miércoles, 27 de febrero de 2013

Recuerdos de un Halfling I. Un contrato tambien puede ser personal

Volvía a llover en la ciudad de Waterdeep, una pertinaz llovizna de helada agua-nieve acompañada de un viento frío y cortante que entumecía a cualquier desafortunado que tuviese la desgracia de salir a la calle en una noche así.
Hacia ya casi tres decanas que llovía casi sin interrupciones, y la ciudad se agitaba inquieta entre los múltiples problemas causados por las lluvias, con los sumideros de la parte baja de la ciudad rebosando agua e inundando callejones y calles. Varias casas ya se habían visto afectadas y habían sufrido derrumbes parciales por daños en los cimientos, y todo un callejón cercano al puerto se había colapsado en un enorme socavón causado por una alcantarilla que no podía aguantar tal volumen de agua.
La ciudad entera estaba inquieta, sufriendo las pertinaces goteras, la lluvia, el viento y el frío, los rumores de plaga en la zona baja de la ciudad y la amenazadora presencia de las fiebres invernales, que se rumoreaba que este año eran especialmente virulentas. Ni los avisos de las autoridades informando que el brote de cólera había sido contenido ni las prometidas justas festejando las conferencias que se celebraban en palacio habían logrado alegrar el enrarecido ambiente que se respiraba en la ciudad, y las peleas en tabernas y locales y las agresiones en la calle se multiplicaban por momentos.

En ese ambiente peligroso, una pequeña figura se movía cautelosa y furtiva por callejas y callejones oscuros en un barrio de dudosa reputación de la parte baja de la ciudad. Normalmente, a ningún halfling en sus cabales se le hubiese ocurrido salir en una noche con tal clima, y mucho menos en ese barrio y con un ambiente semejante. Pero Bertran Pies-Velludos – también conocido como “El Horrible Bertrand” – no era precisamente un Halfling típico, si no más bien un asesino psicópata, y el tenebroso individuo se sonreía ligeramente ante la posibilidad de ser asaltado, mientras su mano apretaba firmemente el pomo de una pesada daga que ocultaba bajo su capa.

Afortunadamente para todos los posibles asaltantes de la ciudad, el Halfling llegó a su destino sin ningún contratiempo, y después de abrir una pesada puerta semi-oculta en un olvidado callejón, descendió a un sórdido y abandonado sótano, aparentemente vacío salvo maderas viejas y restos de varios toneles.
Bertrand comprobó con su aguda vista la oscura habitación, iluminada tan solo por la escasa luz reflejada de una taberna situada enfrente y que se filtraba por un ventanuco, y asintiendo al ver que todo estaba en orden, procedió a cruzar la habitación mediante calculados saltos. Un único fallo y se encontraría de bruces con las letales trampas que él mismo había tenido a bien en instalar; y no era su intención reunirse con sus ancestros tan pronto… Pero nada ocurrió, y pronto se encontró al otro lado del sótano, y moviendo unas maderas, descubrió una puerta oculta, por la cual se introdujo presuroso. Al otro lado le esperaban unas escaleras, que le subieron a una habitación secreta, bien provista de equipo variado, comida… y una figura que le esperaba.

-Ah, por fin has llegado. Me preguntaba si te había atrapado la guardia.

-¿Esos inútiles? – bufó el Halfling – ¡Por favor! Además andan muy liados protegiendo a los embajadores y manteniendo el orden entre los alborotadores.

-Será como tú dices. Bueno, hiciste correr la voz que deseabas hablar conmigo y aquí estoy. Mi tiempo es muy escaso ¿qué es lo que deseas?

-Equipo, naturalmente. Y oro para comprar voluntades. Creo que ya tengo la solución final a nuestros problemas con cierto elfo…

-¡Hm! La verdad es que encargarnos de nuestro amigo me está saliendo por una auténtica fortuna. Y el tío siempre logra salir de tus trampas con vida. No se si me compensara semejantes gastos

El Halfling se tensó al oír esas palabras, y su voz se hizo más dura.

-“Cumplid con vuestro cometido, sin importar los medios y los gastos. Lo importante es acabar con el” me dijisteis hace algún tiempo. ¿Habéis cambiado de opinión?

La figura medito durante unos instantes.

-No, realmente no. El oro viene y va, y siempre se puede conseguir más. Y con él se puede adquirir siervos, magia y virtualmente todo lo bueno de la vida. Incluida la venganza. Sigo queriendo ver a nuestro amigo muerto, y no tengo problemas a la hora de conseguir oro. – El Halfling se relajó visiblemente y la figura lo miró inquisitivamente –. Pero satisface la curiosidad de tu contratante, por favor. Casi todos tus colegas abandonado el contrato, o han muerto o, en su mayoría, han desistido, dada la dificultad. ¿Por qué continuas tu, Bertrand? No es solo por riquezas, ya que con el tiempo que te está llevando este contrato podrías haber realizado otros encargos que te hubiesen compensado sobradamente, así pues ¿por qué no lo abandonas?

-Tengo mis razones, y eso os debería bastar. ¿Acaso no es lo que deseabais?

La figura suspiró teatralmente

-Ya me figuraba que no me lo dirías. Una lástima; siempre es interesante conocer a la gente que trabaja para ti. Está bien. Mis contactos te darán todo el material que solicites, si está en mi mano acceder a él. En cuanto al oro, tendrás lo que requieras.

Dicho esto, la figura retrocedió hacia las sombras del fondo de la sala, y desapareció por completo.

-¡Ah! La teatralidad… - gruño el Halfling, escupiendo en el suelo. Se acercó a una mesa en la cual reposaba una enorme colección de dagas y cuchillos arrojadizos, y probó el filo de un curvo y letal filo de siniestro aspecto.

Bertrand Pies-Belludos “El Horrible” miró por la estrecha ventana de la habitación a la iluminada ciudad que se extendía ante el.

-Varias veces has escapado a tu inevitable destino, querido Hook, pero no lo harás durante mucho tiempo más. ¿Qué por qué continuo persiguiéndote? Bueno, el viejo Bertrand siempre cumple sus contratos, pero además, en este caso, se trata de algo personal ¿No? Nadie dice que un contrato esté reñido con lo personal.

El Halfling pasó descuidadamente el dedo sobre el filo de la daga y rió ligeramente, con una risa demente. Y recordó…

1 comentario:

DSR dijo...

Jajajaja! Hook estás muerto, ese Halfling es peligroso y lo que es peor perseverante. Me da que hasta que no lo consiga o lo eliminemos tu pellejo está en serios apuros!
Muy Grande el Pequeño Bertrand!