, ahora pegado al suelo.

- AHHH! CESPENAR, A TI QUERÍA VERTE. ¿QUÉ ES ESO DE QUE HAN DERROTADO A MI PEQUEÑO? Y ESO DE QUE SÓLO SE LLEVÓ A UNO POR DELANTE? ¿ES CIERTO TODO ESO QUE ME HA CONTADO ESTE?-

La gran figura hace un gesto despectivo hacia los restos humeantes del suelo.

Cespenar hace una profunda reverencia, al tiempo que se le caen varios pergaminos, lo que hace sonreír a su señor.

- Mi señor, acabo de enterarme, ¡qué terrible! Si, parece que esos mortales no se cansan de ofenderos...en fin tengo algo que puede alegraros ¡oh Magnificencia...!-

- HABLA PEQUEÑO, Y TU...- Señala a la otra criatura.- BUSCA AL PEQUEÑO, NO QUIERO QUE PASE CIEN AÑOS DESTRUYENDO MI PLANO COMO LA ÚLTIMA VEZ.-

- Si amo, lo encontraremos rápido.- La figura sale corriendo de la sala.

- ¿Y BIEN CESPENAR? HA SIDO UNA BUENA JUGADA LO DEL CHAMBELÁN, LO RECONOZCO, Y COMO ME HA HECHO GRACIA, SEGUIRÁS CON VIDA, AHORA DAME ESAS BUENAS NOTICIAS.-

- Mi señor, el grupo de asquerosos héroes, se ha adentrado en un sitio peligroso, en los Manglares del sur, ya sabéis donde reside el Príncipe, al que intentamos contactar con ese débil druida. Parece que han tomado contacto con las bestias, aunque por el momento parece que no se destruyen, no creo que esas bestias, conociendo su codicia y desconfianza les dejen ir tranquilamente...-

- MMMHHH, NO LOS SUBESTIMEMOS DE NUEVO PEQUEÑO CESPENAR, SI HAN TERMINADO CON MI PEQUEÑO, TIENEN GRANDES CAPACIDADES, MANDA UN MENSAJE A LAS BESTIAS, DILES QUE PORTAN UNA CANTIDAD INCREÍBLE DE MONEDAS, CREO QUE ES LO QUE MÁS LES GUSTA A ESOS MORENILLOS ALADOS ¿NO?.-

- Si amo, no dejáis de asombrarme, qué intelecto, qué sabiduría, es algo abrumador...y...¿a cuál de las bestias enviamos el mensaje? Hay muchas mi Señor.-

- JA, JA, JA, ¿NO DEJO DE ASOMBRARTE? ¿INTELECTO? ¿SABIDURÍA? JAJAJAJA, VAMOS, CESPENAR, YA HAS SUPERADO LA PRUEBA, NO TE MATARÉ HOY, PUEDES ESTAR TRANQUILO, ADEMÁS ME ERES MUY ÚTIL. ¿A CUÁL? DA LO MISMO, PERO QUE NO SEA AL PRÍNCIPE, ESE CREO QUE ES LISTO, NECESITAMOS ALGUNO QUE SEA MÁS DÉBIL, Y QUE CREA LA HISTORIA, MÁNDALE UN SUEÑO.-

- Mi señor, ahora mismo. ¿Falta mucho para dar comienzo al avance? Quizás su magnificencia lo ha pensado ya, pero mientras los héroes están ocupados se podría...-

El pequeño diablillo se encuentra aplastado entre unas enormes garras:

- Ggghhh mi Señoggg yo golooo.-

- LOS CONSEJOS ESTÁN DE MÁS PEQUEÑO, LÍMITATE A TUS TAREAS, EL PLAN ES MÍO, Y SÉ COMO MARCHA, Y NO, NO PUEDEN AVANZAR AÚN, TIENEN QUE UNIRSE MÁS TROPAS O NO LO LOGRARÁN.-

La enorme figura sonríe dejando ver varias filas de enormes dientes, y libera su presa, el pequeño Cespenar está pálido y toma aire, haciendo nuevas reverencias.

