lunes, 21 de julio de 2014

Banderas hacia el Sur


El griterío penetraba hasta el interior de la masiva fortaleza. Lo hacía de forma amortiguada, y lo que clamaba la muchedumbre asustada no era audible para los reunidos en una sombría sala, pero no hacía falta escucharles para saber porqué gritaban. Sin embargo, los presentes en la habitación ignoraban los gritos, fijando su mirada en dos robustos individuos que murmuraban y hacían aspavientos sobre trozos de hueso profusamente labrados y palanganas con agua humeante.

-Nunca he tenido demasiada paciencia para todos estos sortilegios – tronó un masivo guerrero en lo que sin ninguna duda consideraba como un tono de voz bajo.

Chist! Bajad el tono, Sir Bronne, o haréis que pierdan la concentración y habrán de comenzar de nuevo – susurro un avejentado semi-elfo con las libreas de senescal.

El caballero se atusó un canoso y poblado bigote.

Que Torm nos libre! Ya llevamos aquí casi una hora… Espero que acaben pronto.

-Ya hemos terminado, mi buen Sir Bronne – exclamó el más orondo y mayor de los sacerdotes, mientras se ajustaba el sencillo cinturón de cuerda que sujetaba su modesta túnica parda y su no tan modesta panza. Portaba bien visible el símbolo de Chauntea.

Aja! Hablad pues, os lo rogamos, hermano Tomasus. ¿Qué es lo que manifiesta Chauntea a nuestras preguntas? – inquirió el semi-elfo.

-Chauntea no tiene constancia de que Lord Hook haya pasado al ultra-mundo, Fridbal. Pero esa afirmación tampoco tiene una seguridad total, ya que Lord Hook no es seguidor de nuestra señora de las cosechas

-Si alguien tan importante como Lord Hook hubiese fallecido, sin ninguna duda la noticia se hubiese extendido en todos los mundos del mas allá ¿no es así, clérigo? – Manifestó de forma brusca una mujer rubia y armada hasta los dientes.

El sacerdote de Chauntea miró paternalmente a la guerrera.

-Hmmm. Mi señora Brunilda, los dioses no son comadres que se reúnen alrededor de una chimenea tomando jarras de cerveza y compartiendo cotilleos y rumores sobre este y aquel mortal

Brunilda resopló y se encogió de hombros, indicando su desacuerdo ante la afirmación del hermano Tomasus.

-Bueno, bueno. ¿Y qué es lo que dice la señora Tymora? ¿Cura Fortunato? – Intervino rápidamente el senescal Fridbal. Lo último que necesitaban en esos momentos era una discusión teológica.

El aludido se echó al coleto un trago de vino y suspiró agotado.

-Lady Tymora suele ser oscura en cuanto a sus respuestas en este tipo de adivinaciones, pero tuve la fortuna de contactar con uno de sus siervos que parece estar bien dispuesto hacia Lord Hook, y sus respuestas fueron menos crípticas que de costumbre. Puedo afirmar que en esto la señora de la suerte nos sonrió, porque si supieseis con qué criaturas hay que lidiar en estos casos

Al grano, hombre, al grano! ¡Dejad esas anécdotas para vuestros sermones semanales, que estamos en mitad de una crisis! – exclamó el veterano Sir Bronne golpeando la mesa con fuerza. Brunilda asintió, haciendo crujir sus guanteletes metálicos. Tampoco estaba para muchas tonterías.

-Ah si, disculpad, caballero. El siervo de mi señora fue categórico. Lord Hook se encuentra vivo y en buen estado de salud, pero no esta en estas tierras, si no en un lugar muy lejano. Hubo varias respuestas crípticas acerca de galeotes, calidad del rancho de a bordo y otros temas de navegación varios, de los cuales reconozco no saber demasiado, pese a que he realizado prolongados viajes a lo largo del Mar de las Estrellas Fugaces y… ¡Uy perdón! Si es que hablo por los codos… bueno, por donde iba, ah, si, en resumen: el siervo de mi señora manifestó que Lord Hook goza de buena salud y se encuentra realizando un viaje por muy lejanos mares.

-Entonces la explosión que devastó el cobertizo no acabó con Lord Hook. Tenemos suerte, nadie hubiese sobrevivido a esa hecatombe. He contemplado edificios despanzurrados por piedras de catapultas, o incinerados por magia de fuego, pero lo que le pasó a ese edificio… - Se estremeció Sir Bronne.

-Por lo que se ha dicho, colijo que no fue una explosión arcana, mi buen Bronne. Creo que hubo magia de traslocación involucrada. Lo que le sucedió al cobertizo fue sencillamente un efecto colateral a la magia que transportó a Lord Hook – comentó pensativo el senescal.

-Lo que sea; aunque a un edificio torturado de esa forma y con los cimientos en el tejado no lo llamaría yo “efecto colateral”. Menos mal que no había nadie más cerca, o de lo contrarío tendríamos todo un fenómeno entre manos, con orejas en las manos y ojos en los pies o algo asi. Y a todo esto ¿qué hemos hecho con el maldito objeto ese?

-Mis hombres lo han movido fuera de la fortaleza, al viejo granero de Roblegordo. – contestó Brunilda – Lo tenemos allí custodiado y lejos de cualquier persona.

Sería mejor destruirlo! O al menos arrojarlo a lo más hondo de un profundo pozo. Nada bueno puede provenir de ese timo de hechicerías¡Y menos si hay gnomos involucrados!

