Un gigantesco y majestuoso pasillo, aunque la decoración es
algo austera, unos cuantos tapices y armaduras como toda decoración, junto con
algunas balanzas de piedra. Dos figuras caminan majestuosamente, una mucho más
grande, la más pequeña, una silueta femenina de gran belleza habla, a pesar de
su amable voz, parece que tiene un ligerísimo nerviosismo:
- Mi señor, ¿puedo saber por qué el Lord ha requerido mi
humilde presencia?-
La figura más grande responde, su voz es muy grave,
transmite confianza y sosiego:
- Lady Karelia, parecéis algo inquieta, no debéis
preocuparos, si el Lord requiere vuestra presencia será por algo importante...o
no, ya sabéis de los caprichos o de la información encriptada. Tiene sus
designios. Sea como sea, aceptad lo que os requiera con humildad, como es de
esperar. Sinceramente no tengo la información que os preocupa, tan sólo me
transmitió que debíais acudir a su presencia.-
Las dos imponentes figuras alcanzan unas enormes puertas,
guardadas por dos soldados enfundados en armaduras completas, que
inmediatamente abren las puertas y les dan paso de manera cortés.
- Milord, Milady.-
Las puertas dan paso a una gran sala, bañada con una gran
luz, en los laterales se alinean balanzas equilibradas de todas las formas,
tamaños y materiales, al fondo una gran mesa de mármol. Una imponente figura
observa sobre una enorme fuente de agua cristalina y sonríe. Tiene forma
humanoide, con una cuidada barba, enfundado en una bella armadura, le falta la
mano derecha. Emite la luz que ilumina la sala desde su cuerpo. Alza la cabeza
despacio, mostrando sus ojos de color del acero, su gesto cambia a algo más
serio:
- Ah, Karelia, te esperaba pequeña, me alegra que hayas
llegado por fin. Lord Xitalius si sois tan amable...-
El imponente acompañante hace una reverencia y se retira de
la sala con suavidad. Karelia se arrodilla con respeto:
- Milord, se me ha dicho que queríais verme.-
- Así es, verás dada tu condición especial, tus muchas
habilidades y tu fuerte relación con el plano material...- Sigue un largo
discurso de elogios a la persona de Karelia, mientras ella piensa:
- "Uy, uy, uy, presiento algo que no me va a gustar, no
suele ser tan meloso, veamos..."-
- Bueno, el caso es que la joven mortal conocida como
Stronghand ha demostrado una vez más su valía a mi servicio, y he decidido
concederle un favor importante, como una de mis más prominentes representantes
en los Reinos, debo mostrar ciertas indulgencias con aquellos que prodigan mi
palabra entre los mortales. Lo que es justo, es justo. Así que te he asignado,
sólo para ocasiones de gran necesidad, a esta mortal, le prestarás tu
inestimable ayuda cuando así lo requiera.-
La bella mujer tuerce ligeramente el gesto, hace una
reverencia, y con voz algo más fría responde:
- Mi Señor, será un honor servir a vuestros designios.-
- Karelia, veo que no estás muy contenta con esta tarea, lo
lamento, pero eres la más adecuada para ello. Irás a conocerla, su nombre es
Aura Stronghand, mi secretario te dará más detalles, cuando la conozcas, quizás
no te parezca una tarea tan pesada, y no solicitará tu ayuda a menos que sea
necesario, no te preocupes.-
- Nunca he desconfiado de vuestras decisiones Milord,
lamento si he sido algo frívola, se hará como decís.-
- Bien, no esperaba menos, ahora retírate, Xitalius te
espera.-
La bella mujer hace una nueva reverencia y se retira. Al
poco tiempo está en un enorme despacho, lleno de mesas, pergaminos, estanterías
repletas de grandes tomos. Xitalius levanta los ojos de un enorme libro:
- Karelia, me acaban de entregar esto para ti- Le tiende un
fajo de pergaminos.- Vamos alegra un poco ese gesto, podría haber sido peor.-
- ¿Peor? ¡Me ha puesto al servicio de un mortal! Sólo espero
que sea como dice, y no requiera mi presencia para estupideces. Ufff, con todos
los siervos que tiene y me tiene que tocar a mi.-
Xitalius sonríe ligeramente y levanta una mano, como
diciendo 'es suficiente'.
- Bueno estás a su servicio y harás como se te dice, te
guste o no te guste. Se te advirtió varias veces, que te implicabas demasiado
con los mortales, interferiste varias veces y te 'despistaste' con ciertas
normas, siempre por buenas causas, pero ya conoces las Leyes, y las Leyes se
deben cumplir.-
La bella mujer se relaja, baja la cabeza y habla con gran
suavidad:
- Vamos que...no me he portado de forma correcta y necesito
una lección.-
- Lo puedes ver así, si. Cumple tu deber y todo irá bien.
Además, la mortal, acabo de leer que es un paladín de nuestro Señor, de gran
renombre, creo que tu tarea revestirá más honor del que crees, y por otro lado
los paladines no suelen vivir demasiado, así que tu servicio puede ser corto.
Dentro de poco tiempo, se te enviará a conocerla, ahora retírate, lee esos
pergaminos y sigue con tus tareas estipuladas.-
Karelia hace una ligera reverencia, aún con el gesto algo
torcido y se retira con los pergaminos bajo el brazo. Gira la cabeza en el
umbral de la puerta:
- Bueno, podría haber sido peor, espero que las razones del
Lord para esto merezcan la pena.-
La bella silueta desaparece sin ruido del despacho, cerrando
suavemente la puerta. Lord Xitalius vuelve a su tomo:
- Bueno no ha ido mal, esta jovencita aún no tiene claro el
concepto del deber, pero esto le irá bien, veamos que hace la mortal con este
nuevo Don, sin duda será interesante...-
4 comentarios:
Que bien, el poderoso Tyr me confía todo un Celestial para que me sirva como ayudante en casos de extrema necesidad.
Ya tengo quien me va a ir a comprar el pan esas mañanas lluviosas!
Jajajaja! Seguro que Karelia estará encantada de abrirte el bote de pepinillos...
"y por otro lado los paladines no suelen vivir demasiado, así que tu servicio puede ser corto" Súperfan!
Bueno, de eso nunca te puedes fiar. Que lo mismo le da un ataque de fe o hace algún voto, y se mete en un monasterio de hermitaño, y ala, hasta los ochenta o noventa años a aguantar al paladin de marras...
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