martes, 18 de agosto de 2015

Guerreros del Mar Interior: IV Centuria, II Manipulo, V Cohorte Rapax


La IV Centuria, II Manipulo, Cohorte "Rapax" de Empirea

Cohorte penal
Tipo: Tropas regulares penales veteranas empireanas (guerreros nivel 2-3)
Clases de Tropas: Infantería media/ligera empireana (Hastati)
Escudo: Escorpión negro con el aguijón a punto de atacar sobre un fondo verde.
Origen: Empirea, reclutados en todo el imperio.

La V cohorte “Rapax” es una cohorte de legionarios que se nutre de soldados condenados a lo largo y ancho de toda Empirea ya sea entre ciudadanos o mercenarios al servicio del Imperio; es una cohorte penal, y una de las unidades de peor fama de todo Empirea. No es una cohorte asignada a una legión estable del Imperio, aunque históricamente perteneció a la largamente disuelta XIII legión. Careciendo de una legión en la cual encuadrarse, la Rapax ha sido utilizada en legiones creadas para campañas concretas o en solitario en diversas misiones.

Como la mayor parte de cohortes legionarias, la Cohorte Rapax cuenta - teóricamente - con 480 legionarios y se compone de 3 Manipulos (160 soldados cada uno); cada Manipulo cuales cuenta con 2 centurias de legionarios (80 soldados cada una). En realidad el número de soldados suele ser inferior, ya que las bajas tardan algún tiempo en cubrirse. Así mismo, la cohorte Rapax tiene pocos criados o esclavos asignados, de modo que suelen ser los propios legionarios los encargados de muchas tareas serviles.
Cada centuria está al mando de un centurión, y la cohorte en su conjunto se encuentra bajo el mando de un centurión Pilus Prior, que manda la I Centuria. 

Aunque eficiente y letal en el campo de batalla, la Rapax es un engorro para la reputación del Ejército Empireano, y por buenos motivos ya que el sobrenombre de “Rapax” no le fue otorgado por nada. Incluso entre los fríos Empireanos es considerada despiadada, sanguinaria, cruel y rapaz. Para esta unidad ninguna táctica es deshonrosa si permite la victoria, y después de la victoria siguen los saqueos y los botines, puesto que la finalidad última de la guerra son los beneficios; así de sencillo.
La historia de la Rapax es una larga serie de matanzas, saqueos y actos despreciables y llenos de ejemplos de conductas deshonrosas. Uno de los más engorrosos fue cuando la ciudad Hymeria de Aglabrio se rindió al ejército que la sitiaba y negoció los términos de la rendición. La Rapax, que por aquel entonces formaba parte de la legión VIII (creada para esa campaña en concreto), ignoró estos acuerdos y entró en la ciudad a saco. Durante toda una noche saqueo, destrozó y violó la ciudad y a sus ciudadanos, hasta que otras unidades de la VIII lograron contener su violencia.
La unidad también se ha amotinado varias veces a lo largo de su historia, y ha sufrido numerosos castigos, entre ellos - en al menos tres ocasiones - una Decimatio. En otra ocasión, un airado pro-consul ordenó a una centuria pretoriana a su cargo el aniquilar por completo a una centuria de la Rapax especialmente rebelde, como lección a toda la unidad.
Como la unidad se considera una vergüenza para la reputación de Empirea pero aún es un activo útil, se ha decidido no disolver la cohorte, pero por seguridad no suele operar en su conjunto. Por lo tanto la Rapax ha sido dividida en pequeñas unidades (generalmente manipulos, pero en ocasiones incluso centurias) las cuales han sido enviadas por separado a diversos frentes – generalmente los peores y más peligrosos – en los cuales se las emplea para aterrorizar y destruir al oponente, pero de una forma más controlada que si actuase la cohorte en su conjunto.
La mayor parte de unidades de la Rapax han sido enviados al Limes Septentrionalis, para luchar contra los feroces Keltoi o los organizados Thrax, mediante turbias operaciones y sangrientas incursiones, ya que nadie en el senado de Empirea va a enterarse de esas masacres acaecidas en tan remota y barbárica frontera, y aún si lo hiciesen no protestaran formalmente. Sin embargo varias unidades han sido enviadas a otros lugares a lo largo y ancho de las problemáticas fronteras de Empirea. La mayor parte de oficiales y legionarios no se alegran precisamente de ver aparecer a los Rapax en sus regiones, no solo por lo problemáticos que son y su mala reputación, si no porque su presencia implica que alguien en las altas esferas ha decidido que se trata de una zona problemática que requiere de una extrema brutalidad, o se prevé alguna grave amenaza.

