La figura ascendió por la suave ladera, corriendo a la
máxima velocidad que le permitían sus largas piernas, y aunque la carrera había
sido larga, su respiración era agitada, pero no jadeante. Sin embargo estaba
cubierta de un sudor frío, y fuertes temblores la sacudían.
Con una temerosa mirada hacia atrás, se internó entre los
árboles del bosquecillo que cubría la loma, y solo entonces se detuvo,
apoyándose en un árbol y haciéndose un ovillo. Hundió su cabeza entre sus manos
de largos y ágiles dedos, y un sollozo jadeante escapó de ella; sin embargo lo
ahogó al momento al morder con fuerza sus propios labios.
Poco a poco la figura se fue tranquilizando, y sus
temblores se detuvieron, permaneciendo tan quieta como un cadáver durante un
rato. Sin embargo, unos lejanos ruidos la sacaron de su ensimismamiento. Unos
ojos de color azul cobalto, brillantes como orbes de electricidad, fijaron su
mirada en el fondo del valle, y una risa burlona y demente resonó entre los
árboles, espantando a varias alimañas.
El combate aún arreciaba en la mansión fortificada, si bien
el elevado número de figuras que se retiraban a toda prisa hacia los bosques ya
indicaba que el asalto había fracasado estrepitosamente. Únicamente los
fanáticos minotauros persistían en su intento de tomar el complejo, y los
fogonazos, las explosiones, y los mugidos de agonía demostraban que no durarían
mucho. Por el contrario, las ágiles figuras de los incursores drow y la sólida
línea de mercenarios duergar se retiraban sin apenas una baja.
Maya Xune, famosa guerrera drow, mercenaria, asesina de
demonios, y – en su opinión (y los dioses guardasen a quien la contradijera) –
exaltada poetisa, contempló la escena con un brillo de locura en sus ojos. Nuevamente
rió sardónicamente y sin alegría, y con un puñetazo de frustración astilló la
corteza de un álamo cercano. Era enorme para los estándares drow, pudiendo
incluso pasar por humana dado su tamaño. Y su fuerza era enorme, y más cuando
la alimentaba la ira y una creciente demencia.
-Malditos sean los
magos y sus sucios trucos – murmuró para sí misma, lo que entre los drow
hubiese pasado por un grito de ira – Y
maldita sea yo misma por dejarme colar un hechizo tan… tan… ¡El hechizo del
miedo! Pfff. Y justo cuando la tenía en mis manos. ¡Maldita bruja! ¡Dos veces
me ha tomado el pelo! Me he vuelto blanda, si. Tendría que haberla reducido a
lonchas palpitantes en cuanto la tuve enfrente, y no intentar hablar y luego
atraparla. Blanda, débil, y tonta ¡Tonta, tonta, tonta!
Con un ataque de furia, comenzó a repartir frenéticos
golpes entre los árboles cercanos durante un buen rato, hasta que con una
patada especialmente violenta destrozó un joven pimpollo. Ese acto de
destrucción pareció devolver la cordura a la mujer, la cual se derrumbó de
rodillas y manoseo desconsolada el caído árbol.
-Oh, no. ¿Qué he hecho?
¡Pobre criatura! ¡Que desperdicio! Ya no podrá crecer fuerte y alto y dar
hermosa madera – sollozaba desconsolada, mientras gruesos lagrimones
recorrían sus mejillas.
La demente drow dio vía libre a su rabia y frustración
durante un buen rato, mientras rememoraba los recientes acontecimientos.
Embarcada en su búsqueda de justicia contra los cobardes
magos que la habían asesinado a traición y despojado de sus apreciadas armas,
había seguido la pista de una de ellas hasta la fortaleza del valle. Sin
embargo, a partir de ahí las cosas habían comenzado a torcerse. En lugar de lograr
reclutar a un pequeño grupo de mercenarios y aventureros conocidos que la
ayudasen, su reputación había terminado por atraer a nutridos grupos de
mercenarios que pensaban que si alguien de su fama buscaba entrar en la
fortaleza es que allí dentro habría grandes tesoros de valor inimaginable.
El tener que aguantar a esos petimetres inútiles, con sus
aires de poder y sus risibles pretensiones de maldad (¡Que sabrían ellos de
maldad, los muy payasos!), ya había sido difícil. Y también el no reírse
abiertamente ante sus torpezas o descabezar a un par de ellos a causa de estas.