- Perdón Mi Señor, a veces olvido en mi estupidez que vuestro poder ve más allá...-

- NO PASA NADA PEQUEÑO, PERO NO ME DIGAS LO QUE TENGO QUE HACER NUNCA MÁS. AHORA ENVÍA ESE SUEÑO, SI LAS BESTIAS ACABAN CON ELLOS UN PROBLEMA MENOS, Y SI NO, AL MENOS QUE LOS ENTRETENGAN, SI LOS HÉROES ACABAN CON ELLOS, PUES UN TERRENITO MÁS PARA LOS NUESTROS. SEA COMO SEA, NOS VIENE BIEN, PERO NECESITAMOS ESE ENFRENTAMIENTO.-

El pequeño Cespenar, sale disparado, sin dar la espalda a su Señor.

- ESPERA, JA, JA, JA, RECOGE TODOS ESOS PAPELUCHOS, ANTES DE IRTE, NO SEA QUE TE DEJES ALGO IMPORTANTE.-


El diablillo los recoge rápidamente y sale disparado.

miércoles, 10 de julio de 2013

EL PRÍNCIPE PREOCUPADO

Una enorme sala, tenuemente iluminada por una serie de globos de cristal que resplandecen, varias enormes figuras toman posiciones con rapidez y agachan las enormes cabezas en señal de respeto y sumisión. Se levanta una gran ráfaga de viento, y se escucha un ligero crujido en el suelo de la estancia al posarse sobre él un enorme peso. Una voz grave, autoritaria comienza un discurso:

- Bien, familia, ¿qué pensáis de todo este asunto? vosotros Merkiaas, Santriix, mantuvisteis contacto con ese grupo, ¿qué pensáis?.-

Habla una voz sensual, dulce, aunque en la misma lengua, el Drakóniko:

- Querido, ese grupo de aventureros no es como el último, y lo sabes, esos son los que acabaron con la criatura de Rashemen, además de acabar con una bestia de leyenda, esos no son aventureros descerebrados al uso, debemos ser cautelosos.-

Los mellizos interrumpen, hablan al mismo tiempo, casi parece que su exposición es conjunta:

- Padre, van muy cargados de magia, llevan poderosos objetos mágicos, y al menos tres de ellos son poderosos casters. Sssi padre, la humana con la que dialogaste, la que parece ser la líder o portavoz del grupo, emana un gran bien, como un fuerte aura de bondad, además su espada...-

- ¿Qué? ¿Qué ocurre con su espada? Noté que irradiaba un fuerte aura mágico, pero ¿Qué?-

Habla la pequeña Xan, es una voz dulce, al mismo tiempo sus ojos brillan con una inteligencia superior a lo normal entre los de su raza:

- Papi, acabo de interrogar a alguno de esos estúpidos que mantenemos por la música, ya sabes...bueno el caso es que me ha contado cosas interesantes del grupo, y en especial de esa Aura y de la elfa que la acompaña, su nombre es Eliara, del clan Moonfist o algo así, son norteños, de muy lejos. La humana porta una espada destructora, una espada sagrada, y la maneja bien por lo que me ha dicho, debemos tener mucho cuidado con ella.-

- Mmm, bien, bien, interesante, mi pequeña siempre tan cauta e inteligente, menos mal que te tengo cerca. De todas formas, a esa que se hace llamar Aura, no la quiero muerta, es educada, y eso me gusta, si llegamos a la caza, a esa la quiero viva...-

Vuelven a hablar los mellizos, al tiempo que se relamen:

- ¿Y el resto? ¿Los cazaremos antes de que escapen? Parecían tener unas pertenencias importantes...-

- Si me volvéis a interrumpir os daré un buen motivo para no volver a hacerlo pequeños.-

Los dos enormes dragones agachan la cabeza, y emiten algo parecido a un lloro, apenas perceptibles son sus miradas de odio:

- Disculpa Padre, por favor ilumínanos con tu saber...-

- Eso está mejor. No lo tengo claro, es que no tengo claro que es lo que quieren, parecía querer negociar algo, pero no entiendo qué. Sospecho que buscan nuestro tesoro familia, y no vamos a permitir que se lo lleven ¿Verdad?, además quiero ese cetro, el que porta la elfa, pero arriesgarnos a un combate con ellos, creo que podríamos perder a algunos de los nuestros...-

La sensual voz drakoniana irrumpe de nuevo:

- Mi amor, si dejamos que salgan de tu reino, pueden atraer a otros, o a la Reina de esas tierras, eso serían problemas serios y no este pequeño grupo, acaba con ellos mientras puedas.-

- Puede que tengas razón, pero es arriesgado, son un grupo poderoso, aunque nunca se podrán comparar a nosotros claro está.-

La enorme bestia se mesa la barbilla, al tiempo que se coloca una gran gema entre dos escamas...

