miércoles, 3 de abril de 2013

RECUERDOS DE UN HALFLING III: DENTRO...


-¡Malditos asquerosos! ¡Miserables orejas picudas! ¡Estirados flacuchos! Ya veréis lo que es bueno. ¿Creéis que me habéis derrotado? ¡Esto no ha hecho más que comenzar! Hook, ¡Estas muerto! ¿Me oyes? ¡MUERTO! Y vosotras también, zorras relamidas. ¡Soltadme os digo, memos! ¡Soltadme y podréis ver de primera mano como me cargo a esos esperpentos elfos!

El Halfling se debatía como una furia en los brazos de dos fornidos celadores. Pese a toda su ira, estaba bien atado, y los dos enormes individuos le mantenían bien sujeto, de modo que lo único positivo que conseguía era injuriar a sus captores y llenar de arañazos y escupitajos a los dos sufridos hombretones. Enfrente, tres elfos lo contemplaban mientras hablaban con un par de sacerdotes de Ilmater y Mystra.
Dos de los elfos eran mujeres, una de ellas obviamente una hechicera de considerable poder, y la otra una guerrera enfundada en una hermosa cota de malla élfica. Las dos miraban al Halfling con una mezcla de conmiseración y preocupación.
El tercer elfo era un varón vestido con lujosas pero prácticas vestimentas oscuras y que portaba varias armas distribuidas a lo largo de su persona. Tenía un hombro vendado y favorecía el costado opuesto, lo que denotaba una dolorosa herida bastante reciente. Miraba al Halfling aparentemente preocupado, pero una ligera sonrisita sarcástica afloraba en sus labios.
Eran famosos aventureros elfos. La afamada archimaga Jhaelryna Viconia, la bella pero letal guerrera-maga Eliara Moonfist, y el notorio (pero generalmente odiado) pícaro y hechicero conocido Hook “el infame”. Se habían enfrentado recientemente al terrible asesino Halfling Bertrand Piesvelludos – apodado en ciertos círculos como “el Horrible Bertrand” – y habían logrado capturarle; no sin sufrir algunas de sus letales atenciones, como demostraban las heridas de Hook

-Espero que puedan tratarlo – comentaba Jhaelryna –. Obviamente el pobre esta fuera de sus cabales.

-Quiere decir que esta tan loco como una cabra – aclaró la otra elfa, con bastante falta de tacto –. Y no se olviden que es un individuo tremendamente peligroso. Intentó acabar con mi amorcito de una forma horrible y le hirió gravemente. ¡Pobrecito! ¿No es verdad cariñito? – añadió con una voz increíblemente empalagosa, abrazando al elfo.

-Claro que si, mi flor – le contestó este con voz igualmente melosa. La hechicera les miró con hastió, y los dos sacerdotes con bastante sorpresa. No era frecuente ver a dos elfos hablándose de forma tan afectada, como enamorados quinceañeros en una obra de teatro barata, y dudaron si les estaban tomando el pelo.
Los dos celadores, más centrados en su campo profesional y con menos mundo, murmuraron entre ellos de forma no excesivamente discreta.

-Espérate tú, que aún tenemos dos clientes más en el día de hoy

-¡Ejem! – tosió el clérigo de Ilmater, fulminando con la mirada a los celadores –. No se preocupen sus excelencias. Cuidaremos bien de esta pobre alma herida. Aquí en el manicomio de Los Brazos de Mystra, haremos todo lo posible porque recobre la cordura. Obviamente sufre de algún tipo de mal que le afecta el cerebro: eso explicaría la inusitada violencia y agresividad, más asombrosa aún en un Halfling, que son una raza pacífica y apacible.

-Eso es lo que deseamos, que curen a este desdichado – afirmó tajante la hechicera –. Esta claro que no es plenamente responsable de sus acciones por su enajenación. ¿Creen que podrán sanarlo?

-Bueno – intervino el sacerdote de Mystra –. La mente es compleja en extremo, y aún no sabemos bien como sanar todos los males que la afligen. Obviamente la magia ayuda, pero en los casos en los que no funciona, tenemos que recurrir a otros procedimientos más, ejem, físicos… Últimamente hemos estado probando técnicas novedosas que provocan reacciones extremas en el aparato nervioso del sujeto, con bastante fortuna si se me permite decirlo. Lo llamamos terapias de choque.

-Suena bastante ominoso. ¿Y en que consisten esos tratamientos? – preguntó Jhaelryna. El Halfling dejó de debatirse y prestó súbita atención a lo que se decía.

-Bueno. La antigua escuela opinaba que todo desarreglo físico y mental se debía a humores que circulaban por la sangre y afectaban a los órganos internos del sujeto, incluido el cerebro. De modo que utilizaban sanguijuelas para extraer esos humores del paciente

-¿Sanguijuelas? – balbuceó el Halfling

-En cualquier caso, aquí hemos desechado esa teoría – continuó el sacerdote, sin hacer demasiado caso del suspiro de alivio de su futuro paciente.

-Es verdad. – Terció el otro – Sin descartar del todo las sanguijuelas (que siguen teniendo sus utilidades), ahora aplicamos métodos más novedosos. Con un adecuado choque nervioso esperamos corregir los desequilibrios cerebrales del sujeto. A tal fin usamos baños en agua helada, exposiciones prolongadas a la oscuridad seguidas de luces muy brillantes, descargas eléctricas, y, por supuesto, un régimen muy severo

-¡¿Regimen?!

Hook se inclinó hasta estar a la altura de los ojos del Halfling y le sonrió irónicamente.

-Bueno, Bertrand, parece que además de curarte la sesera vas a salir de aquí delgado como una sílfide

-¡Noooooo! – el Halfling se debatió tan ferozmente que hasta los dos fuertes celadores tuvieron dificultades en mantener su presa.

-Llevadlo dentro, al ala de máxima seguridad – ordenó secamente el sacerdote de Mystra.

-Adiós, Bertrand

-Esto no quedará así, Hook. No he fallado ningún contrato en mi vida, y no voy a comenzar contigo. Eres elfo muerto ¿me oyes? ¡Muerto! Ahora esto es algo personal, maldito putañero y borracho. No se ha construido aún una prisión que pueda contenerme. Saldré y me haré un collar con tus orejas. Duerme con un ojo abierto por las noches, si te dejan las asquerosas drogas que te metes, porque no tardaré en ir por ti… ¡Eres un hijo de mil padres. Cada uno de ellos tan bastardo como tú! – gritaba el frenético Halfling según lo metían en el sanatorio. El barullo que montaba el demente asesino fue amortiguándose poco a poco, hasta desaparecer.

-No se preocupen. Las celdas de seguridad son a prueba de fugas. Estará seguro aquí. Le cuidaremos bien.

Hook sonrió satisfecho mientras inconscientemente se llevaba la mano al costado herido.

Por fin estaba a salvo de ese psicópata

1 comentario:

DSR dijo...

Genial! Cada vez soy más Fan de Bertrand, aunque la verdad es que me da bastante miedo, cualquier día consigue su objetivo, y eso me preocupa, no por Hook, si no por mi humilde persona...