Cuatro figuras caminan por oscuras callejuelas, por todas
partes hay restos de hombres-pez muertos y signos de encarnizadas luchas
recientes. Un anciano se acerca apoyado en un bastón.
- Señores, demen argo, los demonios del mar mataron a mis hijos
y...-
La figura más alta se acerca, su parda capa ondea
ligeramente, soltando restos de polvo.
- Aparta viejo, tenemos prisa.-
- Pero señor, sólo unos cobres...-
Se escucha un fuerte crujido, el anciano cae inerte al suelo
con un golpe seco, las tres figuras que quedaron unos pasos por detrás ríen. La
más alta se gira.
- Vamos-
Continúan andando con tranquilidad por pequeñas y oscuras
callejuelas.
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Una pequeña y mal iluminada taberna, un humano delgado,
desaliñado se encuentra sentado en una oscura esquina, bebe con tranquilidad,
cuando tres tipos que no han dejado de mirarle desde que se sentó, se le
acercan. Uno de ellos toma su vaso y bebe, después sonríe:
- Buenas noches caballero, gracias por la copa. No hemos
podido evitar apreciar que pagáis con buen oro y portáis una bolsa bien llena.
Aquí mis colegas y yo nos preguntábamos si nos invitaría a unas rondas.-
El pequeño y delgado humano mira a los ojos a su
interlocutor y sonríe:
- Tommy 'El educado', es un honor conocerte, aunque tu alma
está podrida, muy podrida. Y tus amigos, mmm, si, sin duda son Lemar 'El
puñales' experto en las certeras puñaladas por la espalda y Gorkur el afamado
semiorco, fuerte e intimidante. Se supone que os debo temer ¿no?-
Los tres retorcidos personajes parecen desconcertados, se
miran entre sí y llevan sus manos a las empuñaduras de sus armas con
desconfianza.
- Tranquilos, tranquilos muchachos, no pertenezco a la
guardia, sentaos y bebed conmigo, tengo algo interesante que proponer, a gente
inteligente y con ganas de ganar, como dijisteis, si, 'buen oro'.-
El enjuto humano acompaña sus palabras tirando una bolsa
sobre la pequeña mesa, que tintinea, la codicia se refleja en los ojos de los
tres matones, que se sientan intrigados, sin soltar sus armas. El enorme
semiorco comienza a contar monedas, despacio. El humano de pelo rizado comienza
a hablar, parece tranquilo, pero se adivina su desconfianza:
- Bueno caballero, veo que ahora hablamos el mismo idioma,
pero estoy intrigado ¿cómo nos conocéis?-
- Bueno he preguntado por ahí, por personas discretas y
eficaces, y vuestros nombres surgieron...-
- ¿Y en qué podemos serviros caballero?-
La pequeña figura se recuesta con tranquilidad, cruzando los
brazos:
- Bueno, es un trabajo muy sencillo y bien remunerado Tommy,
digamos 500 piezas para cada uno de vosotros, con la mitad por adelantado, por
supuesto.-
Los tres matones se miran entre sí, la codicia está escrita
en sus ojos, es mucho oro. Habla Gorkur:
- ...dieciséis, diecisiete...¿500?- Sonríe y deja las
monedas que estaba contando.
- ¿Y de qué se trata caballero? Nadie paga tanto por un
trabajo sencillo.-
- Bueno es sencillo, pero puede traer algunos problemas, de
ahí la suma. Mi Señor necesita estropear un poco la fama de cierta reputada
heroína, tan solo debéis tomar estas libreas e intimidar a ciertas personas,
cobrando por su protección...-
- No parece complicado, ¿qué pensáis muchachos?-
- Gorkur no fía de pequeño humano misterioso ¿por qué no le
atizamos y nos llevamos su oro ahora?-
El pequeño humano deja el modesto vaso en la mesa, y se
incorpora mirando fijamente a la enorme criatura. Sus ojos se tornan por un
momento de un fuerte color azul.