- Tengo una idea familia, creo que ya sé como puedo conseguir ese cetro sin demasiados problemas, Xan, prepara a algunos de esos que tanto te entretienen, les ofreceré algo que no podrán rechazar.-

- Papi, eres un genio, creo que ya sé por dónde vas, ja, ja, ja. Por cierto Papi, ¿por qué tanto interés en ese cetro? portaban cosas más interesantes...-

- No es de tu incumbencia pequeña, si lo conseguimos ya te explicaré.-

La reunión se disuelve, y la pequeña Xan sale disparada a buscar lo que el Príncipe le ordenó. El Príncipe, se dirige con suavidad hacia una enorme columna de aspecto cristalino, y baja con rapidez por su interior. Al alcanzar su base, mira alrededor, y lanza varios globos de oscuridad, tras lo cual se escucha un ligero chasquido y una extraña palabra en su idioma. El Príncipe avanza con rapidez, volando por enormes corredores, hasta alcanzar unas enormes puertas de bronce, apoya su enorme garra sobre una de las hojas y vuelve a murmurar algo, las puertas se abren, la enorme bestia entra con rapidez y las cierra tras él. Se encuentra en una enorme sala, se dirige con avidez al centro, donde se eleva un enorme monolito pentagonal, lleno de talladuras y runas, se apoya delante y habla con voz autoritaria:

- Mi tesoro, ¿no habrás vuelto a intentar pedir ayuda verdad?-

Una suave voz surge del monolito, su interior brilla con múltiples luces de colores, y parece formarse una figura humanoide en su interior, brumosa:

- Mi señor, por favor, os he servido todos estos siglos, debéis darme libertad, es importante, no tomaré represalias contra vos ni contra los vuestros, no puedo seguir encerrado aquí...-

- ¡Calla! Seguirás encerrado mientras yo lo desee, y por el momento lo deseo. Dime, qué sabes de esa elfa, esa elfa con la que intentas contactar.-

- Como desees, esa elfa tiene una importante función, y si no me liberas, pronto lo descubrirás.-

- Maldito seas, estoy harto de tus acertijos maldito Yuir. Habla claro, o saldré ahora mismo y te traeré sus huesos para que me respetes.-

- Siempre os he respetado señor, podéis intentarlo, pero noto el temor en vuestros ojos, no estáis seguro de la victoria ¿verdad?, puede que vuestro castigo se acerque Lord Aadikaar'kan.-

- Así que ¿aún recuerdas mi nombre? Una razón más para no liberarte, habla, o empezaré a sacrificar inocentes en tu presencia, despacio como tanto te gusta...-

La voz suave, responde esta vez tiembla ligeramente:

- Por favor no hagáis eso. La elfa porta un arma de gran poder, una antigua espada de nuestra raza, una espada que podría hasta acabar con vuestra magnificencia. Pero no es eso, creo que ese grupo tiene una importante misión para los Yuir, no puedo deciros más.-

La bruma se desvanece en el interior del monolito.

- ¡Maldito seas, se que sabes más, mientes!. Pero con eso bastará por ahora, si eso es cierto, esa elfa no debe salir de mi Reino, y no saldrá.-

El enorme dragón sale rápidamente por la puerta por la que entró, la habitación queda en la oscuridad unos momentos, después un ligero brillo surge del monolito y comienzan a escucharse unas suaves palabras:


- Por...por...portadora de la espada-luna...-

jueves, 4 de julio de 2013

ENREDAR LA TRAMA

La arboleda estaba llena de risas y alegría, bajo la luz de brillantes estrellas. Elegantes farolillos multicolores colgaban de las ramas más bajas y creaban una agradable semi-penumbra de distintas tonalidades que mezclaba elegantemente áreas suavemente iluminadas con otras zonas más oscuras. Numerosas criaturas circulaban por las diversas zonas, visitando las distintas mesas cubiertas de deliciosos manjares y bebidas, las cuales estaban distribuidas por todo el bosque.
Apostados estrategicamente junto a una mesa bien provista de exóticos licores y frutos, dos criaturas observaban distraidamente a los participantes mientras murmuraban maliciosamente entre ellos. Y si se fijaban en que los grupos de festejantes evitaban por un amplio margen la mesa contra la que se apoyaban negligentemente, ninguno de los dos comentaba el hecho.

-Esta fiesta es lo más aburrido que uno podría llegar a soñar – gruñó una de las figuras, mientras observaba fijamente a un par de atractivas doncellas Eladrin que pasaban relativamente cerca –. Aunque tal vez haya algún potencial. Señoritas

Las dos doncellas se alejaron apresuradamente, ante la decepción de la criatura. Su compañero se atraganto con un ataque de risa, y tosiendo pistachos, se burló del frustrado seductor.

-Vamos, vamos. ¿Con tu reputación y aquí? ¿Realmente creías tener alguna oportunidad? Jajaja.

-Nunca se puede saber – comentó circunspecto el individuo, bebiendo un largo trago de fuerte licor de frutos. Sus ojos, que carecían de pupilas y contenían una caótica colección de colores en perpetuo movimiento, se pasearon inquisitivos por la fiesta, evaluando el potencial de los distintos asistentes. Repentinamente se fijaron en un grupo de gente que se acercaban directamente a la mesa, siguiendo a una imponente figura.

-Uo, problemas

-¿Qué? ¿Qué? – masculló su acompañante, arrojando nuevamente un torrente de frutos secos a medio masticar. Su cola se movió nerviosa y tumbó varias botellas de licores.

-El viejo viene directo hacia aquí.

-Ay, ay.

Los lamentos cesaron cuando un enorme guerrero elfo, de dorada melena, con una hermosa capa azul, y con ojos que contenía brillantes orbes de luz, se plantó frente a las dos figuras. Con un imperioso gesto hizo que sus acompañantes se retirasen, y cuando estos se alejaron a cierta distancia, se dirigió a la pareja, mientras les observaba con desconfianza y sin demasiado aprecio.

-Hablemos.

-Al servicio de su magnificiencia – graznó la más pequeña de las figuras, moviendo frenético la cola.

-Hmmm, si, gracias, Quicksilver

-Soy Sombra, su exaltación. Quicksilver es un dragón mercurio.

-Aja. Bien. Bueno, ¿Qué tal estamos, Erevan?

-Prefiero que, en esta manifestación, me llamen Iles, excelencia.

El enorme elfo suspiró resignado.

-Bueno. Iles y Sombra. Bien.

Los dos aludidos hicieron profundas reverencias, y si había un leve tinte burlón en ellas, el regio guerrero tuvo la prudencia de no comentar nada.

-A su servicio, señor. ¿Qué podemos hacer por vos?

-Bueno, veréis. Se que estáis viajando constantemente de aquí para allá, y tal vez hubieseis visto u oído algo de un asunto que me interesa – comentó de forma ligera. Pero sus ojos se posaron inquisitivos sobre la pareja.

-Es verdad que viajamos mucho y hablamos con mucha gente – contesto Iles con falsa humildad – Es posible que hayamos oído algo relativo al asunto que os interesa. Si nos dijeseis cual es, podríamos ver si disponemos de esa información

-Es relativo a un robo que sufrí recientemente. ¿Conocéis el reino de Caeau Gwyrdd?

-He oído hablar de él. Una pequeña dimensión de meditación que poseeis vos y a la cual os retirabais de cuando en cuando ¿No es así?

-En efecto. Estais bien informedos ¿Lo habeis visitado alguna vez?

Los ojos de la pareja de liantes brillaron durante un momento.

-Oh, si, su excelencia – ronroneo Sombra – Tuvisteis a bien invitar a Quicksilver y a un, hmmm, compañero de Illes hace unos milenios, a una fiesta que disteis allí en honor de algunos de vuestros aliados. Pero tras un malentendido con el señor Moradin, tuvisteis a bien indicarles la salida y recomendarles que no volviesen.

El elfo puso cara agria.

-Si, me acuerdo muy bien. Y Moradin también. Aún me lo recuerda de cuando en cuando

-Bueno, el agua que paso bajo el puente, pasada está – comento con desparpajo Iles - ¿Os han robado algo allí, mi señor?

