martes, 29 de julio de 2014

El plan sigue según lo previsto...


“¡El Lord ha muerto! ¿Qué va a ser ahora de nosotros? ¡Tenemos derecho a que nos digan que pasa!” Eran los gritos más oídos entre la multitud asustada que se agolpaba ante las puertas de la fortaleza de la Mota Verde.

Un cuerno de guerra resonó por toda la colina, e instantes después, las puertas de la fortaleza se abrieron y por ellas surgió un torrente de hombres armados, cabalgando con rapidez y siguiendo el nuevo pendón del feudo: una flor sobre un fondo verde y negro. La multitud se apartó rauda, y hubo gritos de miedo, pero los jinetes ignoraron a los campesinos y se dirigieron al trote hacia la barbicana de salida.

-¿Adonde van los soldados?

-Les dirigían la capitana de la guardia y Sir Brannus...

-Eran casi todos los guardias

-¿Qué está pasando?

La gente estaba nerviosa y asustada, pero pronto apareció el senescal Fridbal Anhuire, un anciano semi-elfo de regio porte. Le acompañaban los sacerdotes locales de Chauntea y Tymora y el sargento Gormus, un veterano de la guardia de la baronía, que había servido durante años y era muy conocido por todos los habitantes.

Buenas gentes de Darkplains! – gritó con su bien modulada voz el senescal – No tenéis porqué preocuparos. Lord Hook se encuentra sano y salvo

Eso es imposible! – contestó a gritos un carpintero – Yo le vi meterse en el cobertizo ese, y un rato después el edificio explotó en una cascada de magia extraña… Tal y como quedó el pobre cobertizo, nadie hubiese salido vivo de allí.

-Os digo que Lord Hook está sano y salvo. La explosión que devasto el cobertizo no fue tal, si no los efectos residuales de un experimento de magia de transporte que utilizó Lord Hook para viajar a tierras lejanas. Os lo aseguro. Tanto el Padre Tomasus como el Cura Fortunato han consultado a Chauntea y Tymora y ambas diosas confirman que Hook se encuentra sano y salvo. Sin ninguna duda no tardará en volver al castillo

La gente comentaba, unos aliviados y otros escépticos, la información que a gritos suministraba el senescal y los llamamientos a la tranquilidad.

-¿Habéis oído? Lord Hook esta a salvo. No nos hemos quedado de nuevo sin barón, menos mal… ¿Qué sería de nosotros?

-¿Y quien dice eso? ¿Nos dirían si ha muerto…? – contestó dubitativo un enorme herrero.

-Pero los sacerdotes han dicho que sus dioses confirman que sigue vivo.

El herrero gruño aliviado. Era un hombre piadoso, y si el padre Tomasus afirmaba que Lord Hook estaba vivo, tendría que creerlo; aunque viendo el granero lo dudase en el fondo de su alma.

-A mi que esos sacerdotes de falsos ídolos digan lo que quieran, pero nadie habría sobrevivido a esa explosión – comentó un individuo mal vestido a otros que se encontraban junto a el.
Era uno de los nuevos colonos, y que pertenecía a un culto que dudaba de la bondad de los otros dioses, afirmando que solo su señor se preocupaba por los humanos. No eran muy apreciados entre el resto de la población.

-Oiga, usted. Que no crea en la amable Chauntea no le da derecho insultar a la fe de los demás – comentó en voz amenazadora el herrero. Varios de sus amigos asintieron y juntaron filas detrás suyo.

-Perdone, amigo. No pretendía ofenderle, solo decía que me parece imposible que nadie sobreviviese a esa cosa que le paso al granero, por mucho que lo diga quien sea – se disculpó educadamente en individuo.

-Está bien, no pasa nada.

Cada grupo volvió a sus cotilleos, como si nada hubiese pasado. Sin embargo, momentos  después se oyó un comentario en voz alta y que parecía provenir del escéptico, y el cual sonaba como su voz.

Que diablos! Pueden decir lo que quieran estos rústicos mea-pilas y sus abominables ídolos paganos, que por mucho que sacrifiquen cabras o la dudosa virginidad de sus mujerzuelas a esos turbios poderes, no me trago sus predicciones

El herrero y sus colegas se giraron como rayos.

-¡¿Cómo?!

El harapiento individuo y sus compañeros también se giraron, aparentemente aturdidos por la voz que había provenido de entre sus filas

-¿Qué.. qué pasa?

Pasa mi puño en tu cara! – Gritó el herrero, haciendo realidad su amenaza.

El escéptico rodó por los suelos, gimiendo, y sus colegas se abalanzaron sobre el herrero intentando detenerle, pero los compañeros del herrero intervinieron y en breves momentos se formó un importante tumulto que comenzó a extenderse por la multitud.

Hereje!

Asesino!

Los insultos y los puñetazos, patadas y hasta mordiscos llovían por doquier.

-¿Qué diablos pasa? – gritaba el senescal frenético - ¡Lo que nos faltaba! ¡Sargento Gormus! Detenga a esa multitud y hágales callar de inmediato. ¡Disuelva el tumulto!

Solo faltaba que este griterío llegase a oídos de los Trolls. Entonces si que tendrían un problema.

El sargento y dos de sus guardias intentaron abrirse paso hasta el centro del tumulto, pero la pelea se había extendido ya por toda la multitud, y la gente rodaba por el suelo enzarzada, las mujeres gritaban y corrían o sacudían por la espalda a los agresores de sus parientes – o a los propios parientes – y los niños jaleaban desde los bordes del tumulto, lanzando piedras o barro a los contendientes.

Mas hombres, que vengan más hombres! – gritaba el sargento, repartiendo golpes a diestro y siniestro con una pesada porra.
Al lado suyo, uno de sus hombres luchaba a brazo partido con dos robustos ganaderos, ebrios de vino y violencia, mientras que el segundo guardia forcejeaba con una mujer frenética y soportaba a una anciana subida a sus espaldas que le golpeaba con un rodillo en el yelmo y maldecía a su familia con unas blasfemias tan horribles que un orco hubiese palidecido de envidia ante su maestría.

Con tal tumulto, nadie se fijó en un hombre bajo e insignificante, vestido como un jornalero, que se escabulló de la trifulca por una de las calles. Andando a buen paso se encaminó hacia las puertas de la ciudadela, y viendo subir a toda prisa a dos guardias les gritó aterrado.

Se han vuelto todos locos! ¡Se están asesinando ahí arriba! ¡Socorro!

Los guardias corrieron hacia el distante griterío, y uno de ellos hizo sonar un cuerno de alarma.

-Vaya panda de memos. El plan se desarrolla según lo previsto; continuad - susurró al aire.

El pequeño individuo pareció escuchar algo en el sonido del viento, soltó una risita maliciosa y se perdió entre las sombras.


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