Una bella puesta de sol al atardecer, se escucha el suave
batir de las olas golpeando la costa. Una ligera niebla cubre una enorme playa,
un grupo de pescadores retira sus pequeñas barcas hacia la playa.
- Vamos Rufus, empuja, ya sabes que cuando las nieblas se
acercan a la costa, la mala suerte viene con ellas.-
- Ya, ya, ya, primo, lo sé, pero tampoco hace falta correr
tanto, no tiene pinta de tormenta ni nada por el estilo, el mar está en calma.-
- Si, precisamente, cuando el mar está en calma es cuando
más hay que temer a los demonios del agua. Vamos, ¿a qué esperas? empuja, o no
tendremos la barca en lugar seguro antes de que caiga la noche por completo.-
La luz del día se va apagando poco a poco, una parte de la
niebla parece mucho más negra, y parece moverse rápidamente en dirección
paralela a la playa.
- Primo ¿has visto eso? hay una mancha de niebla negra que
parece moverse, y...¿oyes? parece como si grandes piedras cayeran al mar.-
- Si Rufus, ya veo y oigo, mal asunto, ¡vamos! empuja un
poco más, amarremos la barca y vámonos de aquí cuanto antes, puede que sea una
tormenta próxima.-
Los dos hombres atan con rapidez la barca y desaparecen
rápidamente de la playa. La oscura nube avanza rápidamente, se escucha como
un fuerte chapoteo. La noche cae rápidamente, la oscura nube se va condensando,
hasta formar dos enormes figuras equinas, que por su oscuro color a penas se
distinguen de la oscuridad, salvo por sus brillantes y llameantes ojos de color
rojo intenso. Galopan a gran velocidad sobre el aire, dando ocasionalmente
fuertes golpes sobre la superficie del agua. En poco tiempo alcanzan unos
grandes acantilados, entre los que se dibujan gran número de cuevas, paran su
rápido trote sobre una gran cueva a mitad del enorme acantilado.
- Hermano, ¿es aquí verdad?-
- Si, entremos, aunque...-
- No nos gustan los agujeros.-
- Así es hermano, pero el Lord dijo que debíamos dialogar
con las criaturas del mar.-
- Vamos entonces.-
Ambas oscuras figuras se adentran con cautela en la enorme
cueva, a pesar de su tamaño a penas hacen el más ligero ruido al avanzar. La
enorme cueva desciende durante un largo trecho, del que parten y se retuercen
multitud de pasadizos, las dos enormes criaturas parecen seguir un camino
concreto, perfectamente orientados. Tras un largo paseo alcanzan una enorme
caverna, en gran medida inundada por el mar. Se paran ante una enorme roca, y
ambas golpean con fuerza la piedra con sus poderosos cascos, haciendo un fuerte
sonido, seco. Golpean con tal fuerza, que el agua vibra y pequeñas rocas caen
del techo de la caverna. Paran, y esperan con calma. Pasa el tiempo, hasta que
varias siluetas surgen del agua, son criaturas de aspecto terrible, humanoides,
pero con pies y manos palmeados, tienen escamas por todo el cuerpo, y crestas
surgen de su cabeza y espalda. Sus caras recuerdan a peces, con enormes ojos, y
bocas llenas de finos dientes como agujas, uno de ellos, armado con un gran
tridente avanza y habla con las dos grandes criaturas en un mal común:
- Ssshhh, vosotros querer reunión con gran príncipe, gran
príncipe no estúpido, el enviar mi, para asegurar no trampas. ¿qué querer?-
- Hemos solicitado una audiencia con el príncipe Saerileth,
y sólo hablaremos con él. Venimos en son de paz, y en representación de un Ser
al que deberíais temer y respetar.-
- ¿Está el Gran Saerileth o debemos proclamar que es un
cobarde ante sus siervos?-
- Si hermano, no sé cuanto tiempo el Gran Tiburón dejará
vivir a un cobarde...-
El agua salta como una enorme fuente ante la enorme piedra,
una enorme bestia surge, se parece a las anteriores aunque es mucho más grande
y tiene cuatro fuertes brazos, de un manotazo aparta a su siervo y se encara
con las dos grandes bestias.
- El Príncipe no es un cobarde, y no os teme Bestias. Aquí
estoy, y os advierto que más de cincuenta guerreros me acompañan, y varios de
ellos os apuntan con fuertes ballestas, de hecho estoy muy tentado de mataros y
devorar vuestros restos aquí mismo.-
- Ja, ja, ja, sin duda hermano este es el Príncipe. Mis
Respetos Milord.-
- Y los míos.- Añade el hermano.
- Saerileth no ha venido aquí a escuchar bonitas palabras.
¿Qué es lo que queréis y por qué queríais hablar conmigo, insignificantes?-
- Venimos a daros unas buenas noticias, para vos y para los
vuestros.-
- Si, para vos y para los vuestros.-
La enorme bestia de cuatro brazos, no baja la guardia, pero
parece algo interesado.
