Cuando los héroes del ejército de Anhuratis de Arish acabaron con los cultistas de la Mano Roja en la ciudad de Urgasai, encontraron la siguiente misiva en posesión de su líder Asgur:
Que el muy noble Señor Rojo,
defensor de la luz, destructor del caos, señor de la furia y príncipe de las
Grandes Tierras Rojas os guarde.
Noble iniciado, nuestro corazón
se llena de gozo al oír sobre los éxitos de los Hijos Rojos en las tierras del
interior y más aún que nuestro poderoso señor nos haya favorecido con un nuevo
profeta bendecido con sus miles de dones. Confío en que vos, como iniciado del
Señor, sepáis encauzar su sabiduría hacia los objetivos del gran dios.
Hemos oído que sus designios son
múltiples y sus herramientas miles y procedentes de lejanas y extrañas tierras
y no diré más al respecto porque los traidores y los delatores abundan; pero no
temáis, los Acólitos del Aspid silenciaremos a aquellos que saben demasiado y
podrían delatar nuestros secretos. Gracias a nuestra habilidad, esos traidores
solo hablarán a los gusanos.
Oh, gran acolito, ¡apresuraros!
Durante muchos años hemos tenido que soportar a extranjeros gobernando nuestras
acciones, extorsionando nuestros pueblos a base de execrables impuestos, y
prohibiendo nuestras sagradas ceremonias.
Ha llegado el momento de que los
verdaderos hijos de Kadesh tomen las riendas de su destino y que, al igual que
nuestros antepasados, vuelvan al seno de la auténtica fe. La fe que los
antiguos príncipes conquistadores Maryannu adoptaron tras ver la luz y el poder
del señor de los amplios espacios, y que les permitieron dominar todo el mundo.
En esta ocasión, no serán los Maryannu los que conquisten el mundo, si no solo
nosotros, sus humildes herederos; humildes pero destinados a eclipsar sus
conquistas siguiendo la verdadera fe.
Oh, grandioso; la gente del
interior del país, la más cercana a los dominios de nuestro señor es la que se
ha mantenido más pura en la creencia del Señor Rojo, ya que la mayor parte de
nuestros vecinos adoran a venales dioses extranjeros o, peor aún, a demonios
disfrazados de dioses que lo único que fomentan es el caos y el desorden.
Señor, venid pronto a rescatarnos y no temáis, puesto que los herejes son
débiles y habrán de caer ante la gloria del Señor Rojo y de sus hijos, los
únicos que nos salvarán del caos, la anarquía y los demonios del caos.
Apresuraos pues, o Iniciado.
Persuadid al Profeta Velado para que lance a sus miles de hijos sobre las
tierras de la costa.
Los verdaderos hijos de Kadesh os
estarán esperando y os ayudaran a traer la luz al descreído y al impuro. Los
soldados estarán ciegos a vuestro paso, los perros serán silenciados para que
no ladren ante vuestra presencia, las puertas se abrirán a vuestro paso, los
muros serán franqueados por cuerdas en la noche, y de ese modo los príncipes
usurpadores se encontraran tirados de bruces en el arroyo.
Así está escrito que pasará para
garantizar vuestro éxito. Quedamos pocos, pero los suficientes para poder
contemplar la gloria de vuestras diez mil hogueras cuando bajéis de los yermos
montes para reclamar para nuestro señor y su Pueblo las fértiles llanuras
costeras.
Que tal día se apresure.
Vuestro ahora y siempre, los
acólitos del Aspid, miembros de las Manos Rojas y servidores del señor del
poder y la furia, aquel de los mil nombres, El verdadero Hijo del Creador,
favorecido por el divino monarca, auténtico heredero de la creación y defensor
de la luz frente al caos.
Firma el sello de un aspid negro
rodeando un cedro.
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