martes, 29 de octubre de 2013

Abominación


Mataras a Jhaelryna Viconia”. “Destruirás a todos los intrusos que encuentres” clamaba la voz una y otra vez.

La criatura rugió irritada. Que no daría por acallar la odiada voz de su amo. Todo su cuerpo le dolía horrores y lo notaba extraño. Aún recordaba los prolongados tratamientos al os cuales le había sometido el amo, y los dolores que había sufrido.
Pero tras esos horrorosos dolores, se notaba extraño. Su visión había cambiado, y veía cosas que antes no podía percibir. Y al andar notaba una extraña sensación… De hecho ¿no tenía dos patas más? Y una musculosa cola se meneaba acorde a su irritación.
La criatura se detuvo confusa. Tenía dos patas más, una cola y ¿qué mas? Si, lo sabía. De algún modo era consciente de todas sus nuevas capacidades físicas, como si las hubiese poseído siempre. ¿Acaso no había sido así? Estaba confuso y temeroso…

Mataras a Jhaelryna Viconia”. “Destruirás a todos los intrusos que encuentres

Presa de fuertes dolores y con la voz taladrando su primitivo cerebro, se revolcó en un calvero de nieve, intentando desprenderse de la agonía que la atenazaba. Repentinamente, su fino olfato captó un nuevo olor: bípedos. Tres de ellos a menos de cien metros hacia el sur.
La criatura se puso de pie y comenzó a avanzar silenciosamente hacia los desconocidos. Sus instintos depredadores habían tomado el control. 
Si, eran tres criaturas bípedas. Su olor delataba su nerviosismo, y las agudas percepciones de la criatura notaron los latidos de sus corazones, y como la sangre corría por las venas; su respiración acelerada y las diferencias de calor con respecto al gélido ambiente. Las criaturas estaban nerviosas, o asustadas. Habían sentido algo, tal vez su aproximación, y avanzaban cautelosas. Dos de ellas emanaban el frío olor del acero: portaban armas en sus manos.

Cautelosa, la criatura se detuvo dudando ¿Atacaría? Tres oponentes alerta y armados era una propuesta arriesgada aún para un depredador avezado. Las probabilidades de resultar herido eran altas. Tal vez sería mejor acecharles y esperar un descuido de las presas, un momento más apropiado…

Mataras a Jhaelryna Viconia”. “Destruirás a todos los intrusos que encuentres” zumbó de nuevo, agónica, la voz de su amo, apremiante, exigente.

Espoleada y medio enloquecida, como si hubiese recibido una descarga eléctrica, la colosal abominación se precipitó sobre sus desprevenidas presas. Sus garras se abrían y cerraban convulsamente. La cola, erizada con su venenoso aguijón, se agitaba y goteaba ponzoña sobre los árboles cercanos, corroyendo instantáneamente la resistente madera. Las plumas de sus hombros y lomo, largas y afiladas como cuchillas se erizaron como una falange de letales picas. Su pico, masivo y letal, comenzó a gotear una mezcla de saliva y sangre.
Había llegado el momento de olvidar su agonía y centrarse en destrozar a otras criaturas.


Había llegado el momento de la masacre.

No hay comentarios: