lunes, 12 de agosto de 2024

OSCURAS CONSPIRACIONES

Un tupido bosque, en un pequeño claro destaca un gran árbol de hojas rojas y tronco blanco, tiene algunas extrañas marcas grabadas en el tronco. Delante arde una gran hoguera, y una mujer joven, rubia, con elaborados tatuajes geométricos por la cara y cuerpo, lanza unos huesos al fuego que inmediatamente cambia las llamas a un color verde, dos ojos de un verde intenso aparecen en las llamas, clavan la mirada en la mujer friamente y una voz femenina surge de la nada:

- Joven Cartimandra, ¿a qué se debe ésta comunicación? No esperaba noticias tuyas tan pronto...-

La mujer rubia hace una reverencia, los huesos que lleva a modo de collar tintinean ligeramente al chocar entre ellos.

- Maestra, era urgente, temo que parte de nuestros planes puedan verse comprometidos...-

Un silencio, y las llamas se mueven antinaturalmente hacia la izquierda, hacia la derecha y vuelven a su posición normal.

- Habla.-

- Esos imbéciles occidentales soltaron una bestia para alejar a unos incautos mineros de su zona de entrega, lo que ha logrado llamar la atención de algunos soldados y especialmente lo que me preocupa un grupo de aventureros metomentodo, ahuyentaron a la bestia, pero al cabo de unos días volvieron a la mina y creo que descubrieron algo, y capturaron a uno de los mineros del Khan, tuve que intervenir Maestra, para que no hablara el estúpido orco, pero lograron llevar el cuerpo a una de las fortalezas del norte, el Khan está nervioso y ha mandado varios exploradores por la región, que no son sutiles, y han hecho que tropas de Symira se pongan en movimiento, ahora bastante centradas en capturar a los exploradores, aunque los Occidentales han plantado la distracción en Tamina y han logrado que muchos sacerdotes se concentren allí, los soldados prevenidos me preocupan...-

- Comprendo muchacha, comprendo, no quedará más remedio que acelerar planes, fustiga a ese estúpido Khan, como tu sabes, hay que entrar en acción antes de que organicen a todo el ejército, suelta al engendro en el norte, que distraiga las fortalezas, mientras el Khan entra en el país, debes controlar al engendro ya sabes que es algo inestable, haz que ataque las fortalezas, siembre el terror, hazlo de noche, sin luna, hay que meterles el miedo en el cuerpo, ya sin sutilezas me temo.-

- Maestra los aventureros metomentodo me preocupan, especialmente la que parece su lider, o al menos la más inteligente, es una fuerte sierva del Vengador, la avisé, la amenacé y finalmente lancé un ataque contra su grupo, tenía que cerrar el pico a ese orco descerebrado que habían capturado, a saber que les pudo contar antes de mi intervención. En todo caso esa guerrera no pareció amedentrarse, y parece bastante tenaz y poderosa, llevaron los restos del orco a una fortaleza del este, que se ha reforzado tras la masacre que hizo la bestia de los occidentales. ¿qué hago con ese grupo? Parecen bastante competentes, los estudié con una imagen de unos ogros con los que acabaron sin mucho problema...-

El fuego verde chispea ligeramente, y los duros ojos verdes se entrecierran.

- Olvídalo, no tenemos tiempo para nimiedades, con un poco de suerte los zoquetes soldados sin sus sacerdotes no creerán gran parte de lo que les cuenten unos simples aventureros, no muestres más magia muchacha no nos conviene, limitate a controlar el engendro y causar esa distracción en el norte, para que las legiones puedan entrar furtivamente.-

- Si Maestra, se hará como dices.-

- Ah ¿los envíos de los occidentales han llegado sin problemas?-

- Si maestra, se han entregado, esos engendros verdes tienen sus armas.-

- Bien, bien, intentaré que envíen más, ya que la zona de la mina puede estar comprometida, cambiaremos el lugar, ya te avisaré de dónde. Ignora a esos aventureros, no son más que gotas en un mar de sangre venidero.-

La mujer hace una nueva reverencia, y el fuego retoma su color natural. Se echa una oscura y gran capucha sobre la cabeza, y camina fuera del claro, camina un largo tiempo, hasta entrar en una oculta cueva, es recibida por cuatro grandes orcos y dos enormes lobos, que se apartan asustados a su llegada.

- Necesito ver al gran Khan, ahora.-

Uno de los orcos la guía por un complejo entramado de cuevas, hasta llegar a una grande, donde se reunen muchos guerreros, lobos y ogros, la guía hasta una gran tienda con un enorme estandarte de la cabeza de un lobo blanco sobre fondo negro, la mujer entra sin que le tiemble un músculo. Un enorme orco levanta la vista de una mesa llena de mapas, es de color negro, totalmente calvo con terribles cicatrices por la cara, lleva un parche en su ojo izuierdo que sujeta con una pequeña cadena entorno a su cabeza, viste cota de malla, y un gran hacha de batalla a la espalda, levanta su frío ojo hacia la recién llegada, y sonríe con una mueca terrible, pues muchos de sus dientes asoman de la enorme boca.

