jueves, 27 de noviembre de 2014

PISTAS, LUCES Y TRAMPAS

Una fuerte patrulla cabalga con decisión por un húmedo camino, salpicando barro en todas direcciones. Son un fuerte contingente de caballeros, al frente se distingue un apuesto caballero que porta un gran estandarte, sobre el que ondea un largo pendón, con un simple pero claro símbolo: un martillo plateado. Junto al portaestandarte cabalga una enorme mujer enfundada en una coraza, con un masivo martillo de dos manos a la espalda. Está anocheciendo cuando alcanzan una aldea, y se detienen ante la admiración de sus pobladores. La mujer habla con potente voz:

- Aldeanos, pertenecemos a la Orden del Martillo, fieles siervos de Torm, y necesitamos refugio por esta noche, por supuesto pagaremos por un lugar caliente para dormir y algo de comer.-

Los caballeros desmontan, y se dispersan bajo el cuidado de los aldeanos, la mujer con algunos hombres entra en la modesta posada, pronto están ante un guiso caliente. Hablan entre ellos, hasta que la mujer hace un gesto a una joven camarera, que se acerca con timidez.

- Mi Señora, ¿en qué puedo serviros?-

- Muchacha, por favor, prepárame una habitación, y si puedes enséñame cuál, estoy cansada de un largo viaje. Caballeros, descansad, partiremos al alba.-

Los caballeros asienten sin muchas palabras, y la enorme pelirroja es guiada por la joven camarera hasta una pequeña pero confortable habitación, cierra la puerta y se gira hacia la sirvienta.

- ¿Y bien?-

- Mi señora, seguí al predicador hasta esta aldea, dio algunas charlas en la plaza, y varios aldeanos parecieron convencidos de seguir a ese extraño culto, sobre todo tras el milagro.-

- ¿Milagro? Habla.-

- El predicador dijo que juntaran varias mesas largas en la plaza, los aldeanos algo inseguros le hicieron caso, entonces rezó un canto a ese Sol Negro, y aparecieron multitud de alimentos sobre las mesas.-

- Interesante. ¿Dónde está ese predicador ahora?-

- Mi Señora, lo seguí durante días haciéndome pasar por una simple campesina, y la verdad es que fue por varias granjas, en todas ellas su palabra calaba. Finalmente se internó en el bosque al norte de aquí, a pesar de las advertencias de los aldeanos sobre extrañas bestias y sucesos, pero dijo que lo guiaba su fe y que nada malo le pasaría. Lo seguí con cautela, entre las sombras del bosque, y llegó a un pequeño claro, en el que había una enorme piedra, mi Señora ¡desapareció en la roca!-

- No te preocupes muchacha, hay mucha magia en este mundo capaz de algo así. ¿Crees que podrás guiarnos mañana hasta ese lugar?-

- Bueno, mi Señora, creo que si, más o menos, aunque tengo algunas dudas, no me gusta mucho ese bosque...-

- No tienes nada que temer, somos una fuerte escolta, nada te pasará, eso te lo garantizo.-

La muchacha parece algo más tranquila.

- Mi Señora, creo que recordaré el camino, o al menos lo intentaré.-

- Bien, ahora, baja y continúa con tus labores, no quiero despertar sospechas.-

- Buenas noches.-

La joven camarera, cierra la puerta, y baja a la zona común, sirve algunas mesas más, bebidas, atiza el fuego, recoge mesas, barre. Hasta que finalmente no queda nadie en la posada. Entonces cierra las puertas, y se acerca a las brasas, mirando a todos lados. Mira con fijeza los rescoldos, y lanza sobre ellos una pequeña gema, sus ojos se vuelven de un color rojo sangre, su voz cambia a un tono más grave:

- Kashiir...Kashiir, ¿estás ahí?-

Una extraña voz surge del fuego, que se ha tornado de un color verdoso.

- Mmmmm, ¿quién? ah, eres tu muchacho, bien supongo que tienes algo que contarme si has usado esa gema...-

- Si Kashiir, es importante, un grupo de caballeros guiados por una enorme mujer pelirroja merodean cerca de la entrada al almacén, mañana los guiaré, y llegarán a ti, será mejor que estés preparado para darles una cortés bienvenida...espera un momento alguien se acerca.-

La joven camarera se levanta y sus dos ojos rojos llamean buscando en la oscuridad de la posada, un posadero regordete aparece entre las sombras sonriendo.

- Hermano, ¡eres tu!, menudo susto me has dado, ven estoy hablando con Kashiir.-

- Ja, ja, ja, susto te he dado, no te preocupes, los caballeros duermen como lirones en invierno. Kashiir, ¿cómo estás?-

- Veo que estáis los dos, bien, bien. No os preocupéis, traedlos aquí, y continuad con lo vuestro, no saldrán del almacén, y siempre son bienvenidos algunos nuevos adoradores.-

En las llamas verdes aparecen dos ojos rojos, brillantes, las brasas dibujan una sonrisa, tras lo cuál el fuego se apaga como si le hubieran echado un cubo de agua.

- Bueno hermano, parece que Kashiir se encarga de esta pequeña molestia que nos ha salido.-

- Poco tiempo de pequeña molestia, pero ¿crees que Kashiir podrá con la pelirroja? Es una poderosa sierva de Torm, y además porta potentes objetos mágicos.-

- Tranquilo hermanito, Kashiir es bastante competente, pero a parte en el almacén hay otras guardas, si, estoy convencido de que estos caballeros verán el almacén, pero no podrán contárselo a nadie.-

- Bien, pues descansemos un poco, mañana tengo que guiar a estos nobles caballeros-

- Y yo estaré cerca hermano, por si hubiera algún problema.-


El posadero y la muchacha, terminan de recoger la posada y finalmente se retiran sonrientes.


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