viernes, 12 de julio de 2013

LOCURA EN EL BOSQUE


La figura ascendió por la suave ladera, corriendo a la máxima velocidad que le permitían sus largas piernas, y aunque la carrera había sido larga, su respiración era agitada, pero no jadeante. Sin embargo estaba cubierta de un sudor frío, y fuertes temblores la sacudían.
Con una temerosa mirada hacia atrás, se internó entre los árboles del bosquecillo que cubría la loma, y solo entonces se detuvo, apoyándose en un árbol y haciéndose un ovillo. Hundió su cabeza entre sus manos de largos y ágiles dedos, y un sollozo jadeante escapó de ella; sin embargo lo ahogó al momento al morder con fuerza sus propios labios.
Poco a poco la figura se fue tranquilizando, y sus temblores se detuvieron, permaneciendo tan quieta como un cadáver durante un rato. Sin embargo, unos lejanos ruidos la sacaron de su ensimismamiento. Unos ojos de color azul cobalto, brillantes como orbes de electricidad, fijaron su mirada en el fondo del valle, y una risa burlona y demente resonó entre los árboles, espantando a varias alimañas.
El combate aún arreciaba en la mansión fortificada, si bien el elevado número de figuras que se retiraban a toda prisa hacia los bosques ya indicaba que el asalto había fracasado estrepitosamente. Únicamente los fanáticos minotauros persistían en su intento de tomar el complejo, y los fogonazos, las explosiones, y los mugidos de agonía demostraban que no durarían mucho. Por el contrario, las ágiles figuras de los incursores drow y la sólida línea de mercenarios duergar se retiraban sin apenas una baja.

Maya Xune, famosa guerrera drow, mercenaria, asesina de demonios, y – en su opinión (y los dioses guardasen a quien la contradijera) – exaltada poetisa, contempló la escena con un brillo de locura en sus ojos. Nuevamente rió sardónicamente y sin alegría, y con un puñetazo de frustración astilló la corteza de un álamo cercano. Era enorme para los estándares drow, pudiendo incluso pasar por humana dado su tamaño. Y su fuerza era enorme, y más cuando la alimentaba la ira y una creciente demencia.

-Malditos sean los magos y sus sucios trucos – murmuró para sí misma, lo que entre los drow hubiese pasado por un grito de ira – Y maldita sea yo misma por dejarme colar un hechizo tan… tan… ¡El hechizo del miedo! Pfff. Y justo cuando la tenía en mis manos. ¡Maldita bruja! ¡Dos veces me ha tomado el pelo! Me he vuelto blanda, si. Tendría que haberla reducido a lonchas palpitantes en cuanto la tuve enfrente, y no intentar hablar y luego atraparla. Blanda, débil, y tonta ¡Tonta, tonta, tonta!

Con un ataque de furia, comenzó a repartir frenéticos golpes entre los árboles cercanos durante un buen rato, hasta que con una patada especialmente violenta destrozó un joven pimpollo. Ese acto de destrucción pareció devolver la cordura a la mujer, la cual se derrumbó de rodillas y manoseo desconsolada el caído árbol.

-Oh, no. ¿Qué he hecho? ¡Pobre criatura! ¡Que desperdicio! Ya no podrá crecer fuerte y alto y dar hermosa madera – sollozaba desconsolada, mientras gruesos lagrimones recorrían sus mejillas.

La demente drow dio vía libre a su rabia y frustración durante un buen rato, mientras rememoraba los recientes acontecimientos.
Embarcada en su búsqueda de justicia contra los cobardes magos que la habían asesinado a traición y despojado de sus apreciadas armas, había seguido la pista de una de ellas hasta la fortaleza del valle. Sin embargo, a partir de ahí las cosas habían comenzado a torcerse. En lugar de lograr reclutar a un pequeño grupo de mercenarios y aventureros conocidos que la ayudasen, su reputación había terminado por atraer a nutridos grupos de mercenarios que pensaban que si alguien de su fama buscaba entrar en la fortaleza es que allí dentro habría grandes tesoros de valor inimaginable.
El tener que aguantar a esos petimetres inútiles, con sus aires de poder y sus risibles pretensiones de maldad (¡Que sabrían ellos de maldad, los muy payasos!), ya había sido difícil. Y también el no reírse abiertamente ante sus torpezas o descabezar a un par de ellos a causa de estas. Pero el evitar que se embarcasen en una orgía de asesinatos por todo aquel que pasase o viviese en las inmediaciones del campamento había sido agotador.