- Bueno...si podríais joven Gorkur, pero para eso tendrías
que poder moverte y ¿no puedes moverte verdad?-
El semiorco empalidece y se queda como una estatua, babea
ligeramente y sus ojos reflejan rabia. El hombre de los rizos parece inquieto y
desenvaina una espada corta con rapidez:
- Milord, os ruego que liberéis a mi amigo, o me veré
obligado a haceros una nueva sonrisa.-
- Puedes intentarlo muchacho, pero así no cobraréis una
bonita suma, con el consiguiente riesgo de salir vivos o no de este tugurio.-
- Veo que empleáis magia, pero somos dos ¿cómo nos pararéis
a los dos?-
- Yo no os pararé, desde luego no soy rival para vosotros,
ellos lo harán...-
La pequeña figura hace un ligero gesto hacia la barra,
cuatro enormes figuras se levantan despacio, dejando sus bebidas. Totalmente
cubiertos por unas largas capas pardas de viaje, llenas de polvo. Tommy valora
la situación, no le gustan los encapuchados ni su tamaño, no le gusta el tipo
que tiene delante, pero un sexto sentido le dice que es mejor aceptar el oro,
se vuelve a sentar riendo y enfundando su espada rápidamente.
- Caballero, sólo era una pequeña hipótesis, mis disculpas,
no pretendíamos robaros, creo que bien mirado aceptaremos ese oro, ¿verdad
muchachos?-
Su compañero asiente y el semiorco queda liberado
sujetándose la garganta.
- Ugh, si buen negocio.-
- Bien muchachos, ahora aclarados estos asuntos, dejadme por
favor, he de hablar con esos caballeros.-
Los tres matones salen con prisas del pequeño tugurio. Las
cuatro figuras encapuchadas se acercan despacio a la pequeña mesa, quedando de
pie delante, en silencio. El más alto, bajo la capucha se ven unos viejos
bigotes, se adelanta un paso. En la oscuridad de la taberna sólo se aprecia su
mentón, mal afeitado, con algunas canas. Una voz grave, que parece enfriar el
ambiente surge bajo la capucha:
- ¿En qué podemos ayudar Milord?-
- Señores, cuanto tiempo sin veros, veo que mantenéis la
vieja indumentaria. Bueno, se trata de un trabajo delicado, seguid a esos tres,
no los perdáis, cuando comiencen a visitar ciertas casas y comercios con las
libreas que les acabo de dar, entrad tras ellos, con las mismas libreas y
requisad cualquier cosa, por la fuerza de la intimidación, todo lo que
requiséis debéis dejarlo aquí.-
Un suave pergamino queda extendido sobre la mesa. Las cuatro
figuras miran con atención y asienten.-
- ¿Y después?-
- ¿Después? Si, haced lo que mejor hacéis, pero dejad que
llegue la guardia primero, cuando se lleven a unos cuantos para interrogarlos,
entonces podéis divertiros un poco allí, sed rápidos, en poco tiempo tenéis que
salir de allí, ¿entendido?-
Las cuatro figuras se miran entre si, sonríen, aunque
parecen algo decepcionadas.
- Si, lamento que sea menos de lo que esperabais, pero
hacedlo así, ya habrá mejores momentos, descuidad.-
- ¿Y la mujer?-
El pequeño humano sonríe:
- La mujer puede suponer un problema serio, haced lo que os
he dicho, después dadle mis recuerdos.-
Las cuatro figuras sonríen satisfechas.
- Milord, la gente poderosa confía demasiado en sus
capacidades, dejadlo de nuestra cuenta. ¿La queréis viva?-
La pequeña figura parece meditar un instante, da un largo
trago y levanta la vista, sus ojos son de un azul sobrenatural, parecen dos
topacios recién pulidos.
- Dejadla con vida si es posible, tan sólo debe recibir el
mensaje, dejadla claro que la liebre que persigue no merece la pena.-
- ¿Y si insiste o dice que no dejará la persecución?-
- Hacédselo entender a vuestra manera.-
Los cuatro mentones sonríen, se retiran sin hacer a penas ruido.
La pequeña taberna queda vacía salvo por el pequeño humano que sonríe
ligeramente.
- Bueno muchachita, espero que esto te aclare que hay presas
que es mejor dejar escapar.-
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