- Bien, Saerileth escucha, si no me gusta lo que me contáis
siempre os podré devorar.-
- Príncipe no nos subestiméis, sabemos defendernos.-
- Si, sabemos, pero no hemos venido a pelear ¿verdad
hermano?-
- No, hemos venido a decirte que la costa está débil, un
fuerte invierno azotó la región, hay hambre, y las costas están poco
vigiladas.-
- Si príncipe, y la gran ciudad de la superficie está débil,
seguro que algún pequeño ataque en el puerto y por la región, tardaría mucho en
tener respuestas.-
- Vuestros siervos podrían saquear y devorar a placer, si
quisieran, Príncipe.-
- Si, si quisieran.-
La enorme criatura de cuatro brazos esboza una enorme
sonrisa, lo cual no es una visión agradable, parece la boca de un tiburón pero
con más dientes.
- Saerileth está contento, puede que no os mate. Estas
noticias son buenas de verdad, espero que no estéis tratando de engañarme o...-
- Mi príncipe, sólo tenéis que mandar algunos exploradores
por la costa y veréis.-
- Veréis que no mentimos Milord.-
Uno de los cuatro brazos acaricia la enorme barbilla del
príncipe mientras medita y evalúa a las criaturas que tiene delante.
- Bien, mandaré unos exploradores, puede que sea cierto lo
que decís y puede que no, pero creo que ahora os mataré de todas formas.-
Hace un rápido gesto y una lluvia de virotes cae sobre las
dos grandes figuras de obsidiana. Todos los virotes caen al suelo, o rebotan
contra una barrera invisible. Las dos criaturas sonríen, se miran y miran al
príncipe con odio.-
- Ja, ja, ja, mira hermano intenta matarnos con
'flechitas'.-
- Je, je, je, si, es divertido.-
Ambas figuras miran al príncipe, y sueltan un ligero y
rápido susurro, de pronto ambas están envueltas en llamas.
- Príncipe, dad gracias a que venimos en son de paz.-
- Sí príncipe, nuestro señor insistió en que no matáramos a
ninguno de los vuestros.-
Todas las criaturas con rasgos de peces parecen aterradas
ante la visión del fuego, algunas de ellas se sumergen con rapidez en las
aguas. Pero no el príncipe, aunque se refleja un ligero respeto en sus grandes
ojos ante el fuego.
- Ssshh, sucia hechicería. Bien criaturas, habrá paz entre
nosotros hoy, pero si os vuelvo a ver os mataré con mis propias armas. Podéis
iros, decid al que servís que Saerileth echará un vistazo a las costas, y puede
que ataque o puede que no, según vea y según convenga.-
- Bien, como el príncipe quiera, nosotros...-
-...sólo traíamos el mensaje.-
Las dos enormes criaturas se desvanecen en dos grandes nubes
negras, que se adentran de nuevo en los pasadizos por los que vinieron. El gran
príncipe se gira hacia sus siervos, habla en su sibilante idioma:
- Reunid grupos pequeños, quiero que vigiléis las costas,
por toda la zona, y acercaos a la gran ciudad de la superficie también, quiero
noticias en pocas horas, o seréis los siguientes en el altar del Gran Tiburón.-
Todos los siervos se sumergen con rapidez en las oscuras
aguas sin decir palabra.
Mientras las dos oscuras nubes se condensan en la entrada de
la gran caverna, hasta tomar sus formas respectivas.
- Bueno hermano ¿cómo lo ves? ¿no fue mal del todo no?-
- Estas bestias del agua son traicioneras hermano, pero
seguro que han mordido el anzuelo.-
- Si hermano, el cebo está echado, ahora es cuestión de
esperar un poco.-
- ¿Qué graciosos con las flechitas eh?-
- Si, ja, ja, ja, ha sido divertido, lástima que no hayamos
dado una lección.-
- Descuida, que ya se la daremos, a su debido tiempo, a su
debido tiempo.-
- Claro hermano, claro, pero ahora debemos hablar con el
Lord, ¿no crees?-
- Si hermano, tienes razón, vamos, cuanto antes, hay que
informarle de esta reunión.-
Las dos enormes criaturas comienzan a galopar por el aire,
sus figuras se pierden con la oscuridad de la noche, pronto se levanta un gran
viento, parece como si la niebla los siguiera.
2 comentarios:
Lo que nos faltaba para terminar de rematar la situación... una banda de horribles y sanguinarios Sahuagins.
Creo que mis personajes van a emigrar a Kara-Tur o a Al-Quadim, que debe ser tierras más tranquilas!
Y mira que simpático el creador del culto del sol negro. Además de engañar a pobre gente inocente, ahora va y les suelta encima a esos adefesios.
A ese, gañote.
A ver quién da gañote a quién, pero a parte, El Sol Negro sólo vela por el bien de los más necesitados, sin más, por el bien común, no sé por qué pensáis tan mal...
Publicar un comentario