-¡Malditos asquerosos! ¡Miserables orejas picudas!
¡Estirados flacuchos! Ya veréis lo que es bueno. ¿Creéis que me habéis
derrotado? ¡Esto no ha hecho más que comenzar! Hook, ¡Estas muerto! ¿Me oyes?
¡MUERTO! Y vosotras también, zorras relamidas. ¡Soltadme os digo, memos!
¡Soltadme y podréis ver de primera mano como me cargo a esos esperpentos elfos!
El Halfling se debatía como una furia en los brazos de dos
fornidos celadores. Pese a toda su ira, estaba bien atado, y los dos enormes
individuos le mantenían bien sujeto, de modo que lo único positivo que
conseguía era injuriar a sus captores y llenar de arañazos y escupitajos a los
dos sufridos hombretones. Enfrente, tres elfos lo contemplaban mientras
hablaban con un par de sacerdotes de Ilmater y Mystra.
Dos de los elfos eran mujeres, una de ellas obviamente una
hechicera de considerable poder, y la otra una guerrera enfundada en una
hermosa cota de malla élfica. Las dos miraban al Halfling con una mezcla de
conmiseración y preocupación.
El tercer elfo era un varón vestido con lujosas pero
prácticas vestimentas oscuras y que portaba varias armas distribuidas a lo
largo de su persona. Tenía un hombro vendado y favorecía el costado opuesto, lo
que denotaba una dolorosa herida bastante reciente. Miraba al Halfling
aparentemente preocupado, pero una ligera sonrisita sarcástica afloraba en sus
labios.
Eran famosos aventureros elfos. La afamada archimaga
Jhaelryna Viconia, la bella pero letal guerrera-maga Eliara Moonfist, y el
notorio (pero generalmente odiado) pícaro y hechicero conocido Hook “el
infame”. Se habían enfrentado recientemente al terrible asesino Halfling
Bertrand Piesvelludos – apodado en ciertos círculos como “el Horrible Bertrand”
– y habían logrado capturarle; no sin sufrir algunas de sus letales atenciones,
como demostraban las heridas de Hook
-Espero que puedan tratarlo – comentaba Jhaelryna –. Obviamente el pobre esta fuera de
sus cabales.
-Quiere decir que esta tan loco como una cabra – aclaró la otra elfa, con bastante
falta de tacto –. Y no se
olviden que es un individuo tremendamente peligroso. Intentó acabar con mi
amorcito de una forma horrible y le hirió gravemente. ¡Pobrecito! ¿No es verdad
cariñito? – añadió con una
voz increíblemente empalagosa, abrazando al elfo.
-Claro que si, mi flor – le contestó este con voz igualmente
melosa. La hechicera les miró con hastió, y los dos sacerdotes con bastante
sorpresa. No era frecuente ver a dos elfos hablándose de forma tan afectada,
como enamorados quinceañeros en una obra de teatro barata, y dudaron si les
estaban tomando el pelo.
Los dos celadores, más centrados en su campo profesional y
con menos mundo, murmuraron entre ellos de forma no excesivamente discreta.
-Espérate tú, que aún tenemos dos clientes más en el día
de hoy…
-¡Ejem! –
tosió el clérigo de Ilmater, fulminando con la mirada a los celadores –. No se preocupen sus excelencias.
Cuidaremos bien de esta pobre alma herida. Aquí en el manicomio de Los Brazos
de Mystra, haremos todo lo posible porque recobre la cordura. Obviamente sufre
de algún tipo de mal que le afecta el cerebro: eso explicaría la inusitada
violencia y agresividad, más asombrosa aún en un Halfling, que son una raza
pacífica y apacible.
-Eso es lo que deseamos, que curen a este desdichado – afirmó tajante la hechicera –. Esta claro que no es plenamente
responsable de sus acciones por su enajenación. ¿Creen que podrán sanarlo?
-Bueno –
intervino el sacerdote de Mystra –. La
mente es compleja en extremo, y aún no sabemos bien como sanar todos los males
que la afligen. Obviamente la magia ayuda, pero en los casos en los que no
funciona, tenemos que recurrir a otros procedimientos más, ejem, físicos…
Últimamente hemos estado probando técnicas novedosas que provocan reacciones extremas
en el aparato nervioso del sujeto, con bastante fortuna si se me permite
decirlo. Lo llamamos terapias de choque.
-Suena bastante ominoso. ¿Y en que consisten esos
tratamientos? – preguntó
Jhaelryna. El Halfling dejó de debatirse y prestó súbita atención a lo que se
decía.
-Bueno. La antigua escuela opinaba que todo desarreglo
físico y mental se debía a humores que circulaban por la sangre y afectaban a
los órganos internos del sujeto, incluido el cerebro. De modo que utilizaban
sanguijuelas para extraer esos humores del paciente…
-¿Sanguijuelas? –
balbuceó el Halfling
-En cualquier caso, aquí hemos desechado esa teoría – continuó el sacerdote, sin hacer
demasiado caso del suspiro de alivio de su futuro paciente.
-Es verdad. – Terció el otro – Sin descartar del todo las
sanguijuelas (que siguen teniendo sus utilidades), ahora aplicamos métodos más novedosos. Con un adecuado choque
nervioso esperamos corregir los desequilibrios cerebrales del sujeto. A tal fin
usamos baños en agua helada, exposiciones prolongadas a la oscuridad seguidas
de luces muy brillantes, descargas eléctricas, y, por supuesto, un
régimen muy severo…
-¡¿Regimen?!
Hook se inclinó hasta estar a la altura de los ojos del
Halfling y le sonrió irónicamente.
-Bueno, Bertrand, parece que además de curarte la sesera
vas a salir de aquí delgado como una sílfide…
-¡Noooooo! –
el Halfling se debatió tan ferozmente que hasta los dos fuertes celadores
tuvieron dificultades en mantener su presa.
-Llevadlo dentro, al ala de máxima seguridad – ordenó secamente el sacerdote de
Mystra.
-Adiós, Bertrand…
-Esto no quedará así, Hook. No he fallado ningún
contrato en mi vida, y no voy a comenzar contigo. Eres elfo muerto ¿me oyes?
¡Muerto! Ahora esto es algo personal, maldito putañero y borracho. No se ha
construido aún una prisión que pueda contenerme. Saldré y me haré un collar con
tus orejas. Duerme con un ojo abierto por las noches, si te dejan las
asquerosas drogas que te metes, porque no tardaré en ir por ti… ¡Eres un hijo
de mil padres. Cada uno de ellos tan bastardo como tú! – gritaba el frenético Halfling según
lo metían en el sanatorio. El barullo que montaba el demente asesino fue
amortiguándose poco a poco, hasta desaparecer.
-No se preocupen. Las celdas de seguridad son a prueba
de fugas. Estará seguro aquí. Le cuidaremos bien.
Hook sonrió satisfecho mientras inconscientemente se
llevaba la mano al costado herido.
Por fin estaba a salvo de ese psicópata
1 comentario:
Genial! Cada vez soy más Fan de Bertrand, aunque la verdad es que me da bastante miedo, cualquier día consigue su objetivo, y eso me preocupa, no por Hook, si no por mi humilde persona...
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