Arthury,
Supongo que ya te habrán informado. No quiero volver a verte
en unos años, no quiero saber nada de ti, ni de tus asuntos. Olvídame, y
aléjate de la Universidad o cualquier otro de mis asuntos.
Tu simulacro, además de atacarme, ha sido destruido.
Jhaelryna.
Carta acompañada de un paquete, con una máscara, un anillo y
una capa de los Skulls.
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La estancia es lúgubre y oscura, lo que antes era una lujosa cámara de recepciones había pasado a ser una polvorienta y sucia sala. La antigua rica y productiva Baronía de Darkplains había sufrido grandes cambios. Continuados ataques de bestias salvajes provenientes de Trollbark Forest habían reducido el número de sus habitantes y de sus defensores.
El nuevo barón, sentado en un viejo y maltrecho trono y suspira… por que! Por qué los dioses han tratado así a un alma, que pese a ser corrupta de nacimiento, ha tratado de enmendar su camino… Por qué! El barón de Darkplains no puede evitar que las lágrimas rueden por sus mejillas mientras juguetea con una máscara. Las lágrimas le nublan la vista y le recuerdan a sus dos retoños. Unos hijos que le fueron arrebatados y llevados lejos, a un país en el que tiene prohibida la entrada. Estarán bien? Qué será de ellos?... No le dieron la oportunidad de tenerlos en brazos, de poder abrazarlos, olerlos, escucharlos respirar. Espero que su vida sea buena y prospera, que no sufran, que la alegría bañe sus vidas. Deseo que no tengan la trágica desdicha de su padre, la de nacer con un corazón corrupto, con un alma ávida de aventuras y deseo de disfrutar cada día como si fuera el último, la corrupción de tener un alma humana encerrada en un cuerpo de elfo.
Aventuras… esos viajes que le han llevado por todo Faerún, que le han permitido ser pirata en los mares interiores, tabernero en Westgate, decano en la universidad Viconia, Soldado de fortuna en Thay, gladiador en el Underdark, asesino de La Bestia, rescatador de la Diosa Waukeen, héroe mata gigantes, defensor de Rashamen y Lord de Sissely.
Sissely, ese remoto pueblo en los glaciares donde hizo lo posible por defender a sus ciudadanos de los terrores cercanos, bestias gigantes, dragones, lobos, yetis… Donde construyo una fortaleza, el lugar al que llamaba hogar, donde a ningún habitante le faltaba de nada y todo viajero era bien recibido. Hogar del que ha sido expulsado y donde ha tenido que ver como sus queridos habitantes y guardias morían descuartizados por un ogro o en las fauces de un dragón. Gracias a su magia pudo hacer que muchos de ellos salvaran su vida desplazándose en el espacio a esta nueva y destartalada baronía.
De su hogar ya no queda nada, en el último ataque una fortaleza voladora fue arrojada sobre él y ahora solo hay soledad, recuerdos y cenizas. Cenizas… cenizas es lo que queda también de sus personas queridas y cercanas. No por su muerte sino porque las amistades, cariño y amor han ardido con fuerza devastando todo a su paso sin dejar nada que se pueda solucionar. Mal entendidos, unos tras otros, no han conseguido más que distanciar a las personas de su alrededor y la injusta fama que le precede no le permite acercarse a nadie. No puede disfrutar de una charla entre amigos, de una cerveza con nuevos camaradas o de una alcoba que no requiera un previo pago.
Solo, en una apartada baronía al sur de Waterdeep, solo, sin más compañía que una piedra charlatana y sus armas. Solo, con un pequeño grupo de hombres al que proteger y a quienes siente la obligación de deberles la vida. Nada os faltará y de nada habréis de temer. Los Darkplains pronto volverán a estar en boca de todos, construiremos una fortaleza que admiren y teman. Nadie osara en levantar la mano sobre los desterrados de Sissely y pobre del que lo haga, pues la mayor de mis furias caerá sobre ellos.
Ahora vosotros sois mis hijos y os protegeré con mi vida.
Quien siembra vientos cosecha tempestades, todo, absolutamente todo lo que le ha pasado lo ha provocado el solito...
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