La IV Centuria del II Manipulo de la V Cohorte es una de esas unidades destinadas lejos de la actual base de operaciones de la XIII. Oficialmente se encuentra en una extendía misión de reconocimiento e incursión en las peligrosos Montes Taurianos, y no se espera que vuelva a sus cuarteles de Limia Minor en meses – si es que vuelve siquiera, ya que las bestias de los Taurianos se deshacen de los intrusos a un ritmo endiablado –. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Utilizando sus influencias y contactos, un ambicioso senador ha arreglado su traslado en secreto a las lejanas tierras de Kadesh, aparentemente con el objetivo de sembrar el caos en el país y abrir las puertas a una posible intervención Empireana.
Es muy probable que dicho traslado no haya sido siquiera autorizado por el Senado Empireano y se trate de una maniobra particular de ese senador, aunque con las turbias políticas del Senado uno nunca puede estar seguro de nada sin comprobar las actas detenidamente.

Como la mayor parte de la Rapax, la IV centuria está compuesta por legionarios regulares medios/ligeros del tipo Hastati, entrenados para combatir en formación cerrada en las líneas frontales e intermedias de una línea de batalla a nivel de legión, pero también de desarrollar formaciones más abiertas o incluso combates sin formación en plan escaramucero. 
A diferencia de otros Hastati (que son reclutados para campañas específicas y a menudo deben pagarse su propio equipo), estos soldados han sido dotados de armamento y equipo estandarizado procedente de los arsenales estatales y que es funcional y sencillo, pero nada elegante. 
Los Rapax están equipados con ligeros escudos de madera laminada, más pequeños y ligeros que los clásicos escudos del tipo scutum empleados por la mayor parte de legionarios Empireanos. Cada soldado está protegido por una gastada túnica de malla ligera del tipo Lorica Hamata - que en el caso de los oficiales puede tratarse de una coraza de escamas de bronce (lorica scamatii) - y un sencillo yelmo cónico de bronce del tipo Montefortino. Su armamento se compone de las letales jabalinas del tipo Pilum y espadas cortas (gladius) y anchas dagas (puglio). Algunos soldados veteranos también poseen armas personales más exóticas (generalmente trofeos de guerra). Aunque esta costumbre va en contra de los reglamentos del ejército, en la Rapax nadie se molesta en ejecutar órdenes superfluas.
Los únicos adornos que llevan los soldados son el símbolo de la unidad en el escudo y si acaso penachos de plumas o crin de caballo en lo alto de sus yelmos. Casi ninguno lleva condecoración alguna.

Pese a nutrirse de la hez de las legiones empireanas y aglutinar en sus filas a los peores legionarios imaginables - que por uno u otro motivo han evitado penas de muerte por condenas y sanciones graves (generalmente por robo, asesinato, amotinamiento y delitos similares) -, estos soldados son en su mayor parte tropas veteranas, y son capaces de luchar con la disciplina y la sangre fría que caracteriza a las Legiones. Favorecen el combate cuerpo a cuerpo y las técnicas de choque frontal, pero los Rapax sacan igualmente provecho de las emboscadas, golpes de mano y ataques sorpresa que otras unidades desprecian por poco honrosas.
La Rapax no posee ninguna de las idiosincrasias o particularidades regionales de otras unidades Empireanas ya que sus miembros no han sido reclutados en una región en particular, pudiendo provenir de cualquier otra unidad (y por tanto región) de Empirea. 
Los miembros de la Rapax rara vez sienten una especial camaradería por sus compañeros, pensado más en su pellejo y beneficio que en el bienestar de estos. Les motiva el ansia de botín y el miedo a sus oficiales más que la lealtad a compañeros y unidad. Sin ninguna duda muchos se plantearían desertar si no tuviesen un miedo supersticioso a quebrantar su juramento (sacramentum), al castigo a desertores reincidentes (crucifixión), o a las graves consecuencias de pérdida de honor y estatus para sus familias. Esta total falta de compañerismo y orgullo corporativo es probablemente la mayor debilidad de la unidad. 
Como se trata de tropas prescindibles, la Rapax nunca ha recibido ropas de primera o armaduras y armas especialmente ornamentadas (y el mantenimiento de las recibidas suele estar bajo mínimos) de modo que - a diferencia de otras unidades - el típico soldado de la Rapax posee un aspecto generalmente desaliñado, y más parece un bandido o mercenario venido a menos que un orgulloso legionario de Empirea.