Pero el evitar que se embarcasen en una orgía de asesinatos por todo aquel que
pasase o viviese en las inmediaciones del campamento había sido agotador.
Maya creía tener
sobrados motivos para odiar a los habitantes de la superficie, en especial a
los procedentes de la gran ciudad de Waterdeep, pero no lograba reconciliarse
con la idea de matar a todo aquel que se cruzase en su camino. Le producía una
desazón considerable.
“Conciencia”, lo habían llamado las sacerdotisas de la
diosa bailarina Eilistraee que había conocido hacía ya muchos años en su lejana
ciudad natal. Y si bien habían sido ellas las que habían avivado el deseo de
viajar y salir a la agradable noche exterior e incluso tratar con las extrañas
gentes que allí habitaban, Maya también las maldecía amargamente por ello.
¿Acaso no hubiese sido más feliz siguiendo los dictados de la despiadada Reina
Araña en la previsible Sub-oscuridad que siendo atormentada por esa tal
Conciencia en la confusa superficie?
Además, siempre le habían hecho gracia los exóticos
habitantes de la superficie, pero recientemente le habían demostrado no ser
mejores que los malvados y traicioneros habitantes de Abajo. No obstante, se
resistía a matarlos como las viles alimañas que habían sido.
En cualquier caso, se las había arreglado bien. Incluso se
había introducido astutamente disfrazada en la fortaleza, con una coartada tan
perfecta que pensó que los dioses debían apoyarla en sus designios de obtener
venganza.
Y entonces todo se había ido al infierno.
La fortaleza no estaba ocupada por los guardias y sirvientes
de la maga que buscaba, si no por montones y montones de esos jovenzuelos
torpes y alegres que eran los estudiantes de la escuela de esa perra traidora
de Jhaelryna Viconia. Y aunque Maya le guardase una a esa estirada de la elfa
dorada, la pesada esa de “Conciencia” le impedía hacer daño a esos inútiles y
encantadores jovenzuelos que ya había salvado en una ocasión de las garras de
la muerte.
Eso excluía el asalto por parte de los mercenarios, lo que
la privaba de la obvia ventaja de avasallar a la maga con los números
superiores. Había tenido que ir ella en solitario y como un ladrón en la noche
a por esa bruja, y, nuevamente acuciada por “Conciencia” (en mala hora se había
fijado en ella ese espíritu, divinidad, o lo que fuese), no la había despachado
al instante, dándole tiempo a recurrir a su magia para escapar como la vil
cobarde que era. Encima había activado sus defensas, y lo único que había
sacado en claro Maya eran las costillas magulladas por los puñetazos de un
golem, un chichón en la cabeza, y la frustración de ver como uno de sus objetos
– que creía haber recuperado – desaparecía en los bolsillos de uno de esos
memos de los estudiantes.
La drow suspiró. Al menos había evitado que masacrasen a
los jovenzuelos al convencer a los incursores Drow y Duergar que todo el asunto
era una encerrona, evitando que se sumasen al asalto de esos dementes
minotauros. Por lo que veía, estos no tardarín en ser destruidos, y si ya de
paso moría esa bestia salvaje de su general, el señor del Ojo Rojo, el mundo no
sería un lugar peor.
Los sonidos de combate cesaron en la mansión, y gritos de
triunfo sonaron por todo el valle. Los guardias y los estudiantes habían
derrotado a los minotauros. Pronto saldrían en su persecución, pero para
entonces ya estaría lejos, y además sabía que ni la hechicera ni el pretencioso
guerrero tuerto estarían en condiciones de buscarla. Tenía total confianza en
despistar al resto.
Se puso de pie, y se internó en el bosque sin apenas ruido
alguno. Ya volvería a recuperar su anillo y a por esa asesina de la hechicera.
Después de todo, si algo tenía un elfo – aún un Drow – era tiempo
para la venganza…
2 comentarios:
Eeeeehhhh? Estudiantes? Pero dónde se ha dado todo eso? Espero que no en el campus, y si no es así, dónde están los estudiantes? 'La elfa estirada' está afilando la navaja capadora de nuevo. Y en cuanto a esa drow demente que me deje en paz, que yo 'a penas' la hice nada...
De eso nada.
Vendetaaaaaaaaa.
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