martes, 24 de septiembre de 2013

KARELIA

Un gigantesco y majestuoso pasillo, aunque la decoración es algo austera, unos cuantos tapices y armaduras como toda decoración, junto con algunas balanzas de piedra. Dos figuras caminan majestuosamente, una mucho más grande, la más pequeña, una silueta femenina de gran belleza habla, a pesar de su amable voz, parece que tiene un ligerísimo nerviosismo:

- Mi señor, ¿puedo saber por qué el Lord ha requerido mi humilde presencia?-

La figura más grande responde, su voz es muy grave, transmite confianza y sosiego:

- Lady Karelia, parecéis algo inquieta, no debéis preocuparos, si el Lord requiere vuestra presencia será por algo importante...o no, ya sabéis de los caprichos o de la información encriptada. Tiene sus designios. Sea como sea, aceptad lo que os requiera con humildad, como es de esperar. Sinceramente no tengo la información que os preocupa, tan sólo me transmitió que debíais acudir a su presencia.-

Las dos imponentes figuras alcanzan unas enormes puertas, guardadas por dos soldados enfundados en armaduras completas, que inmediatamente abren las puertas y les dan paso de manera cortés.

- Milord, Milady.-

Las puertas dan paso a una gran sala, bañada con una gran luz, en los laterales se alinean balanzas equilibradas de todas las formas, tamaños y materiales, al fondo una gran mesa de mármol. Una imponente figura observa sobre una enorme fuente de agua cristalina y sonríe. Tiene forma humanoide, con una cuidada barba, enfundado en una bella armadura, le falta la mano derecha. Emite la luz que ilumina la sala desde su cuerpo. Alza la cabeza despacio, mostrando sus ojos de color del acero, su gesto cambia a algo más serio:

- Ah, Karelia, te esperaba pequeña, me alegra que hayas llegado por fin. Lord Xitalius si sois tan amable...-

El imponente acompañante hace una reverencia y se retira de la sala con suavidad. Karelia se arrodilla con respeto:

- Milord, se me ha dicho que queríais verme.-

- Así es, verás dada tu condición especial, tus muchas habilidades y tu fuerte relación con el plano material...- Sigue un largo discurso de elogios a la persona de Karelia, mientras ella piensa:

- "Uy, uy, uy, presiento algo que no me va a gustar, no suele ser tan meloso, veamos..."-

- Bueno, el caso es que la joven mortal conocida como Stronghand ha demostrado una vez más su valía a mi servicio, y he decidido concederle un favor importante, como una de mis más prominentes representantes en los Reinos, debo mostrar ciertas indulgencias con aquellos que prodigan mi palabra entre los mortales. Lo que es justo, es justo. Así que te he asignado, sólo para ocasiones de gran necesidad, a esta mortal, le prestarás tu inestimable ayuda cuando así lo requiera.-

La bella mujer tuerce ligeramente el gesto, hace una reverencia, y con voz algo más fría responde:

- Mi Señor, será un honor servir a vuestros designios.-

- Karelia, veo que no estás muy contenta con esta tarea, lo lamento, pero eres la más adecuada para ello. Irás a conocerla, su nombre es Aura Stronghand, mi secretario te dará más detalles, cuando la conozcas, quizás no te parezca una tarea tan pesada, y no solicitará tu ayuda a menos que sea necesario, no te preocupes.-

- Nunca he desconfiado de vuestras decisiones Milord, lamento si he sido algo frívola, se hará como decís.-

- Bien, no esperaba menos, ahora retírate, Xitalius te espera.-

La bella mujer hace una nueva reverencia y se retira. Al poco tiempo está en un enorme despacho, lleno de mesas, pergaminos, estanterías repletas de grandes tomos. Xitalius levanta los ojos de un enorme libro:

- Karelia, me acaban de entregar esto para ti- Le tiende un fajo de pergaminos.- Vamos alegra un poco ese gesto, podría haber sido peor.-

- ¿Peor? ¡Me ha puesto al servicio de un mortal! Sólo espero que sea como dice, y no requiera mi presencia para estupideces. Ufff, con todos los siervos que tiene y me tiene que tocar a mi.-

Xitalius sonríe ligeramente y levanta una mano, como diciendo 'es suficiente'.

- Bueno estás a su servicio y harás como se te dice, te guste o no te guste. Se te advirtió varias veces, que te implicabas demasiado con los mortales, interferiste varias veces y te 'despistaste' con ciertas normas, siempre por buenas causas, pero ya conoces las Leyes, y las Leyes se deben cumplir.-

La bella mujer se relaja, baja la cabeza y habla con gran suavidad:

- Vamos que...no me he portado de forma correcta y necesito una lección.-

- Lo puedes ver así, si. Cumple tu deber y todo irá bien. Además, la mortal, acabo de leer que es un paladín de nuestro Señor, de gran renombre, creo que tu tarea revestirá más honor del que crees, y por otro lado los paladines no suelen vivir demasiado, así que tu servicio puede ser corto. Dentro de poco tiempo, se te enviará a conocerla, ahora retírate, lee esos pergaminos y sigue con tus tareas estipuladas.-

Karelia hace una ligera reverencia, aún con el gesto algo torcido y se retira con los pergaminos bajo el brazo. Gira la cabeza en el umbral de la puerta:

- Bueno, podría haber sido peor, espero que las razones del Lord para esto merezcan la pena.-

La bella silueta desaparece sin ruido del despacho, cerrando suavemente la puerta. Lord Xitalius vuelve a su tomo:


- Bueno no ha ido mal, esta jovencita aún no tiene claro el concepto del deber, pero esto le irá bien, veamos que hace la mortal con este nuevo Don, sin duda será interesante...-

4 comentarios:

Titoki dijo...

Que bien, el poderoso Tyr me confía todo un Celestial para que me sirva como ayudante en casos de extrema necesidad.
Ya tengo quien me va a ir a comprar el pan esas mañanas lluviosas!

DSR dijo...

Jajajaja! Seguro que Karelia estará encantada de abrirte el bote de pepinillos...

Jota dijo...

"y por otro lado los paladines no suelen vivir demasiado, así que tu servicio puede ser corto" Súperfan!

Titoki dijo...

Bueno, de eso nunca te puedes fiar. Que lo mismo le da un ataque de fe o hace algún voto, y se mete en un monasterio de hermitaño, y ala, hasta los ochenta o noventa años a aguantar al paladin de marras...