-Exactamente.

Que atrevimiento! ¿Y se conoce al responsable? Debió ser alguien poderoso o muy hábil para sortear las defensas y guardias que sin duda tendríais allí. ¿Era valioso lo que os han robado?

-Para mi mucho – musitó el guerrero – para otros, no se

-Pues os recomiendo mirar las trazas de magia a ver si quedan residuos de quien quebrase vuestras guardas, por si alguno de nuestros colegas fuese el que tuvo la feliz ocurrencia.

-Ya se hizo. Nada de nada. El que lo hizo fue muy hábil y no dejó ninguna traza – contestó el noble elfo mientas miraba fijamente a sus dos interlocutores. Estos no perdieron su compostura…

-Entonces, cabe la posibilidad de que no fuese una divinidad el responsable. Y tal vez tan siquiera un inmortal… ¿Os habéis planteado que se tratase de un mortal?

-¿Un mortal?

-Oh, si. Están muy atrevidos últimamente, los muy pillines. Y hay magos y ladrones muy competentes entre ellos. ¿Lo que os han robado tenía algún interés para los mortales? ¿Tal vez para algún archimago? – preguntó malicioso Iles.

-Hmmmmm…. – murmuró pensativo el guerrero elfo.

-Bueno, si no lo tenéis claro, siempre podéis preguntar a vuestra esposa. Seguro que la señora de los sueños podrá solventar el asunto de forma rápida. Ventajas de estar casado con una diosa de la adivinación ¿no?

-¡No! Eso no será necesario… Ya me ocupare yo personalmente del asunto.

-Como deseeis. Y si consideraseis el asunto trivial para vuestra atención personal, siempre podéis confiar a vuestros agentes mortales el encontrar al responsable. O si no, yo conozco a muchos aventureros dispuestos a serviros, y muy capaces en sus habilidades. No los desprecieis por ser simples mortales

-Nunca lo he hecho – contesto hosco el guerrero, pero Iles continuó con su discurso como si no le hubiese oido.

-Sus capacidades son sorprendentes. Y aunque su magia dista mucho de la finura de la magia divina, en su tosquedad es poderosa; y su energía y pasión les da un curioso suplemento de poder. Les he visto realizar actos más allá de lo que en teoría deberían ser capaces; sobre todo por amor…
“Ah, y parece que esta de moda entre ellos el salir de nuevo a los planos exteriores. Sin ir más lejos, me encontré recientemente a vuestra vencedora en la competición mágica… hmmm, ¿Jhaelryna Viconia?, ¿Si?, bueno, pues lo dicho, me la encontré viajando por los planos con varios compañeros, investigando no-se-que…

-¿Ah, si?

-Pues si, señor. Mirad, si tenéis que investigar a los mortales, ella sería una buena opción.

-Si, si. Muchas gracias. Bueno pasadlo bien.

El regio elfo se unió a su sequito, y un anciano Eladrin se acercó inquisitivo.

-¿Fueron ellos, majestad?

-No lo tengo claro, mi fiel Doethhen. Existen otras posibilidades…

-Nada bueno puede venir de ese par – gruño el anciano.

-Cierto, pero ni siquiera Erevan Ilesere y su compinche Avachel pueden estar detrás de todas las desgracias de este panteón… Tengo que investigar a otros sospechosos.

-¿También a vuestra esposa, majestad?

-¡No seáis ridículo, Doethhen…! ¿Tengo pinta de estar loco?

*               *             *

Iles y Sombra se quedaron junto a la mesa, murmurando también  en tono conspirativo.

-Sospecha algo, Iles.

-Si. Sospecha. Pero son solo sospechas. No hay ninguna certeza. Y además le acabo de señalar dos posibilidades más en las cuales tal vez no hubiese pensado. No, por el momento no tenemos nada que temer

-No obstante, deberíamos tomar alguna medida adicional. Embrollonaste bastante el asunto, pero aún podría percibirse nuestra mano detrás de diversos sucesos. Deberíamos enredar aún más la trama.

-No seré yo quien se niegue a fomentar algún lío más, jajaja. Creo que tengo un par de ideas que podrían funcionar, y por lo que veo, tú también.

-Cabe esa posibilidad, si – respondió el dragón hada con una enorme sonrisa dentuda.