La IV Centuria del II Manipulo está dirigida por el Centurión Decimus Appuleius, un veterano perteneciente a una familia de la II Clase que ha servido en las legiones durante más de cinco generaciones.
Decimus Appuleius fue condenado a servir en la Rapax tras un oscuro incidente que implicó la pérdida de casi una centuria de la orgullosa Legión III (una de las legiones consulares permanentes) y una agresión a un presuntuoso pero influyente tribuno. 
La familia del tribuno se las arreglo para que Decimus Appuleius fuese juzgado como responsable de la pérdida de la unidad, de cobardía en el campo de batalla y de agresión a un oficial superior. Faltos de oficiales expertos, el tribunal militar decidió imponer la pena de servicios en la Rapax en lugar de la muerte - por decapitación o lapidación - de modo que el centurión salvó la vida pero quedó deshonrado y prisionero en un infierno del cual es muy difícil escapar salvo mediante la muerte en servicio o la redención por algún acto excepcionalmente heroico.

Desde su toma de mando de la IV Centuria, Decimus Appuleius la ha convertido en una eficiente máquina militar, donde se obedecen sus órdenes sin chistar y, si bien no se le ama, al menos si se le respeta y se le teme. Muchos de sus soldados le son completamente fieles, puesto que ven que a diferencia de otros oficiales. Para Decimus sus soldados no son meramente carne de cañón, si no subordinados de los cuales él es el responsable. Otros miembros de su centuria no le son tan fieles, pero le temen demasiado como para desobedecerle.



La IV Centuria del II Manipulo de la Cohorte Rapax (antiguamente de la XIII Legión) es una fría y eficiente máquina militar caracterizada por su crueldad y el poco valor que otorgan a la vida ajena. Son capaces de los peores crímenes o las más crueles matanzas con tal de terminar rápido su misión u obtener un buen botín.



viernes, 7 de agosto de 2015

Guerreros del Mar Interior: Los Escudos de Hilae


Los Escudos de Hilae

Compañía mercenaria
Tipo: Mercenarios veteranos helénicos (Guerreros nivel 2-4)
Clase de Tropas: infantería pesada, con apoyo de lanzadores de proyectiles y alguna caballería media
Escudo: El símbolo preferido es una representación de Nemesis como la diosa alada sujetando un reloj de arena, pero muchos soldados pintan en sus escudos sus emblemas personales o de sus familias, o sencillamente los dioses, criaturas o monstruos favoritos o que estimen que más miedo causan a sus oponentes.
Origen: Arkadia Occidental. Ciudad-Estado de Hilae.

Los Escudos de Hilae es una infame compañía mercenaria helénica notoria por sus brutales métodos y falta de escrúpulos a la hora de aceptar contratos y ejecutar sus misiones. Mientras la paga sea buena, los Escudos aceptarán cualquier tipo de contrato, independientemente de su legalidad, moralidad o de lo que dicho contrato requiera hacer.
Hasta ahí, esta unidad no se diferencia de muchas otras compañías mercenarias que pululan por el Mar Interior; es en la forma de ejecutar los contratos donde su oscuro carácter es más apreciable: los Escudos realizan sus trabajillos siguiendo la doctrina del “daño máximo” y “no dejar ningún enemigo vivo detrás” y eso incluye tanto a enemigos como peligros o riesgos potenciales. También recurren a métodos violentos para intimidar a sus enemigos o pacificar un área, incluyendo la tortura, las ejecuciones ejemplares, mutilaciones y destrucciones masivas de propiedades. Cualquier método es bueno para alcanzar sus objetivos, y los métodos más simples y violentos suelen ser los que mejor resultado dan, a ojos de esta unidad.
Sin embargo estas atroces actividades se realizan no con la pasión de un exaltado bárbaro sediento de sangre, o la de un violento saqueador ávido de botín, si no con frialdad y eficiencia militar. La destrucción y la tortura no son un placer, si no una herramienta más en la ejecución de una misión.

