miércoles, 2 de abril de 2008

Vida y muerte de Thomas Havenrod, homenaje al PNJ

'¡Vaya! ¡¿Así que esto es estar muerto?!'
El semiogro Thomas se preguntaba por qué seguía mirando su cuerpo descuartizado mientras flotaba en el aire. Por lo menos ya no tenía dueño. Aunque claro, Thomas siempre había tenido un dueño...

Primero fue su tío humano, que siempre le decía lo que tenía que hacer y cómo. Acarrear leña, encender el fuego, sacar agua del pozo... No era un mal tipo, simplemente nunca podría perdonarle a Thomas el haber acabado con la vida de su hermana en el parto.

Al cumplir los 13, su tío le indicó que iba a casarse y, con toda probabilidad, Chauntea les bendeciría con descendencia. En aquella casa no había sitio para alguien como Tom, de modo que fue "adquirido" por un comerciante de Waterdeep. Su trabajo con él se limitaba a cargar con las cosas pesadas y a asustar a los entrometidos que hacían demasiadas preguntas. Un trabajo fácil para Tom. Hasta que ÉL llegó.

Aquel cliente nunca le inspiró confianza, aunque ningún hechicero la inspiraba. Sus actos no eran especialmente malvados, ni él mismo era especialmente cruel con sus sirvientes. Pero sus ojos revelaban una cualidad temible en un usuario de magia: era implacable. Aquel hechicero no se dentendría ante nada ni ante nadie para conseguir sus objetivos.

Enseguida encandiló al mercader con su promesa de oro y prósperos negocios de los que él tendría la exclusiva, a cambio de una participación como socio por parte del hechicero. La avaricia pudo con el mercarder y puso rumbo al norte con un cargamento de armas disimulado entre entre paja, artesanía y, sobre todo... el oro de los sobornos. Es una cosa maravillosa, el oro. Convierte a los hombres en felices ciegos, sordos y mudos mientras cambia de manos.

Por supuesto, todo salió mal. Aquella banda de ladrones montados en grifos no les dió ninguna oportunidad. Mientras movía sus lentas neuronas para averiguar cómo podría escaparse, el cuerpo de su antiguo dueño se desangraba en el suelo de aquella cueva. Aquel hechicero le indicó que, a partir de aquel momento, le serviría a él.

Tom estaba más tranquilo al haber encontrado a alguien a quien servir, pero pronto vió que aquello no era igual que servir en Waterdeep. Para empezar, estaban aquellos seres nauseabundos. No es que Tom fuese la criatura más limpia, pero era disciplinado y se lavaba una vez por semana. Pero aquellos orcos parecía que disfrutaban rodeados de inmundicia. Creyó que su suerte no podía empeorar, aunque no sabía lo mucho que se equivocaba.

La criatura que tenía delante de él le inspiraba un miedo considerable. No era su tamaño, ni el tamaño desmesurado de sus colmillos. Ni siquiera era la voracidad con la que se alimentaba. Era el Frío. Glathiartanax no despedía frío, sino que ERA el frío. Su respiración al hablar era como cuchillos gélidos clavándose en el pecho de Thomas, donde desde que fue presentado como ofrenda al Blanco, lucía un collar de cristal. Aquel collar le recordaba en cada momento a quien servía, pese a encontrarse en compañía del hechicero en casi todo momento.

Las conversaciones que Glathiartanax mantenía con el hechicero eran difíciles de entender. Involucraban conceptos como "monopolio", "suplantación", "legado de bienes"... pero sobre todo uno: "Guerra". Según el hechicero, no había mejor manera de simular una guerra en aquellas tierras que provocando una. ¿Aquello tenía que parecer real? Pues sería real. Al menos en parte, ya que un poderoso sortilegio hizo parecer que el contingente orco era mayor de lo que realmente era. Durante aquellas interminables noches de estrategia en la cueva del glaciar, Tom entendió que aquella guerra también serviría para hallar un objeto llamado "la varita de fuego y hielo", un poderoso objeto que el dragón había "heredado" de su padre al matarle en combate. En algún momento de aquella contienda, Glathiartanax había perdido aquel objeto y sospechaba que podría hallarse en algún punto de las estribaciones de las montañas.