Nadie va a tocar esa cosa! Lord Hook declaró que era de su propiedad y aquí permanecerá hasta que regrese – grito Brunilda furiosa, y más por cuanto que a ella misma nada le hubiese gustado más que arrojar esa cosa a un pozo bien hondo, pero no sin antes haberla desmontado a hachazos.

-Jovencita, no sabéis a lo que nos enfrentamos, así que guardad la compostura – bramó a su vez Sir Bronne

Guardad vos vuestra lengua, vejestorio!

-Maldita niñata, tenéis suerte de que sea un caballero, si no os pondría sobre mis rodillas y os daría una azotaina por insolente

Eso me gustaría verlo, ruina decrépita! Además, en cuanto a títulos, ahora que lo pienso yo también poseo un torreón, así que no olvidéis añadir mi título cuando os dirijáis a mí.

-El hecho de que Lord Hook os cediese el viejo torreón de los Pinewood no os convierte en caballero ni en nada por el estilo, aunque vayáis cabalgando por los campos embutida en esa armadura y acompañada por esos matones del arroyo que os siguen, Lady Bandolera

Los dos guerreros se enfrenaron, con los ojos echando chispas y con las manos sobre las armas. La situación era peliaguda y los sacerdotes y el senescal retrocedieron. No sabían que hacer ni decir sin desatar un infierno en la sala.
Justo en ese momento se abrió la puerta y entro con urgencia un joven caballero, el cual miró sorprendido la situación y procedió a imponerse sobre las dos bestias de la guerra que se miraban con rabia asesina. Todo lo cual no dejaba de ser grotesco, ya que el recién llegado apenas superaba la veintena, no era muy alto y tiraba más bien a escuálido de constitución; tampoco poseía grandes dotes de oratoria, ya que tartamudeaba en los momentos de nerviosismo. Para más befa se llamaba Crispin Ironchest.
Pese a lo que dijesen algunos, los dioses si tenían sentido del humor…

-Ca…caballero y, y, y dama… compor… ¡comportensé! Ca… casi tenemos un, un, un motín ahí fuera y, y, y otros pro.. pro.. problemas más graves… ¡Y, y, y uste… ustedes aquí dentro pe, pe, peleándose! Va… vaya manera de, de, de guardar el feudo de, de, del señór

Los dos guerreros se le miraron avergonzados.

-Tenéis razón, joven Crispin. Os ruego a todos me disculpéis, mi frustración me ha llevado a hablar inapropiadamente – se disculpó Sir Bronne.

-Yo últimamente he tenido muchas cosas en la cabeza y estoy de mal humor – dijo sencillamente Brunilda, sin llegar a disculparse.

-Bien, bien, todo arreglado. – exclamó rápidamente el senescal, derivando la conversación hacia otros temas – Sir Crispín, os veo sofocado. ¿Traéis alguna noticia importante?

T…T…Trolls mi se, se, señor senescal!

-¿¡Trolls!?

-S..s..si. Han si, si, sido visto a cinco le, le, leguas de aquí. ¡Eran mu, mu, muchos!

-¿A plena luz del día? ¡Imposible! – gritó Brunilda.

-El día esta nublado… Si tienen mucho hambre podrían arriesgarse - murmuró pensativo Sir Bronne.

-¿Cómo han llegado hasta tan cerca sin que ninguna patrulla les viese? – gritó alarmado el senescal.

-El campo es amplio, y nuestros hombres pocos. Ya lo veremos después, ¡ahora tenemos que interceptarlos antes de que lleguen a la fortaleza y los campos colindantes! Si huelen a toda la gente y el ganado que hay por aquí, se volverán locos – exclamó Sir Bronne - ¡Llamad a todos los hombres de armas! ¡Mandad mensajeros a Sir Valerius, a Sir Mandred y a sir Rufus! No llegaran a tiempo para ayudarnos, pero si para reforzar las defensas si fracasamos. Brunilda ¿tenéis por aquí a muchos de esos rufianes montados que llamáis soldados?

-Los mejores cortacuellos a este lado del Mar de las Estrellas Fugaces, ¡ojo! Tengo unos quince a mano ahora mismo – comentó la aludida, relamiéndose ante la perspectiva de batalla.

-Yo tengo a cinco hombres aquí ¿y vos Sir Crispin?

-He..he… he venido con… con… tres hombres.

-Tendremos que salir con lo que tenemos. Lo principal son tropas de caballería; también nos llevaremos a cuantos arqueros e infantería que podamos montar a caballo para que nos sigan rápidamente. ¡Quemaran los trolls que tumbemos!

-¿Y la fortaleza? – preguntó Fridbal

-Os dejaremos diez hombres de armas y los ballesteros – contestó Brunilda

-Tendréis que calmar al populacho y encerrarlos en casa o en la fortaleza. Solo nos faltaba esto para que desatase el pánico más absoluto – gruñó el caballero.

-Me encargaré de ello. Que los dioses os acompañen.


Minutos después, entre gritos y toques de trompeta, el ejército de Darkplains salió de la mota, siguiendo el pendón de la flor negra. Detrás dejaron la fortaleza sumida en un caos de gritos y chillidos que el viento arrastró fuera de los muros de adobe y madera, hacia oídos que los escucharon con atención…

2 comentarios:

DSR dijo...

El final de los seguidores de Hook, pasto para trolls. Qué dura vida...
Muy bueno por cierto el relato.

Titoki dijo...

Veremos, veremos. Todo se desvelará en futuras entregas, a no tardar.