- Amuleto! Al fin mujer, quería consultarte sobre ésta zona...-

La mujer levanta una suave mano, el orco se calla.

- Gran Khan, hay cambios, debes acelerar la entrada de las legiones, debes atacar con premura, puede que los enemigos se estén organizando, y eso será malo para ti y para el botín, los espíritus han hablado en el fuego, y debes comenzar el avance en tres o cuatro noches como mucho.-

A la enorme bestia se le borra la sonrisa, por un momento, pero después se le ensancha aún más.

- Si los espíritus han hablado no hay más discusión, los pondré en marcha, y tu Amuleto, ¿vendrás conmigo en la gloria de la batalla?-

- Me temo que no gran Khan, partiré de inmediato con el ‘Regalo’, causaré una distracción y confusión en el norte para que tus legiones puedan entrar a placer, tendréis un tiempo para saquear a placer.-

El enorme orco se hiergue en toda su estatura, y sonríe aún más, hasta ríe.

- Ja, ja, ja, perfecto, perfecto amuleto, mis legiones entrarán como lobos en el rebaño sin perros, no te preocupes los hombres están ansiosos.-

- Bien gran Khan, ¿las rutas están listas?-

- Un poco estrechas, pero bastarán, y con las armas de esos perros, creo que estamos listos.-

- Perfecto, pues yo debo partir ya, para empezar con el norte, te enviaré una señal para comenzar el ataque, ¿te parece bien?-

- Si Amuleto, me parece estupendo, hasta ahora me has dado suerte, y Uvokk Khan ha reunido muchos clanes, ahora éstas tierras conocerán ¡la ira del Clan del Lobo Fantasma!-

- Bien, espera mi señal, o los espíritus se opondrán a tu avance.-

- Esperaré.-

La mujer sale de la gran tienda, mientras otros cabecillas orcos son llamados a ella rápidamente, avanza por la gran caverna, los orcos y hasta los ogros se aprtan de ella prudentemente, se adentra en otra serie de galerías, hasta alcanzar otra cueva, dos enomres orcos algo asustados hacen guardia, la ven.

- Hechicera, esa cosa...nos da miedo.-

- Normal, para eso es, apartaos, voy a moverla.-

Los dos centinelas salen corriendo. La mujer entra en una cueva oscura, huele a muerte, multitud de moscas y otros bichos se mueven por la cueva y una enorme silueta se dibuja con la tenue luz que porta la mujer en una pequeña lámpara, pronuncia unas extrañas plabras en un lenguaje olvidado, le enorme silueta responde, dos luces blancas se iluminan en ella.

- Vamos, sígueme.-

Se oye un roce de cadenas y la silueta sigue a la pequeña mujer, con una nube de moscas a su alrededor, ambos se pierden por largas galerías de reciente excavación.

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Una gran villa Empireana, domina una serie de tierras de cultivo, dentro se escucha una suave música, se celebra una fiesta privada, un hombre obeso reclinado en un cómodo banco engulle todo tipo de delicadezas que le traen estresados esclavos, sus invitados comen aunque mucho más moderadamente, charlan despreocupadamente de nimiedades, cotilleos, y nuevos platos. Repentinamente un esclavo se inclina sobre el anfitrión y susurra en su oído.

- Amo, tenéis visita, en el despacho discreto.-

El hombre se gira con un muslo a medio comer y múltiples manchas de grasa sobre su elegante toga.

- ¿Ahora? Ufff, aún no he probado los rollos de cordero rellenos de ostras, que espere.-

- Amo, ha insistido, y sinceramente me da miedo esa mujer, me ha dado ésto para que os lo muestre.-

El esclavo disimuladamente le muestra un pequeño colgante, es de un extraño metal, y simboliza un círuclo negro con otro blanco en su interior. El hombre gordo empalidece y está a punto de vomitar, pero se controla, llama a varios esclavos más para que le ayuden a levantarse.

- Disculpad queridos, me temo que debo atender a un suplicante insistente, por favor, seguid disfrutando de la cena, volveré en cuanto pueda, y probad esas nutrias rellenas de caracoles, es un plato innovador.-

Un minuto después entra en el despacho indicado, pálido y con cara de seria preocupación, no ve a nadie, cuando una figura femenina surgre de las sombras a su espalda.

- El noble Sexto Fabio Estrabon, que raro encontraros comiendo.-

El hombre se gira con su mirada estrábica, no le gusta ese cognomen, y rara es la persona que se atreve a decirselo a la cara, pero no dice nada, parece muy asustado.

