jueves, 26 de diciembre de 2013

Bajo el sol abrasador...

Estaba en un barco que navegaba. Los crujidos de la madera invadían sin parar el ruido de fondo de las olas rompiendo contra el casco del barco. Eran una constante junto con los gemidos de los cachorros. El salitre que llevaba el viento era ya casi imperceptible para su sedienta boca de labios cuarteados. Parecía que su vida se redujera a eso: sed, vaivén, sol...

Otra mañana bajo el sol abrasador. Casi prefería que hubiera aparecido una fuerte tormenta como las que les azotaron la semana pasada. Casi.... Demasiado olor a vómito para su sensible nariz y demasiado dolor en las manos por agarrarse fuertemente a los barrotes.

La jaula era algo que no soportaba. Estar encerrado sin poder estirar las piernas con comodidad era un suplicio. Uno de los cachorros que estaban con él se le acercó y se subió a su regazo buscando consuelo. Distraídamente le acarició la cabeza susurrando palabras tranquilizadoras. Los pequeños estaban demasiado mareados como para pensar en estar asustados. Casi era mejor así. Que no pensaran en nada más que en el mareo. Ya estaba él para pensar por todos.

Como siempre a esta hora, se acercó "Casimanco" con la comida. No sabía su nombre, pero ese apelativo le venía que ni pintado. Una leve sonrisa le apareció en su cara mientras se relamía recordando. Si se concentraba aún notaba el regusto de su sangre en la boca. Habían merecido la pena la paliza y esos dos días de ayuno, ya que desde el incidente le mostraba más respeto. Bueno, en verdad más bien miedo, pero era un alivio no ver en su cara esa mirada de suficiencia que hasta entonces había ostentado.

- A ver perros, aquí tenéis los cuencos.- gritó "Casimanco" al pasar por entre las jaulas.

Aún llevaba un tosco vendaje en su mano derecha. ¡Qué pena que no se hubiera acercado más!. Un pequeño error de cálculo por su parte. Si no hubiera tenido dormidas las piernas seguro que le habría arrancado algo más que un par de dedos. Un poco más arriba, y entonces seguro que ni ese sacerdote calvo habría podido hacer nada por él.

Mmmm que asco de comida. Siempre lo mismo, gachas con trozos secos de carne. Ahhhh carne. Cómo deseaba saborear de nuevo la carne fresca. El maravilloso olor de la presa indefensa, desgarrar su piel con los dientes, sentir por un instante que no hay nada más a tu alrededor salvo tu hermanos de caza.

"Ya estas desvariando viejo. Vuelve al presente, no pierdas el control de la situación. Siempre alerta. Tu gente te necesita. Más ahora que estaban próximos a su destino."

Hmmm cómo odiaba estar encerrado. Pasear por el pueblo, eso es justamente lo que querría estar haciendo. Bajo la sombra de sus árboles. Sombra si. Pasear por los tenderetes en día de mercado. Cómo le gustaba hacer eso a su pequeña, siempre dando saltos de un sitio a otro.

Su pequeña. ¿Qué será de ella? ¿Qué le habrá pasado? Seguro que se ocultó bien ya que no esta entre ellos. Seguro. No soportaría otra verdad.

"Ella tiene que estar bien, seguro."

Se pasó la mano por la frente para quitarse los mechones que se le pegaban a ella por culpa del sudor y meterlos detrás de sus afiladas orejas. Mejor no pensar en eso. Mejor centrarse en lo que haría cuándo llegaran a tierra. Con cuáles de los suyos podría contar, y con cuántos acabarían antes del fin. No permitiría que los vendiesen como animales de circo o como mascota de algún mago sin escrúpulos. Eso nunca.

Al ponerse el sol, el calor se atenuó y los pequeños y el resto de su familia empezaron a moverse inquietos y a salir de su letargo.

Como siempre, a la caída de la noche, la corpulenta figura de pelo hirsuto se postró mirando al cielo y emitió una oración en voz queda.

-Señora, que vuestro brillo guíe a mi pequeña, que viva una larga vida y que no sufra penalidades.

Y como siempre, en estas noches en que su señora les sonreía plena desde arriba, mientras permitía que sus pensamientos racionales se desvanecieran, se unió al lamento de sus hermanos, de su manada.

-Auuuuuuuuuuuuuuuuuuu

Cómo odiaba estar enjaulado. Otra noche más en la que los del barco vivirían.







2 comentarios:

Titoki dijo...

En realidad la entrada no es de Titoki, si no de Endiki, pero como no le dejaba entrar en su cuenta lo ha publicado desde mi entrada.

Un gran relato. Y muy triste. Que no se preocupe el padre de mi pj, que su nena va al rescate!
Y cuando acabe, a "casi-manco" le llamaran "sin-cuello"...!

DSR dijo...

Muy bueno! Ya hay ganas de seguirla, lo que hay que llorar para conseguir otra aventurilla...