Y así es como Tom se había visto envuelto en aquella situación. Según el hechicero, aquella "Lady Ágata" había esquivado los ataques de Rack el Rojo y sus grifos. No sólo eso, sino que en realidad había terminado con él. Y lo que es peor, había reunido a los supervivientes de los ataques a las aldeas en una de ellas, protegiéndola y obligando al hechicero a desplegar ejércitos ficticios sobre la aldea con el propósito de engañarles. Cuando el hechicero salió corriendo de la tienda donde estaban acampados porque había oído un ruido fuera, Tom ya suponía a quién iba a encontrar.

La comerciante era además una hechicera, como el resto de aquel grupo. Parecían tener recursos mágicos ilimitados, pero la victoria parecía clara para mi maestro. Cuando entonces ocurrió. El hechicero se vió vencido por un enemigo al que no podía ver (uno de los integrantes del grupo se podía hacer invisible, por lo que se veía) y decidió marcharse con la capa ensangrentada y jadeando. Antes de que Tom pudiera plantearse nada, aquel extraño guardabosques apareció ante él. Su manera de mirar, su voz e incluso sus gestos le confundieron. Y Tom tuvo un nuevo amo.

El nuevo amo de Tom le indicó que volviese con los orcos a las montañas, donde se reuniría con ellos. Tom no era muy listo, pero durante el camino entendió que la aparición del nuevo amo era una información que no debía divulgar. A menos que le preguntasen, claro. Así que decidió transmitir las órdenes "de parte de su amo", sabiendo que la ambiguedad de aquellas palabras le mantenía seguro.

Semanas más tarde, Tom se enteró por Chillus, uno de los gigantes de hielo que servían al dragón, de que aquellos aventureros se habían adentrado en las montañas y matado, no sin gran esfuerzo, a Coldius, hermano de de Chillus. Secretamente, Tom se alegró. ¿Estaría su amo bien? Aunque hubiese sobrevivido al ataque del gigante, aún tendría que vérselas con el Blanco...

Y una mañana le volvió a ver. Unos apresurados orcos le habían mandado llamar porque "una persona importante" se hallaba en la entrada de la caverna. Tom se alegró de verle, aunque la manera que tuvo aquel grupo de acabar con la vida de muchos de aquellos orcos fue brutal. Salieron de la nada, de nuevo invisibles, y con su brujería hicieron volar por los aires con un estallido de fuego a algunos, mientras que unos negros tentáculos aprisionaban a otros y los estrujaban hasta hacerlos pulpa.

En aquel momento, Tom dejó de estar alegre. Su pecho notaba el frío punzante que indicaba la vuelta de Glathiartanax. Indicó a aquel grupo que su señor estaba a punto de volver y reveló el collar de cristal que le mantenía atado a su servicio.

'Corra, amo, corra. ¡Él está cerca! ¡Escóndase!' - Le dijo agobiado, sabiendo que sólo había dos sitios que el dragón no pudiese ver desde el aire: la cueva de los orcos, cuya entrada acababa de ser derrumbada, y el propio cubil del señor blanco.

Tom siempre había servido fielmente a sus amos, aunque su grado de dedicación había dependido mucho cómo le tratasen. El comerciante que le había comprado en su pueblo natal le ofrecía cama y comida por un trabajo fácil, de modo que se esmeró en cumplir al pie de la letra su mandato e incluso se entristeció con su muerte. El hechicero y el dragón no habían sido amos amables, y por eso no siempre había estado a la altura del servicio que ellos esperaban. Y por eso Thomas Havenrod (si usamos el apellido de su madre) está muerto.