A lo largo de su historia los Escudos de Hilae han dejado a su paso una larga lista de torturas, crímenes y ejecuciones, destrucción de pueblos, incendios de cosechas, matanzas de ganado y otras atrocidades. Su reputación les ha hecho ganarse el sobrenombre de “Los favoritos de Nemesis” y su presencia no son bien recibida en muchos países; no obstante, siempre hay alguien dispuesto a contratar a esta eficiente unidad para algún trabajo difícil y que requiera pocos escrúpulos, de modo que, aún contando con sus elevados precios, el trabajo no les falta. Además, como buenos helénicos, están dispuestos a viajar lejos si la recompensa es jugosa.

Los Escudos de Hilae está principalmente compuesto por soldados de infantería pesada del tipo hoplita intermedio, equipados con los clásicos enormes escudos de bronce del tipo hoplon pero acorazados con armaduras intermedias tales como armaduras de lino reforzadas, armaduras de escamas o petos de bronce. Su armamento se compone de lanzas largas dory, espadas cortas xiphos o falchiones del tipo makhaira o kopis.
Los Escudos también cuentan con algunos soldados de apoyo a los hoplitas. Entre ellos soldados lanzadores de proyectiles, principalmente honderos. También han utilizado algunos soldados equipados con gastraphetes (un tipo de ballesta pesada) si preveían labores de asedio o toma de fortalezas. Ocasionalmente también emplean un puñado de soldados de infantería ligera (sobre todo jabalineros), y un reducido numero de jinetes hipeiis que actúan principalmente como correos o exploradores.
Los Escudos son poco sutiles en sus combates, y prefieren cargar con sus hoplitas en un brutal choque frontal, mientras los lanzadores de proyectiles e infantería ligera (si disponen de ellos) debilitan al oponente antes de que los hoplitas lleguen al cuerpo a cuerpo. La poca caballería que poseen se reserva para tareas de exploración, enlace, o para perseguir a enemigos en retirada, aunque algunos de los impetuosos hipeiis son conocidos por no aguardar la señal de ataque y cargar por su cuenta a algún enemigo que consideren digno de su atención.
El tamaño de los Escudos ha variado mucho a lo largo de los tiempos y según sus fortunas y contratos, pudiendo contar desde unas pocas decenas de soldados hasta casi dos centenares. Hoy en día se adaptan a la misión para la cual son contratados y en general cuentan con un núcleo de unos 30-50 hoplitas permanentes, más algunos soldados lanzadores y de caballería, y contratan más mercenarios si el trabajo lo requiere.

Los Escudos de Hilae están actualmente dirigidos por el Comandante Leónidas, un experto mercenario, afamado guerrero, y con mucha experiencia y un gran sentido táctico, pero despiadado y brutal en sus métodos. Leónidas lleva dirigiendo los Escudos desde hace unos ocho años, y desde entonces los métodos despiadados de estos mercenarios se han hecho el día a día de la unidad, regando de sangre los lugares que la unidad ha visitado.

Los Escudos de Hilae, como su nombre indica, proceden de la pequeña ciudad de Hilae, en la costa de Arkadia Occidental. Esta brutal ciudad es conocida por los múltiples conflictos en los que se ha visto envuelta contra ciudades rivales helénicas o contra la población no-helénica del interior del país. Estos conflictos han creado una sociedad militarista similar a la de Laconpolis y brutal y falta de escrúpulos en su modo de hacer la guerra, y estas tendencias se han extrapolado a la cultura de Hilae, en la cual la vida posee poco valor. En las calles de Hilae las agresiones y los asesinatos son comunes, causados por robos, rencillas o ajustes de cuenta. La ciudad está empobrecida por unos gastos militares desbocados, y sus habitantes, agobiados a impuestos y muy a menudo desesperados, se contratan fácilmente como mercenarios o recurren al bandidaje y la piratería con tal de huir de la miseria. 


Los Escudos de Hilae están compuestos por fríos y despiadados mercenarios para los cuales la destrucción y el asesinato no son si no un medio más para cumplir un contrato.