- Domina, no os esperaba esta noche, ¿qué queréis?-

La mujer se mueve por el pequeño despacho, mirando a todas partes, mirando con desprecio los caros enseres que lo adornan, y con más desprecio a su interlocutor. Es una mujer entrada en años, alta, lleva el pelo en dos elaboradas trenzas a los lados del cuello, montones de cicatrices y tatuajes surcan su arrugado rostro, muchas de ellas cosidas con hilos plateados, lleva muchos collares de huesos de animales y un bastón de marfil con algunos símbolos coronado por una pequeña calavera humana.

- Vuestras armas llegaron a su destino bien, pero harán falta más, he venido para deciros en persona los nuevos puntos de entrega, y corre prisa, así que debéis encargaros de ello cuanto antes...-

- ¿Más armas? Bueno...se pagarán ¿verdad?-

La codicia brilla en los pequeños ojos bizcos.

- Vuestra miserable casa comercial tendrá el oro, por eso no debéis preocuparos, pero creo que dentro de vuestros míseros planes está haceros con una buena porción de la tarta del comercio, ¿no es así?-

El gordo se frota sus sudorosas y grasientas manos.

- Así es,...si El Círculo de las Dos Lunas pretende hacerse con parte del botín ya os digo...-

La mujer levanta un sólo dedo, el hombre se calla y retrocede asustado, golpeando su lujosa mesa.

- Estúpido gordinflón, el Círculo no tiene ningún interés en simples posesiones materiales, nosotras pensamos mucho más allá que vuestra simple codicia, no ansiamos los bienes materiales como vosotros occidentales simples, tenemos nuestro propio camino que por supuesto no os concierne. Habla con quien tengas que hablar y envía esas armas cuanto antes...o volveré, y la próxima vez no seré cortés ¿me explico?-

La imponente mujer se acerca al asustaodo hombre, y un brillo azulado surge de su mano...

- Dioses, está claro hechicera, no tenéis necesidad de amenazas, estáis en mi modesta morada, mañana mismo hablaré con los responsables de las armas, no os preocupéis, estarán allí a tiempo.-

La mujer baja su amenazadora mano, y el extraño brillo desaparece.

- Bien, bien, procurad que así sea. Por cierto esa bestia que liberastéis para aclarar la mina...-

El gordinflón la mira con curiosidad.

- ¿Cómo sabéis..?-

La extraña mujer le mira fijamente.

- Sexto Favio, yo sé muchas cosas, y el Círculo vigila con atención, ni por un momento se pase por esos grasientos sesos la idea de engañarnos, porque conocerás serios problemas...empezando por el hambre.-

El hombre la mira con la boca abierta, su mayor temor, ¿cómo lo sabe esa bruja maldita?

- Bueno en cualquier caso, fue demasiado llamativo y atrajo miradas inesperadas, fue un movimiento estúpido y poco meditado, no volváis a hacer una cosa así sin mencionarlo, ese tipo de bestias sueltas son un verdadero incordio. En cualquier caso gracias a vuestra magnífica y nada sospechosa conspiración los ejércitos de Symira se han puesto en marcha, un gran inconveniente, pero bueno tendremos que solucionarlo como de costumbre. Ahora debo partir, no me decepcionéis, mejor dicho no decepcionéis al Circulo de las Dos Lunas...,ahí tenéis un adelanto-

La mujer se gira y sale silenciosamente por la puerta del despacho, el hombre se gira, y descubre un cofre sobre su mesa, lo abre babeando y un brillo dorado se refleja en su rostro, lo cierra de golpe, muy sonriente. Cuando se gira nuevamente la extraña mujer ha desaparecido.

- ¡Calixto aquí!-

Un tipo enorme asoma rápidamente por el despacho.

- Domine.-

- Coge a cinco, no mejor diez muchachos y llevad este cofre a la Casa Comercial, ahora, habla con Quintus y dile que es urgente que entre, mañana hablaré con él.-

- Si Domine, enseguida.-

Sexto vigila atentamente como meten el cofre en un pequeño carro y salen disparados por un cuidado camino, hacia la gran ciudad, el regresa con cierta inquietud, pero satisfecho a su fiesta privada.

- No me gustan esas hechiceras, pero es un buen negocio, seguro que Lucio y Publio lo aprobarán, hablaré con ellos a primera hora.-

Entra en el agobiante Triclinum con sus invitados de nuevo.

- Queridos, y queridas, disculpad asuntos urgentes, ya sabéis, en fin ¿por dónde os llegáis? Ah, melón relleno de fresas con anguilas pequeñas, lo adoro.-

Se tumba de nuevo en su sitio y sigue engullendo y hablando de nimiedades, riendo y disfrutando de la cuantiosa comida, olvidando rápidamente el mal trago que acaba de pasar.


Estandarte del 'Clan del Lobo Fantasma'

1 comentario:

Titoki dijo...

Arggggg. ¡Una hermandad de hechiceras! Como si los orcos sedientos de sangre y los conspiradores empireanos no fuesen suficiente.