'No maestro, no sé qué ha pasado con Chillus. ¿Está muerto? Pues yo no he visto a nadie'
'¡Mientes, repugnante remedo de ogro cobarde! Lo noto en tu voz. ¿¡Qué sabes!? Sé que tú solo no habrías sido capaz de derrotar a Chillus ni en el mejor de tus días. ¡Habla, te lo ordeno!'
'¡Señor del Glaciar! Mirad la caverna. La entrada está derrumbada... ¿No podría ser que quien quiera que haya hecho esto se haya escondido detrás de esa pared de piedra?' - preguntó lacónicamente Tom. Aquello compraba unos valiosos segundos de tiempo para su amo.

El reptil empezó a cavar y a extraer las rocas cuando de repente se quedó quieto. Ridículamente, a Tom le recordó a 'Sparks', el perro que un vecino del pueblo tenía para vigilar un sembrado. El dragón husmeaba el aire de un modo parecido.

'¡Me has mentido, escoria! ¡Están abajo! ¡En mi casa!' Y sin decir más las garras y colmillos del dragón degarraron la carne de Tom.

Abajo, la lucha había terminado. Increiblemente, el grupo de aventureros había sobrevivido y se repartían las pertenencias del dragón. Algunos, de hecho, recogían partes y órganos para futuros usos. Tom no sabía para qué querrían aquellos despojos, pero entendió que sería algo ritual. Quizás como el dragón iba sin duda a comerse a aquellos intrusos, ahora ellos se lo estuvieran comiendo como venganza... pero una luz le distrajo de aquellas consideraciones.

'VEN' dijo la voz.
'¿Quién eres? ¿Qué quieres?' - dijo Tom sin preocuparse de algo tan mundando como de que no tenía boca para articular aquellos sonidos.
'TE HAS GANADO UN SITIO A MI LADO, SI LO DESEAS. TU CUMPLIMIENTO DEL DEBER ME HA CONMOVIDO. ERES UNO DE LOS POCOS DE TU RAZA QUE CONOCE EL SIGNIFICADO DEL HONOR Y DE LA PALABRA DADA. ¿QUIERES VENIR CONMIGO?'
'Supongo que sí. No tengo ningún otro sitio al que ir... ¿Sois mi nuevo amo?'
'MI NOMBRE ES TORM'
'De acuerdo, señor Torm. Por cierto, jefe... ¿No tendría algún trabajo para mí?'

5 comentarios:

DSR dijo...

Muy bueno si señor!!! Pero snif, me da mucha penita que el pobre semiogro, que ahora queda claro que no era mal tipo, si no simplemente lento de mollera, la palmase tan vilmente. Me habría gustado como guardaespaladas de la Gordi!!! Si lo sé habría incluso intentado resucitarle de alguna forma...Qué penita más grande!!!
EL otro punto de vista de la aventura, me gusta cómo aparecen los aventureros, lejanos, misteriosos, jajajaja!!! Mu currao!

Jota dijo...

Je...

Me alegra que os guste. Me pareció curioso darle la vuelta a la aventura. Además, así si alguien quería dar su punto de vista no le pisaba yo la historia.

Salu2.0

Unknown dijo...

Muy buena la historia.
Seguro que los cutres de los pjs dejaron tirado el cadáver por ahi, para que se lo comieran los buitres ¿verdad?

DSR dijo...

Pues efectivamente, no reparamos en que era una buena persona, creo que todos pensamos que era chungo, así que quedó como pasto de alimañas, pero se lo cargó el drako, nosotros no tuvimos la culpa...

Alvaro Etayo dijo...

Hay que decir que no nos portamos mal con el. Pese a encontrarnoslo con el malo maloso nadie le puso la mano encima.

De hecho cuando matamos a los Orcos a el le dije que era libre y que se fuera.

Me da pena que haya muerto, pero ha decir verdad es a unos de los enemigos que mejor he tratado.