Maya  creía tener sobrados motivos para odiar a los habitantes de la superficie, en especial a los procedentes de la gran ciudad de Waterdeep, pero no lograba reconciliarse con la idea de matar a todo aquel que se cruzase en su camino. Le producía una desazón considerable.
“Conciencia”, lo habían llamado las sacerdotisas de la diosa bailarina Eilistraee que había conocido hacía ya muchos años en su lejana ciudad natal. Y si bien habían sido ellas las que habían avivado el deseo de viajar y salir a la agradable noche exterior e incluso tratar con las extrañas gentes que allí habitaban, Maya también las maldecía amargamente por ello. ¿Acaso no hubiese sido más feliz siguiendo los dictados de la despiadada Reina Araña en la previsible Sub-oscuridad que siendo atormentada por esa tal Conciencia en la confusa superficie?
Además, siempre le habían hecho gracia los exóticos habitantes de la superficie, pero recientemente le habían demostrado no ser mejores que los malvados y traicioneros habitantes de Abajo. No obstante, se resistía a matarlos como las viles alimañas que habían sido.

En cualquier caso, se las había arreglado bien. Incluso se había introducido astutamente disfrazada en la fortaleza, con una coartada tan perfecta que pensó que los dioses debían apoyarla en sus designios de obtener venganza.
Y entonces todo se había ido al infierno.

La fortaleza no estaba ocupada por los guardias y sirvientes de la maga que buscaba, si no por montones y montones de esos jovenzuelos torpes y alegres que eran los estudiantes de la escuela de esa perra traidora de Jhaelryna Viconia. Y aunque Maya le guardase una a esa estirada de la elfa dorada, la pesada esa de “Conciencia” le impedía hacer daño a esos inútiles y encantadores jovenzuelos que ya había salvado en una ocasión de las garras de la muerte.
Eso excluía el asalto por parte de los mercenarios, lo que la privaba de la obvia ventaja de avasallar a la maga con los números superiores. Había tenido que ir ella en solitario y como un ladrón en la noche a por esa bruja, y, nuevamente acuciada por “Conciencia” (en mala hora se había fijado en ella ese espíritu, divinidad, o lo que fuese), no la había despachado al instante, dándole tiempo a recurrir a su magia para escapar como la vil cobarde que era. Encima había activado sus defensas, y lo único que había sacado en claro Maya eran las costillas magulladas por los puñetazos de un golem, un chichón en la cabeza, y la frustración de ver como uno de sus objetos – que creía haber recuperado – desaparecía en los bolsillos de uno de esos memos de los estudiantes.

La drow suspiró. Al menos había evitado que masacrasen a los jovenzuelos al convencer a los incursores Drow y Duergar que todo el asunto era una encerrona, evitando que se sumasen al asalto de esos dementes minotauros. Por lo que veía, estos no tardarín en ser destruidos, y si ya de paso moría esa bestia salvaje de su general, el señor del Ojo Rojo, el mundo no sería un lugar peor.

Los sonidos de combate cesaron en la mansión, y gritos de triunfo sonaron por todo el valle. Los guardias y los estudiantes habían derrotado a los minotauros. Pronto saldrían en su persecución, pero para entonces ya estaría lejos, y además sabía que ni la hechicera ni el pretencioso guerrero tuerto estarían en condiciones de buscarla. Tenía total confianza en despistar al resto.

Se puso de pie, y se internó en el bosque sin apenas ruido alguno. Ya volvería a recuperar su anillo y a por esa asesina de la hechicera.

Después de todo, si algo tenía un elfo – aún un Drow – era tiempo para la venganza…


2 comentarios:

DSR dijo...

Eeeeehhhh? Estudiantes? Pero dónde se ha dado todo eso? Espero que no en el campus, y si no es así, dónde están los estudiantes? 'La elfa estirada' está afilando la navaja capadora de nuevo. Y en cuanto a esa drow demente que me deje en paz, que yo 'a penas' la hice nada...

Titoki dijo...

De eso nada.

Vendetaaaaaaaaa.